Después del jaleo de ayer, hoy me noto extrañamente tranquila... como si mi cuerpo descansara, pero mi mente siguiera en guardia. Al abrir los ojos, vi a Draco sentado en el borde de mi cama, con los codos en las rodillas y las manos entrelazadas sobre la cabeza. Tenía una postura que no le había visto nunca.
—¿Qué te pasa, Draco? —pregunté, incorporándome un poco.
Levantó la vista.
—Buenos días, dormilona. Te estaba esperando. Necesito decirte algo.
Esa expresión... no era preocupación. Era algo más oscuro, como si hubiera pasado la noche decidiendo si hablar o callarse.
—¿Qué ocurre? Me estás asustando.
—Tranquila —murmuró, ablandándose un poco—. Antes quiero saber cómo estás después de todo lo de ayer.
Suspiré.
—Sorprendentemente... bien. Más tranquila de lo que entré. —Y aunque era confidencial, terminé contándole todo: la conversación, la revelación de mi padre, lo de Regulus, lo de Harry y yo... lo necesitaba. Draco era el que más podía entenderme.
Sonrió con ese gesto tan suyo, entre ternura y resignación.
—Me alegro, Melian. Tu historia... tu familia... es poderosa, más grande de lo que crees. Es mejor descubrirla poco a poco, así puedes digerirla sin romperte.
Lo miré un instante más. Esos ojos grises. Siempre habían sido enigmáticos, pero hoy... parecían arrastrar un peso antiguo, como si supieran más de lo que me contaba.
No era miedo. Era... presagio.
Como si él también estuviera atrapado en una verdad que todavía no podía confesármelo.
Me obligué a romper la mirada.
—Draco, ¿qué hacías aquí? Dijiste que necesitabas decirme algo.
Él tragó saliva. Y eso, en Draco Malfoy, era equivalente a una alarma roja.
—Hoy no estaré en Hogwarts —soltó de golpe—. Quiero que te quedes con Harry, Hermione y Ron. No te me separes de ellos. Estaré fuera hasta mañana. No puedo decirte aún adónde voy, pero cuando pueda... te lo contaré todo. Te lo prometo. Estaré bien.
—Draco... —comencé, sintiendo el nudo en la garganta.
—No te preocupes —me interrumpió enseguida. Se levantó, se inclinó y me dio un beso en la frente—. No tengo tiempo.
Y se fue dejándome con mil preguntas sin respuesta. Sabía que lo hacía aposta: si hablábamos un minuto más, yo no le dejaría marcharse.
Suspiré. Tendría que confiar en él esta vez.
Fui a buscar a mis amigos. Estaban en la sala común desayunando, como si me hubieran estado guardando un sitio. Hermione, lo primero que hizo, fue regañarme por tardona. Luego recordó aquella vieja noticia que nos dio hace meses: a mitad de curso llegaba un nuevo alumno. Pues bien, al parecer ya había llegado. Pero no era una chica, sino un chico.
Hermione no podía contenerse.
—Lo he visto recorriendo los pasillos con un profesor que no reconozco. No hablaban... susurraban. Y él iba cubierto por completo, túnica negra por fuera, roja por dentro... No se le veía ni la cara.
Yo intenté calmar el ambiente.
—Puede que solo sean precavidos. O que venga de una familia que evita llamar la atención. No tenemos por qué preocuparnos.
—Eso mismo —dijo Ron con toda la tranquilidad del mundo—. Si pasa algo malo, que se encarguen otros.
—Vamos a clase —sentenció Hermione ignorándolo.
Pasamos la mañana entre clases. A la salida, Hermione quiso ir a Las Tres Escobas para hablar conmigo. Todo el camino volvió con el tema del chico misterioso: por qué se ocultaba, por qué susurraban... Yo me esforzaba en quitarle hierro, aunque debo admitir que algo dentro de mí sí se inquietaba. No por el chico, sino por Draco.
Porque Draco no desaparecía así.
No sin decirme más.
No con esa mirada.
Cuando empezó a hacerse tarde, volvimos al castillo. Hermione vio mi preocupación y me apretó el brazo.
—Melian, descansa. Mañana será otro día.
Asentí.
—Gracias... aunque no sé si podré dormir.
—Si necesitas algo, estamos aquí —sonrió antes de despedirse.
Serían las diez, no muy tarde, pero Hogwarts estaba demasiado silencioso. Subí las escaleras hacia mi dormitorio. Cada peldaño me pesaba como si subiera hacia algo inevitable. Cuando llegué, la puerta estaba entornada... algo inusual.
Entré.
Oscuridad total.
Las cortinas cerradas.
Y el cuarto... revuelto. Como si alguien hubiese entrado y buscado algo con prisa.
El aire estaba frío.
Demasiado frío.
Sentí un escalofrío recorriéndome la columna.
Una presencia.
Un eco.
Un susurro casi imperceptible como un aliento detrás de mi nuca...
«Melian...»
Mi corazón se detuvo.
Lo conocía.
Ese susurro lo había escuchado antes.
El murmullo lejano.
El mismo tono que Regulus usaba en esos mensajes que nunca supe si eran recuerdos o advertencias.
No podía estar muerto.
No así.
No con tanta intensidad...
No con ese frío que parecía abrir una grieta entre su mundo y el mío.
Tragué saliva. No dije nada en voz alta. Si estaba allí... era solo una sombra. Una advertencia. O un recuerdo mal interpretado.
Miré mi cama.
Sobre las tablas había un moco azul extraño, espeso, como una baba mágica que se deshace con lentitud.
Mi colchón... casi en el suelo.
Las sábanas tiradas.
Y encima, una carta.
Blanco amarillenta. Antigua.
Vibraba levemente, como si acabara de ser dejada allí.
Al darle la vuelta, vi las iniciales:
Para MB
De: (iniciales emborronadas)
Eran mis iniciales.
Pero las del remitente estaban borradas a propósito.
La abrí.
Mis manos temblaban ligeramente, aunque no era del todo miedo.
Dentro decía:
"Estoy más cerca de lo que crees,
donde la sombra abraza la fría cornisa.
Bajo las estrellas que tanto deseas,
mi mano será la última que te avisa.
No traigas luz, no traigas voz,
pues este cielo será tu prisión y altar.
Cuando me veas, no habrá adiós...
Solo un destino que no podrás cambiar."
Mi corazón latía como si quisiera salirse.
No era una carta cualquiera.
Era una llamada.
Una amenaza.
Y un desafío.
Mis pensamientos se aceleraron mientras deducía cada verso.
La torre de Astronomía.
El único lugar donde la sombra abraza la cornisa...
donde las estrellas siempre habían sido mi debilidad...
Podía ser una trampa.
Seguro que lo era.
Pero había algo más.
Una vibración en mis manos.
Una sensación en mi pecho.
Una certeza.
Regulus.
No era él el autor... pero estaba involucrado.
De alguna manera, lo sentía.
Como si su sombra se hubiera mezclado con la amenaza.
Como si el pasado quisiera empujarme hacia adelante.
Y yo... no podía ignorarlo.
Me puse la capa, agarré mi escoba y corrí. No iba a entrar por la puerta. Quería sorprender, no ser sorprendida.
Volé hacia la torre, escondiéndome tras otra torre cercana.
Todo estaba oscuro.
Demasiado tranquilo.
Igual que antes del trueno.
¿Me habría equivocado?
¿O me estaban esperando?
Me acerqué.
Nada.
Ni un ruido.
Ni un aliento.
Entré en la clase.
Silencio absoluto.
Mi varita delante, lista para atacar.
Pisé la loseta central.
Un crujido.
Luego...
un temblor.
El suelo vibró bajo mis pies como si algo colosal despertara bajo la piedra.
Y entonces...
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𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
RomanceMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
