Narrador omnisciente
Mattheo no se movió del marco de la puerta.
Observaba a Melian como un depredador curioso, sin prisa, sin miedo, disfrutando del silencio que la envolvía.
Ella, en cambio, estaba rígida, con los dedos tensos alrededor de la mesa que tenía detrás.
Su respiración era acelerada.
Demasiado.
El nombre de Draco todavía latía en su pecho.
—Tú... —susurró ella, casi sin voz, pero con una furia que empezaba a encenderse.
Mattheo arqueó apenas una ceja.
Le encantaba ese tono.
Le encantaba verla temblar... aunque no entendía por qué le molestaba tanto que ese temblor fuera de rabia.
—¿Yo qué? —preguntó, caminando lento hacia ella, como si cada paso fuera una provocación calculada.
Melian tragó saliva, el corazón golpeándole fuerte.
—¡Tú rompiste la carta! —soltó por fin, la voz cargada de algo que ni ella sabía si era ira, decepción o miedo—. La carta que dejé para Draco. La única forma que tenía de explicarle por qué me iba. Tú la destruiste.
Por un instante, algo pinchó dentro de Mattheo.
No era ira.
No era diversión.
Era algo parecido a molestia... pero en un lugar del pecho donde no solía sentir nada.
Lo apartó de inmediato.
Y sonrió.
—Qué astuta te has vuelto —respondió en un murmullo bajo—. No voy a negarlo. Sí, Melian. Fui yo.
Ella sintió el golpe como un puñetazo directo al estómago.
—¿Por qué harías algo así? —preguntó, acercándose un paso, sin saber si quería golpearlo o llorar—. ¿Qué ganas con arruinar algo que no te pertenece? ¿Qué ganas con meterte entre nosotros?
La pregunta fue una lanza.
Y Mattheo la sintió.
Sintió el filo entrando.
Y le irritó.
No por la acusación... sino por lo que removió dentro de él. ¿Por qué me siento así? Se preguntó para sí mismo.
Trato de olvidar lo que llevaba dentro, se recompuso rápido y volvió en sí. Por eso sonrió otra vez, más lento, más oscuro, como quien se esconde bien.
—¿De verdad no lo ves? —susurró, inclinando un poco la cabeza—. ¿De verdad no te das cuenta de quién es Draco Malfoy?
Melian frunció el ceño, retrocediendo un poco.
Ese cambio de tono... la desconcertó.
Mattheo lo notó.
Y avanzó.
—Lucius es un mortífago —empezó con calma, como quien habla de una verdad obvia—. Y Draco, aunque intente ir de héroe contigo... lleva en la sangre lo mismo. La misma ideología. La misma educación. La misma frialdad.
Los ojos de Melian se abrieron apenas.
No quería escucharlo.
Pero tampoco podía evitar sentir la punzada de duda.
—No tienes ni idea —respondió ella en un susurro tenso—. Draco no es así conmigo. Nunca lo ha sido.
Mattheo soltó una risa suave.
No esquiva.
No cruel.
Peligrosamente sincera.
—¿No? ¿Estás segura? —dio otro paso, obligándola a levantar la barbilla para seguir viéndolo—. Porque mientras tú te desvivías por dejarle una nota explicándole por qué te ibas... él se largó a su casa.
El golpe fue directo.
Melian parpadeó, confundida.
—No... no sabía eso. Snape me dijo...
—Snape no sabe la mitad de lo que pasa en esta escuela —la interrumpió Mattheo, sin levantar la voz—. Draco se fue sin pensarlo. Sin preocuparse por ti. Sin preguntarse si estabas bien. Y lo peor...
ESTÁS LEYENDO
𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
CintaMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
