Julián • Jueves 21 de Octubre de 2021

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—No quiero que te juntes más con Alexis —me dijo apenas cerramos la puerta de la habitación.

—¿Qué?

—Que no quiero que hables más con Alexis —repitió como si mi pregunta hubiera sido porque no había entendido la primera vez.

—Enzo, vos no me podés decir con quien relacionarme o no.

—Me cae mal.

—Al principio eran graciosos los celos y qué sé yo —seguí, sin prestarle atención a lo que dijo— pero te estás yendo a la mierda.

No me respondió, solo se limitó a sentarse en su cama para sacarse las zapatillas.

—No podés tener celos de alguien que conocí hace una semana, ¿estás dudando de mi amor por vos?

—No —respondió rápido, pero sin mirarme.

—¿Entonces qué te pasa?

—No me pasa nada, dejémoslo ahí mejor.

—Hay algo que no me estás diciendo.

—No, solamente no me gusta que esté cerca tuyo, nada más.

—Tenés que dejar de ser tan celoso Enzo, porque siendo así estás también dudando de mí. Y a mí no me gusta que pienses que yo podría estar con cualquiera que se me cruce adelante. Sabés perfectamente que estoy enamorado de vos. No me interesa ni me va a interesar nadie más, de ninguna de esas formas que te estás imaginando.

Mientras hablaba había empezado a mirarme y cuando terminé se paró para acercarse a mí. Lo abracé de la cintura y él hizo lo mismo conmigo, apoyando su cara en mi cuello.

—Te amo —fue lo único que me dijo.

—Y yo te amo a vos y solo a vos.

Respiró hondo y me dio un beso ahí donde tenía sus labios.

—Contame qué te pasa amor.

—No me pasa nada.

Sabía que me estaba mintiendo, pero también lo conocía lo suficiente como para entender que si no quería hablar de algo no iba a hacerlo por más de que insistiera.

En ese momento, mientras le acariciaba el pelo, entendí que Enzo no era todo eso que parecía ser. Sentía que estaba empezando a dejarme ver una parte suya que no conocía, y que a la vez era su forma más pura. Él siempre quería mostrarle a los demás lo fuerte y seguro de sí mismo que era, pero me estaba dando cuenta de que, después de todo, tenía inseguridades igual que cualquier ser humano. O quizás estaba más acostumbrado a sentirse deseado que amado y por eso pensaba que era fácil de reemplazar. No sé por qué, todo lo que estaba pensando hizo que lo amara todavía más, si es que eso era posible.

—¿Querés dormir un ratito la siesta antes de bajar con los chicos? —le pregunté para cerrar el tema.

Asintió con la cabeza y se separó de mí para ir a la cama. Lo seguí, desvistiéndome y acostándome al lado suyo. Él sonrió y me abrazó.

—A veces soy un boludo, perdoname.

—Solo sos demasiado celoso —le respondí antes de darle un beso.

—Es que mirá al bombón que me estoy comiendo, como para no serlo.

—Nada que ver —dije riéndome.— Si fuera por eso yo te debería dejar encerrado en una jaula en mi departamento para que nadie te vea ni te toque.

Se rió también y me besó.

—Estás haciendo trampa —le dije separándome apenas.

—¿Con qué?

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora