CAPÍTULO 6

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El chico entró. Escuchaba cómo forcejeaba con la puerta del dormitorio, mientras mi respiración se volvía más corta y desesperada. Era como si, cuanto más cerca estaba la ayuda, más rápido me ahogaba.

La puerta principal se abrió de golpe, chocando contra la pared. Yo seguía pidiendo ayuda, cada vez con menos fuerza. El chico apartó varias cosas que alguien había colocado delante del armario —sin duda había sido Draco en venganza, para que no saliera y él sabía lo mal que lo pasaría—. Para mí fueron horas, pero por fin la puerta del armario cedió y la luz me alcanzó la cara.

Tropecé al salir, temblando. Sentía las mejillas arder, rojas por el llanto y la falta de aire. Y entonces levanté la mirada para descubrir quién me había salvado...

Era Draco.

Lo único que fui capaz de decirle, con la voz rota:

—¡Eres un imbécil! No te vuelvas a acercar a mí.

Le di una bofetada sin pensarlo y salí corriendo. No iba a dejarle verme un segundo más.

A mis espaldas escuché:

—No... Yo no... ¡Espera!

Pero no me detuve. Crucé la puerta de Slytherin sin importarme que cualquiera pudiera verme así. Si me quedaba, él vendría.

Corrí al baño más cercano y me incliné sobre el lavabo. El agua fría me devolvió un poco de calma, pero la voz de Hermione al entrar fue la que me salvó.

—¡Melian, estás aquí! —exclamó, aliviada—. Te estábamos buscando Harry, Ron y yo... y bueno, Draco también.

Al oír su nombre me irguí de golpe, indignada.

—¡No quiero saber nada de él! —grité sin poder evitarlo.

—Vale, vale... ven, vamos a mi habitación —dijo preocupada.

Me dejó en su cama y me dio algo para comer. Acepté sin preguntar; lo necesitaba.

—Voy a buscar a los chicos —anunció antes de salir corriendo.

Cuando regresaron, Harry se sentó a mi lado con el rostro desencajado.

—¿Dónde has estado? No he parado de buscarte —dijo con una sinceridad que me rompió.

No respondí. No podía. Si abría la boca, volvería a derrumbarme. Hermione intervino en mi favor:

—No quiere hablar aún, Harry. Dale tiempo.

Él me abrazó despacio.

—Está bien... te dejamos tranquila.

El resto del día fui a mis clases como un fantasma. No hablé. No miré a nadie. Solo escribí.

Lo único bueno fue que no vi ni a Draco ni a sus amigos. Nadie sabía dónde estaban. No aparecieron en ninguna clase ni en la sala común.

Al día siguiente, mirando por la ventana, lo vi.

Draco salía del castillo con una capa negra, el rostro oculto bajo la capucha. Alzó la mirada en dirección a mi ventana. Mi corazón se disparó y me agaché instintivamente, aun sabiendo que era imposible que me viera desde tan lejos.

Esa misma mañana corrió el rumor de que Crabbe y Goyle estaban en la enfermería, chillando sin parar mientras intentaban curarlos. Nadie sabía qué les había pasado... ni dónde estaba Draco.

Tampoco fue al entrenamiento de Quidditch, algo impensable en él. Me preocupó, aunque quise ignorarlo.

No quería sentir nada por él. Este año había destrozado mi estabilidad, mis recuerdos, mis sentimientos. Había conseguido herirme, algo que creí imposible. Y lo peor... era que jamás pensé que, si alguien lo lograba, sería precisamente Draco.

𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora