CAPÍTULO 31. La fiesta de fin de trimestre

3 0 0
                                        

Hoy es el día, la fiesta en el comedor. La espera se hizo larga por las ganas inmensas que todos teníamos, no paramos de repetirlo hasta que la noche llegó.

Tardé más de lo normal en arreglarme. No porque quisiera impresionar a nadie —o eso intentaba convencerme— sino porque esa noche se sentía distinta. Había un rumor generalizado en el castillo, una expectativa silenciosa que parecía recorrer los pasillos como una corriente invisible.

Abrí mi baúl y saqué el vestido que Artisa y Daphne habían insistido en que me pusiera. Verde oscuro, suave como agua entre los dedos, ceñido en la cintura y con un brillo sutil que parecía encenderse con la luz. No era ostentoso, pero... destacaba.

Me miré en el espejo y una sensación extraña me recorrió el pecho. No me veía como una estudiante más; me veía... diferente. Más segura. Más adulta.
O quizá era simplemente que, desde que estaba con Draco, el mundo se sentía otro.

—Estás preciosa —murmuró Daphne desde su cama, aún colocándose un pendiente—. Malfoy se va a quedar sin aire.

—Ya lo está la mitad del tiempo —bromeó Artisa—. Pero cuando te vea así... pobrecito.

Me reí, aunque el rubor me subió a las mejillas. Cogí la capa ligera que combinaba con el vestido y salimos juntas hacia el Gran Comedor.

Cuando las puertas se abrieron, me quedé sin palabras.
Luces flotantes, música suave, mesas adornadas con tonos dorados y plateados, paredes encantadas que mostraban remolinos de estrellas. Todo Hogwarts parecía haber sido transformado para esa noche.

Y allí, entre el mar de estudiantes, Draco.
Se giró al verme.
Y su expresión... su expresión lo dijo todo.

—Estás... —se interrumpió, tragó saliva y volvió a intentarlo— increíble.

Me ofreció su mano y yo la tomé, sintiendo un cosquilleo familiar recorrerme el brazo. Cuando me acercó a él, bajó la voz lo suficiente para que solo yo lo oyera.

—No sé cómo voy a sobrevivir a esta noche, Melian.

Sonreí.
Él también.

Y entonces comenzó la fiesta.

Mientras tanto, fuera del Gran Comedor...

Narración omnisciente

Desde una sombra del corredor, un par de ojos oscuros observaban la escena.
Mattheo Riddle no se había unido aún a la fiesta. No le gustaban las multitudes, ni la música alta, ni las sonrisas que solo duraban una noche. Prefería mirar desde lejos, analizar, entender, antes de entrar en cualquier juego.

Apoyó un hombro contra la pared y entrecerró los ojos al verla.

La chica del vestido verde.
Melian.
La misma que se había sentado a su lado en clase. La misma que había reído ante sus comentarios sin esforzarse. La misma que lo había mirado como si él fuera... normal.

No sabía por qué la estaba observando.
No tenía sentido.
Él no se desviaba.
Él no dudaba.

Pero aun así, allí estaba:
viendo cómo Draco Malfoy la tomaba de la cintura y se inclinaba hacia ella con una devoción tan evidente que casi resultaba incómoda.

Algo se movió en los ojos de Mattheo.
No era celos.
No era interés romántico.
Era... cálculo.
Interés puro.
Curiosidad peligrosa.

La forma en que ella sonreía.
La forma en que él la miraba.
La facilidad con la que ella hablaba con todos.

Una pieza nueva en el tablero.
Una pieza importante.

Y nadie lo sabía.

Mattheo inspiró hondo, ajustó su camisa oscura y decidió entrar.
No para socializar.
No para disfrutar.
Sino para observar de cerca aquello que, inexplicablemente, lo había hecho detenerse.

Melian

La música había cambiado y Draco me guió hacia la pista. El ambiente era cálido, vibrante, casi mágico. Bailamos despacio, riendo cuando pisábamos el ritmo o cuando él hacía algún comentario sarcástico sobre la forma de bailar de ciertos alumnos.

No podía ser más perfecto.

Hasta que, sin darme cuenta, choqué ligeramente con alguien al dar un paso atrás.

—Perdón —murmuré.

—No pasa nada.

Reconocí la voz.
Era Mattheo.

—Oh, hola —dije, intentando que no sonara nervioso. No lo conocía casi de nada, después de todo—. ¿Has venido solo?

—Siempre. Es más sencillo así —respondió, con una media sonrisa que no llegaba del todo a los ojos.

Draco lo miró de arriba abajo con un gesto de desconfianza instintiva.
Pero Mattheo no parecía notarlo; o fingía no notarlo.

—¿Te gusta Hogwarts? —pregunté, intentando ser amable.

—Es... interesante —respondió él, manteniendo la mirada fija en mí—. Hay más cosas de las que se ven a simple vista.

—Eso es cierto —respondí, sin saber por qué me daba escalofríos esa afirmación.

—Y tú —añadió él, como quien hace una observación casual— eres una de esas cosas.

Me quedé helada un segundo.

—¿Yo?

—Sí. Pareces... diferente al resto.
No sé si es la sonrisa, o la forma en la que hablas con todos.
No sé —se encogió de hombros—. Aún no lo descifro.

Draco tensó la mandíbula.

—Está bien, Mattheo, ya la has analizado suficiente por hoy —soltó con un tono más frío del que esperaba.

—Tranquilo, Malfoy. Solo conversamos —replicó Mattheo, con una calma casi irritante—. Además, ella me dijo que está contigo.
No estoy interesado en... interferir.

No sonrió.
No hizo ningún gesto coqueto.
Pero había algo en su mirada...
algo que no encajaba con esa frase aparentemente inocente.

Como si hubiera querido decir otra cosa.

Como si hubiera visto más de lo que mostraba.

La música volvió a subir y Draco me tomó de la mano para alejarme unos pasos.

—No me gusta —murmuró.

—No tienes por qué preocuparte —le aseguré—. No es más que un chico nuevo intentando socializar.

Aunque, en mi interior, una sensación indefinida me hacía dudar.
No de Draco.
No de mis sentimientos.
Sino de Mattheo.
De lo que escondía.
De esa mirada que parecía atravesarlo todo.

La noche continuó entre risas, bailes y conversaciones, pero cada vez que levantaba la vista, lo veía.
En distintas partes de la sala.
No acercándose.
No sonriendo.
Solo... observando.

Cuando ya estábamos por irnos, Draco fue a buscar bebidas y me quedé sola unos segundos. Miré alrededor, buscando a mis amigas, pero antes de encontrarlas, algo me detuvo.

A lo lejos, entre dos columnas, estaba Mattheo.

De pie.
Quieto.
Mirándome.

No con interés romántico.
No con deseo.
Sino con algo inexplicable.
Algo que hizo que mi respiración se entrecortara por apenas un instante.

Y entonces lo supe.

No sabía qué estaba pasando.
No sabía quién era él realmente.
No sabía qué quería.

Pero tenía la certeza de que aquella noche...
solo era el principio.

𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora