MELIAN
No podía pensar con claridad, pero de repente sentí cómo su mano rozaba los botones de mi camisa. Me tensé, porque nunca habíamos llegado tan lejos, nunca había pasado algo así.
De repente, se detuvo antes de abrir el primer botón. Me miró fijamente, y antes de que pudiera reaccionar, hablé yo:
—Draco... nunca lo he hecho —dije, jadeando un poco por la tensión de la situación.
—¿Nunca has...follado? —preguntó él, con un toque de sorpresa en la voz.
—Sí... soy virgen —confesé, bajando un poco la mirada, sonrojada.
Él sonrió suavemente, y sentí un escalofrío recorrerme la espalda.
—Entonces no quiero que nuestra primera vez sea así —dijo, tierno, apoyando su frente contra la mía. Me miró y agregó con una sonrisa—. Pensaba que ya lo habías hecho, pero no hay nada de lo que debas avergonzarte. Cada cosa a su tiempo.
Sentí cómo mi corazón se aceleraba. Sabía que lo decía en serio; él me conocía, sabía cuánto me sonrojaba y cómo me incomodaba la idea de apresurarme.
—Lo sé... pero todos hablan de eso como si fuera normal, como si todos lo hubieran hecho —dije bajito, jugando con los pliegues de mi camisa.
—No te preocupes —dijo, posando un beso suave en mi frente—. Cuando estés lista, lo haremos. Pero todavía no es el momento y me hace super feliz saber, que puedo ser yo quien tenga el privilegio de hacerte mía.
Nos quedamos un momento en silencio, respirando juntos, escuchando el latido del corazón del otro. Era un silencio cómodo, lleno de cercanía y complicidad. Luego se acurrucó conmigo y mas tarde se despidió para ir a dormir, y me dejó con una sensación cálida que no podía describir.
Mientras me quedaba pensando, comprendí algo importante: Draco y yo no habíamos cambiado en lo esencial, solo que ahora estábamos más cerca, más conectados. Cada conversación, cada gesto, parecía cargado de un magnetismo que no podía ignorar. Desde nuestro primer beso, sentía un hilo invisible que me pedía permanecer junto a él, y me encantaba.
Quería perder mi virginidad algún día, pero no sabía si sería con Draco... no antes de que nuestra relación fuera oficial. Quería que fuera especial, que él lo pidiera de verdad. Él me había prometido esperar hasta que estuviera lista, y aunque sentía que ya estaba preparada, quería que todo fuera perfecto, con la persona adecuada, en el momento adecuado.
A la mañana siguiente pasé todas las clases con Hermione. Cada vez hablaba menos con los chicos, pero ellos siempre serían mi familia.
—¿Qué tal estás? Se os ve muy bien —dijo Hermione antes de empezar la clase.
—Estoy muy bien, y sí, por ahora estoy genial con él —respondí sonriendo.
—Diría que hasta le has cambiado un poco... ya no lo veo molestando tanto a la gente —bromeó.
—Imposible, es Draco Malfoy —reí, compartiendo su mirada divertida.
Las clases pasaron tranquilas. Me gusta hacer pareja con Hermione, porque se lo toma todo en serio como yo. Pero también me encanta pasar tiempo con Draco, porque con él todo es juego, risas y pequeñas miradas cómplices que me hacen sonrojar.
Al terminar la última clase, Draco apareció junto a mí. Tomó mi mano y salimos juntos.
—¿Qué tal las clases hoy? —me preguntó, posando suaves besos alrededor de mi cara.
—Bien, he estado concentrada —dije, sonriendo mientras dejaba que su cercanía me envolviera. Nunca había disfrutado tanto los pequeños gestos, pero con él me sentía cómoda y segura.
—Me alegro... pero recuerda que me dejaste solo —hizo un puchero dramático, como siempre.
—No exageres, estabas con Blaise —respondí, tratando de disimular mi sonrisa.
—No te lo voy a perdonar nunca. ¿Vas a venir hoy al partido? —preguntó cambiando de tema.
—No, no tengo tiempo, y Artisa tampoco —mentí, viendo cómo sus ojos se nublaban con un pequeño atisbo de decepción. Quise alargar un poco la broma.
—¿Qué? Me dijiste que sí veníais —se sorprendió.
—Lo siento, me encantaría, pero de verdad no podemos —utilicé su mismo tono de voz, ojos de cordero incluidos.
—Bueno, no puedo hacer nada si no queréis venir —dijo, cruzándose de brazos. Su enfado era ligero, pero palpable. Pensé en decirle la verdad después.
Me di cuenta de algo: Draco se molesta cuando las cosas no van como él quiere, pero su enojo pasa rápido, igual que cuando éramos pequeños.
—Lo siento, Draco. No te enfades. Me encantaría ir, pero de verdad no puedo —dije, acariciando su mano con mi dedo.
Su expresión se suavizó, se inclinó y me dio un beso en la frente.
—Está bien... aunque me gusta que vengas a verme —susurró, aún con un toque de molestia en la voz.
—Para el final sí estaré. Sé que vais a ganar, así que iré a felicitarte —traté de tranquilizarlo.
—Gracias, preciosa —me abrazó antes de irse al entrenamiento. Aun quedaba un pequeño enfado, pero se tomó bien mi excusa.
Volví a mi habitación, donde me esperaban mis compañeras para vestirme y salir rápido al campo de Quidditch. La emoción del juego y la cercanía de Draco me mantenían con una sonrisa tonta que no podía borrar.
ESTÁS LEYENDO
𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
RomanceMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
