63. Draco y Melian

0 0 0
                                        

El primer sonido que reconocí fue mi propia respiración.

No sabía dónde estaba. No sabía cuánto tiempo había pasado.
Solo sentía un vacío... y luego, un tirón.
Una corriente.
Un impacto caliente en mi frente.

Abrí los ojos de golpe.

Mattheo estaba allí.
Muy cerca.
Demasiado cerca.

Su frente aún rozaba la mía cuando él dio un pequeño salto, sorprendido, como si no esperara que yo despertara. Estaba jadeando, los ojos dilatados, el pecho subiendo y bajando rápido. Parecía... aturdido. Casi en shock.

Y yo... yo estaba viva.

Me incorporé torpemente, con el cuerpo rígido, temblando. Sentí electricidad recorriéndome los brazos, como cicatrices que ardían desde dentro. Pero estaba consciente. Presente. Libre de la oscuridad donde había estado atrapada.

—¿Draco...? —susurré, sin pensarlo.

Pero cuando mi visión se aclaró, lo vi a él.

A Mattheo.

Y mi corazón dio un vuelco.

Su expresión era... indescriptible.
Cansado. Pálido. Quemado por dentro pero... aliviado.

No lo pensé.

Mi cuerpo se lanzó solo hacia él.

Lo abracé con fuerza, hundiendo mi rostro en su cuello, sintiendo cómo su respiración se detenía por completo.
No sé si lo hice por gratitud, por miedo o porque lo necesitaba cerca... pero lo hice.

—He pasado mucho miedo... —susurré sin levantar la cabeza—. Me has salvado.

Él no respondió.
Sus manos no llegaron a rodearme. Una estaba en tensión en mi espalda y la otra en mi cintura, rozandome.
Solo se quedó congelado, como si nadie, jamás, lo hubiese abrazado así.

Y creo que... era verdad.

De repente sentir como me abrazó con fuerza, como un impulso y escondió su cara entre mi pelo y el hueco entre mi cuello y clavícula. Estuvimos unos segundos así, asimilando que había despertado.

Cuando me separé... estaba temblando. Pero él más.

—¿Qué... qué ha pasado? —pregunté, intentando poner orden en mis pensamientos—. ¿Cuánto tiempo...?

—Luego te explicarán —dijo él, con voz ronca, casi irreconocible—. Solo... estás bien. Eso es lo importante.

Tragué saliva.
Mi pecho dolía—un dolor cálido, como un nudo que se rompía.

—Mattheo... tú—

La puerta se abrió.

Y mis palabras murieron.

Draco estaba de pie en la entrada, inmóvil.

Sus ojos se movieron de mí... a Mattheo... y luego a nuestras manos entrelazadas.
Yo ni siquiera había reparado en que seguía sosteniéndolas.
Mattheo tampoco.

La mirada de Draco se quebró de una forma que nunca había visto.
Ni siquiera el día que discutimos.
Ni en las peleas.
Ni en los celos.

Era dolor puro.
De ese que deja sin aire.

Yo me levanté de golpe, todavía mareada.
—Draco... espera—

Pero él ya estaba retrocediendo.
No dijo nada.
No gritó.
No atacó.

Simplemente... se fue.
Dando pasos rápidos, casi torpes, como si cada uno le costara respirar.

Mi corazón se partió en dos.

𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora