—¿Te diste cuenta que justo hoy hace tres meses éramos campeones del mundo? —le pregunté a Enzo mientras me pasaba la toalla por el pelo.
Él estaba tirado en la cama desnudo, porque le gustaba secarse con el aire. Nos habíamos bañado juntos y, aunque había sostenido mi palabra de no hacer nada hasta después del casamiento, me había costado bastante porque no paró un segundo de manosearme en la ducha.
—Sí, lo sé. Todavía más magia —me respondió sonriendo.
Sonreí también, mordiéndome el labio.
—Dale, vestite.
—¿Qué pasa? ¿Te tiento? —dijo pasándose las manos por el cuerpo.
—La verdad que sí, pero puedo esperar a la noche.
—¿Estás seguro? Mirá que podemos ahora y después más tarde también.
—Sí ya sé —me reí.— Si vos no tenés paz.
—Hay que aprovechar mientras uno es joven y puede. En treinta años vas a preguntarte por qué no cogimos más.
Mientras hablaba, se paró para al fin empezar a vestirse.
—Permitime dudar.
—No quiero que después andes rogando —me dijo señalándome con el dedo.
Sonreí pero no le contesté, porque sabía lo peligroso que podía ser seguir esa conversación. Preferí terminar de vestirme y esperar a que él hiciera lo mismo. Nos estábamos poniendo una ropa cualquiera. El traje iba en un ratito.
Cuando subimos al último piso del hotel no era lo que yo me imaginaba. Enzo me había dicho que lo había reservado todo, pero resultó ser una sola habitación. Igualmente, después de verla no me quedaron muchas dudas de que seguramente era la más cara que existía en todo París.
—Es muy lindo esto, ¿cuánto te salió? —le pregunté mirando para todos lados.
—¿Importa? —respondió riéndose.— Me voy a cambiar a aquel baño y te espero en la terraza, vos podés ir a aquel otro.
—¿Por qué tendría más de un baño?
—Sh, dejá de pensar como pobre y haceme caso.
Me reí y me fui para donde me había señalado.
No tardé demasiado en cambiarme y arreglarme un poco, pero igualmente cuando salí Enzo no estaba ahí, así que me acerqué a la puerta como él me había dicho.
Estábamos solos los dos. Lo habíamos hablado en la semana y lo terminamos prefiriendo así. Cuando viajáramos a Buenos Aires la siguiente semana planeábamos hacer una fiesta para todas las familias. La mía, la de Enzo y la que compartíamos: la Scaloneta.
Apenas salí a ese balcón vi a Enzo con las manos juntas adelante suyo, esperándome. Como siempre, estaba increíble. Era, sin duda, el hombre más hermoso del universo. Un sueño. Y todo para mí. Sin miedo a equivocarme podría decir que era la imagen más hermosa que había visto en mi vida, porque ahí estaba él, la persona que más amaba en esta tierra, con la torre Eiffel iluminada de fondo.
Me costó un par de segundos darme cuenta por qué se reía. Y era que estábamos vestidos igual, pero invertidos. Enzo tenía una camisa roja con un moño blanco y yo, como si fuera su opuesto exacto, una camisa blanca y un moño rojo.
—No puede ser —dije riéndome.— Pensamos igual, pero al revés.
—Estás precioso —respondió antes de darme un beso en la frente.— Nunca mejor dicho que los opuestos se atraen.
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Desde tu primera sonrisa - Julián y Enzo
FanficSEGUNDA PARTE YA DISPONIBLE! Julián creyó que iba a tener un entrenamiento más hasta que le presentaron al nuevo integrante del equipo: Enzo. A partir de ese día, los dos jugadores de River dibujaron el camino hacia una amistad que se iba a ver com...