60. Enfermería Mattheo

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Mattheo

Severus apareció en la biblioteca, justo donde descansaba.
— Ven, vamos a hablar de condiciones— dijo frío como siempre.

Salimos fuera de la biblioteca y nos alejamos un poco para poder hablar tranquilos.

— Draco podrá estar con ella desde la mañana hasta media tarde, sin embargo tú solo podrás verla a partir de la media tarde hasta las doce, procurar no encontraros— dijo serio, esperando mi sumisión y aceptación. Eso no iba a pasar.

—¿Media tarde? —escupí, cruzando los brazos y clavando los ojos en Severus—. ¡No es justo! Draco no tiene que estar más tiempo que yo, no después de lo que pasó. Si él no hubiera estado ahí, nada de esto habría sucedido.— Dije sin pensar, ¿por qué me importaba estar más o menos tiempo con Melian?

—No discutas —replicó con su tono gélido—. Será lo mejor para ella.

De repente Severus me apunta con la varita y me lanza un hechizo. Hace que me retuerza de dolor, la cabeza me empieza a palpitar y yo me ahogo en un grito desesperado.

—¡¿Qué demonios haces?! —grité, mientras sentía cómo un calambre recorría mi cuerpo—. ¡Me retuerces como si fuera un muñeco!

—Así tu padre no podrá escucharnos —dijo sin mover un músculo de su rostro—. Podrás hablar, actuar, estar tranquilo... sin que Voldemort esté al tanto de tus movimientos. Solo él escucha, y ahora no lo hará.

Me incorporé de golpe, los ojos ardiendo de frustración.

—¿Cómo sabes que soy hijo de Voldemort? ¿Cómo sabes lo que él querría hacer conmigo? —pregunté, con la furia casi rompiéndome la garganta—.

—Estúpido —escupió, sin amabilidad—. Fui yo quien te metió en Hogwarts por orden de tu padre. Debía vigilarte, no sabía bien cuál es el cometido de tu padre. Pero al ver tu comportamiento cerca de ella, al ver cómo tu magia reacciona con la de Melian, supe algo: no le harías daño.

—¿Y cómo puedes estar tan seguro de eso? —grité, dando un paso adelante—. ¡No entiendes nada, Severus!

—Quiero proteger a Melian, la quiero casi como una hija—dijo, clavando en mí una mirada que quemaba—. Y no permitiré que Voldemort haga nada que pueda lastimarla. Ni a ella ni a ti. No sé el objetivo exacto que tu padre tenía para ti aquí, pero lo que he visto... tu conexión con ella es diferente. Especial. Potente. Peligrosa. Y tú no la controlas aún. Y aunque lo niegues, sabes que ella se ha vuelto importante para ti. Lo sé por cómo actúas con ella.

Pensé en lo que dijo, sí estaba perdiendo el cometido de mi padre, no iba a negarlo más, no a severus porque negarlo con él es imposible ya lo había visto, no quería que Melian sufriese y por más que me esfuerce, no entiendo por qué con ella es distinto.

Me tensé. La mezcla de advertencia y protección me enfurecía y al mismo tiempo me aliviaba.

—¿Qué me estás queriendo decir? —dije, mordiendo la lengua para no gritar—. ¿Crees que no puedo controlarme, Severus? ¿Crees que soy un monstruo?

—Si no lo fueras, estarías muerto —replicó sin inmutarse, casi con desprecio—. Pero lo eres, Mattheo. Tienes un potencial que tú padre quiso que adoptaras y una conexión con ella que podría matarla si pierdes el control.

—¿Matarla? —mi voz se quebró—. ¡Eso no pasará!— deje salir sin que pudiera siquiera pensarlo.

—Lo harías si no tuvieras cuidado y haces lo que tu padre te ordena —dijo con frialdad absoluta—. Pero no lo harás. Porque veo lo que otros no ven: tu magia y la de ella no solo se encuentran... se alimentan, se amplifican. La desestabilizas si pierdes el control. Ella no puede tolerarlo. Y tú... necesitas aprender a contenerlo. Con ella ya no eres el Mattheo que crearon...

𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora