Enzo • Lunes 20 de Marzo de 2023

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Ya estábamos arriba del avión en algún lugar del cielo cuando Juli bajó esa especie de cortina que nos separaba. A pesar de que estábamos en primera clase y los asientos eran bastante cómodos, no había mucho lugar para que pudiéramos estar juntos.

—La próxima vamos en turista así puedo dormirme todo el viaje abrazándote —le dije apenas lo vi del otro lado.

—Mmm, no creo que te banques viajar apretado. Ya te acostumbraste a esta vida de millonario.

Me reí, porque tal vez tenía un poco de razón.

—Tengo que cumplir mi promesa —habló mientras hacía malabares para pasarse de mi lado.

—Pero por qué no das la vuelta —le dije todavía riéndome.

—No, porque todos se darían cuenta.

Logró al fin subirse arriba mío. De repente el lugar era muy chico para los dos, pero igualmente me acomodé para que pudiera poner sus piernas alrededor mío y lo agarré de la cintura.

—Y después decís que el intenso soy yo.

Se rió antes de apoyar las manos en mi pecho y agacharse a besarme.

Quería apretarlo más contra mí, pero él ya estaba muy ocupado metiéndose adentro de mi pantalón.

—¿En serio lo vas a hacer?

Asintió con la cabeza y me dio otro beso antes de bajar y terminar arrodillado en el piso. Como lo estaba mirando, se llevó el dedo a los labios, haciéndome el gesto de que me quedara callado, antes de empezar.

Tuve que morderme el antebrazo para intentar no hacer ningún ruido. Estaba demasiado caliente, no sabía si más por lo que estaba haciendo Julián o por dónde estábamos, así que tampoco es que duré demasiado.

Cuando él volvió a subirse arriba mío, le agarré la cara para comerle la boca.

—Por Dios, me volvés loco —le dije después.

Juli se rió mientras me volvía a guardar todo adentro del pantalón.

—¿Puedo dormir acá con vos? —me preguntó.

—Por favor —le respondí.

Intentamos acomodarnos y terminó con medio cuerpo arriba mío, con las piernas todas mezcladas y un brazo que estaba seguro que se me iba a acalambrar en, máximo, una hora.

—¿Estás cómodo?

—No —me contestó riéndose.— Pero no importa, acá me quedo.

Me reí cuando enterró la cara en mi cuello porque estaba haciéndome cosquillas con su respiración, exagerada como si quisiera aspirarme la piel.

—Lo rico que sos, no hay forma.

—¿Viste? Pero no me comas por favor.

—No te prometo nada.

Me metió una mano por adentro de la remera para acariciarme la panza mientras yo hacía lo mismo con su espalda. Y así nos quedamos. Incómodos pero juntos. Hasta que al fin nos dormimos.

***

Cuando llegamos al predio de la AFA en Buenos Aires la tarde siguiente, el primero que se acercó a saludarme fue Lisandro. Parecía como si hubiera estado esperando ese momento. Directamente no le importó que estuviera Juli al lado mío, él decidió que lo mejor que podía hacer en esa situación era abrazarme, poniendo sus manos en mi espalda, más abajo de lo que me hubiera gustado y haciendo que se me levantara un poco la remera.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora