CAPITULO 7. tensión en el tren

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Ya estábamos cerca de Hogwarts. Draco había vuelto a su sitio hace un rato y, al levantarme, noté su mirada clavada en mí. Intenté ignorarla. Me acerqué a donde estaban mis amigos, ya despiertos, y entré como si nada.

—¿Dónde has estado? —preguntó Harry.

—Fui al baño y cuando volví, todos dormían, así que decidí quedarme en el otro vagón —respondí.

Me senté y esperamos en silencio a llegar a Hogwarts, apenas unos diez minutos más. Nunca les conté lo que pasó aquel día en que Draco me dejó encerrada, y ellos tampoco lo preguntaron, algo que agradecí. Me sentí traicionada; aunque, en el fondo, hacía tiempo que no éramos amigos. Lo que más me molestaba era que hubiera usado mis temores contra mí; secretos confiados se habían convertido en armas.

Para despejarme, pensé en mis primos y antiguos amigos del pueblo. Este verano lo habíamos pasado en un chalet con mi padre, rodeados de fiestas, risas y conversaciones interminables. Entre bromas y recuerdos, recuperamos tiempo perdido y creamos memorias que no olvidaríamos.

Al llegar a Hogwarts, bajamos todos juntos y saludamos a muchos conocidos. Antes de subir a mi habitación, lo vi de nuevo. Draco me llamó con voz cansada:

—Melian... por favor.

Ignoré su llamado y subí corriendo escaleras arriba hasta mi cuarto. Mi corazón latía a mil, y mi piel se erizó; no podía controlar la tensión que me provocaba. Tras acomodar mis cosas y cuidar a Sly, mi pequeño gato patinegro, fui a la habitación de Hermione.

—¿Qué tal? —preguntó.

—Mal —respondí—. Antes de llegar a mi cuarto vi a Draco y subí corriendo, ignorando que me llamaba. Estuve a punto de caerme tres veces.

—Draco no es buena persona, pero... ¿por qué huyes tanto de él? Podrías simplemente ignorarlo —dijo tranquila.

—El día que me encerró en el armario fue la gota que colmó el vaso —contesté.

Hermione se quedó confundida mientras le contaba los hechos a grandes rasgos. No le expliqué todo, solo lo suficiente para que comprendiera mi enfado. Luego me abrazó; no me gustan mucho los abrazos, pero me dejé llevar un instante.

Las clases comenzaron, y la primera, adivinación con Sybill, casi me hizo dormirme. Durante la semana, intenté esquivar a Draco, pero él siempre encontraba la manera de interponerse. Un día, me agarró del brazo con furia:

—No sé a qué juegas, pero para ya —me gritó.

—No estoy jugando a nada. Déjame en paz y mantente como el último mes del año pasado: inexistente —respondí con toda la rabia acumulada.

—Te vas a arrepentir —dijo con tono amenazante.

Esa semana transcurrió entre reproches e insultos. No entendía sus nada de lo que decía  y, cuanto más insistía con palabras como "deja de jugar", más crecía mi furia y mi confusión.

Finalmente llegó el día del examen final de la semana y algo inesperado ocurrió. Todos los alumnos se reunieron en el pasillo central; Draco apareció, llevando su capa de Slytherin cubierta con los tiburones de su pijama de aquella noche. Mi piel se erizó y mi cuerpo se tensó.

—¡Tú me las vas a pagar! —gritó—. ¿Qué te he hecho para que sigas con tus bromitas?

—Yo no he hecho nada, Malfoy —contesté, seria—.

—¿Y quién más lo haría? Solo tú. Crees que eres graciosa con tus bromitas —se acercaba cada vez más.

Sentí que el enfrentamiento estaba a punto de explotar...

𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora