A la mañana siguiente me desperté igual que siempre: con los destellos de luz que Daphne dejaba pasar a propósito porque decía que así yo no me quedaba dormida. Cada una nos arreglábamos a nuestro ritmo, sin ganas de hablar demasiado tan temprano. El silencio mañanero era casi sagrado.
A los pocos minutos, llamaron a la puerta. Artisa abrió, medio despeinada, y puso los ojos en blanco.
—Vaya, pero si tenemos aquí a nuestros dos principitos. —dijo teatralmente mientras dejaba pasar a Todd y a Draco.
Draco se acercó a mí enseguida. Me dio un beso lento en la mejilla, suave, casi dulce... demasiado dulce para ser él. Luego me envolvió en un abrazo cálido que me despertó más que cualquier rayo de sol.
—Venimos a por vosotras, chicas. Tenemos hambre —bromeó Todd, como si él nunca tuviera hambre.
Salimos detrás de ellos, pero justo antes de perder de vista la habitación, me giré y vi a Daphne paralizada, seria.
—Vamos ya —le dije con una sonrisa pequeña.
Ella suspiró y nos siguió, aunque la noté comer sus pensamientos.
Antes de entrar al Gran Comedor, Draco y yo íbamos cogidos de la mano. Notaba cómo con cada paso él se tensaba un poco más. Tenía los dedos rígidos, como si temiera que yo soltara su mano en cualquier momento.
Intuí lo que pensaba. Aún creía que no quería que nadie supiera lo nuestro.
Me detuve, tiré ligeramente de su mano y lo miré a los ojos.
—Creo que ya es hora de hacerlo un poco menos secreto, ¿no crees? —susurré—. Total, no llevamos ni dos días y ya todo el mundo sospecha.
Draco paró en seco. Se giró hacia mí, me agarró de la cintura y me observó con esa mezcla de miedo y valentía que nunca había visto en él.
—Yo voy a hacer lo que tú digas, Melian. Si quieres que entremos de la mano, entramos así. Si no, no pasa nada.
En lugar de contestarle, entrelacé mis dedos con los suyos y tiré de él para entrar.
No esperaba demasiadas miradas, pero sí: varias cabezas se giraron. Algunas cejas se levantaron. Otras bocas se torcieron. Había sorpresa, curiosidad... y algún que otro gesto de celos.
Los ignoré a todos y me senté junto a él con naturalidad.
_____________________
3 SEMANAS DESPUÉS...
Tres semanas.
No eran muchas, pero sí suficientes para conocer una parte de Draco que nadie había visto jamás: la cariñosa. No era nuevo para mí que me cuidara, pero sí esa forma lenta, suave, casi tímida de hacerlo. Era tan diferente de mí que a veces me descolocaba. Pero encajábamos, poco a poco.
Ya todo el mundo sabía lo nuestro, aunque sin la etiqueta de novios. Para los demás, en cambio, sí lo éramos.
Y sí... Daphne tenía razón.
Había lidiado con niñas insoportables que me miraban como si les hubiera robado un tesoro, y con chicos idiotas intentando meter cizaña. Pero a ninguno le salió bien. Draco era demasiado cabezota. Y yo también.
*TOK, TOK.*
—Pasa —dije sin ganas, sin apartar la mirada del diario.
Draco entró.
—¿Qué haces? —preguntó acercándose.
—Escribir. ¿Qué pasa?
—Nada, solo quería estar contigo un rato... si tú quieres. Y también decirte algo.
Cerré el diario y asentí.
—Claro que quiero. ¿Qué pasa?
—Mañana jugamos Todd y yo contra Ravenclaw. ¿Vais a venir?
ESTÁS LEYENDO
𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
Любовные романыMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
