Enzo ~ Miércoles 21 de Junio de 2023

1.6K 157 204
                                    

Me desperté con la alarma y por raro que pareciera, Juli seguía durmiendo. Él siempre se despertaba antes que yo, pero se notaba que las vacaciones lo hacían relajarse y parecía ni siquiera haber escuchado el sonido insoportable que estaba sonando.

Igualmente, después de apagarla y volver a dejar el celular por ahí, lo abracé. Estaba de espaldas a mí, durmiendo muy cómodo. Hacía demasiado calor, así que aunque la noche anterior nos habíamos acostado bien juntos, era obvio que íbamos a terminar lo más lejos posible el uno del otro para no quedarnos todos pegoteados. Ni el aire acondicionado nos salvaba.

Se acomodó más en mí y me agarró el brazo que pase por abajo suyo pero siguió sin abrir los ojos.

—Buen día hermoso —le dije bajito al oído.

Juli solamente sonrió. Yo me concentré en mirar cómo le acariciaba la pierna. Estaba desnudo, igual que yo, porque obviamente habíamos terminado la noche anterior teniendo sexo como correspondía.

—¿Sabías que tenés la burra más linda que vi en mi vida? —le pregunté mientras se la apretaba un poco.

—Sh, Enzo.

Le mordí la oreja y me agaché a darle un beso a ese mini tatuajecito que se había hecho con mis iniciales antes de levantarme.

Busqué entre mis cosas un short y una musculosa y me los puse antes de salir de la habitación. Iba a ir al gimnasio del hotel a entrenar un poco antes de que empezara oficialmente el día. Era temprano, pero necesitaba ponerme en ritmo de nuevo para la próxima temporada. A Juli no le hacía falta, porque había terminado de jugar bastante después que yo, con el City llegando a todas las finales, así que podía disfrutar de sus días libres unas semanitas más.

Mientras calentaba en la bici fija agarré el celular y le escribí a mi mamá para que cuando se despertaran me avisaran, así íbamos a desayunar los cuatro.

La verdad no podía creer lo que había hecho Juli. Aunque al principio me había enojado bastante, ahora se lo agradecía. Tenía razón, para eso está tu pareja, no solamente para coger sino también para estar literalmente ahí con vos, ayudándote cuando pasás por un mal momento. 

Como le había dicho, nunca nadie se había preocupado por mí como lo hacía él. También era cierto que yo tampoco me había interesado demasiado por la vida de mis novias anteriores más allá de mí, así que no podía pretender demasiado. 

Pero con Juli era todo distinto. Me había cambiado tanto que ni mis propios papás entendían cómo de repente era una persona madura e interesada por los sentimientos de los que me rodeaban. Julián era justo lo que necesitaba para mantener los pies en la tierra, para ayudarme a ser mejor conmigo y con los demás todos los días. Era impresionante cómo había logrado sacar mi mejor parte solamente amándome.

Me quedé ahí en el gimnasio como dos horas, haciendo los ejercicios que me había mandado mi entrenador y pensando en lo linda que era la vida. No me podía quejar de nada. Tenía a alguien hermoso que me amaba al lado mío, a mis papás sanos y apoyándome, ganaba millones jugando al fútbol en la mejor liga del mundo. Había sido campeón del mundo. ¿Qué más podía pedir? Si cuando jugaba en las inferiores de River con catorce años y volvía a mi casa todos los días en colectivo para repartirme la comida con mis hermanos me decían que a los veintidós iba a ser lo que soy ahora, no lo creía.

Después volví a la habitación y Juli seguía en la cama, pero esta vez estaba despierto usando su celular. Saqué el mío del bolsillo porque me había olvidado de cargarlo y se me había quedado sin batería.

—No puede ser —dijo mirándome.

—¿Qué?

—Me volvés loco transpirado.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora