El eco de las palabras de Lucius aún resonaba en mi mente:
"A veces, las decisiones que parecen simples son las que cambian todo."
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Me quedé pensando un rato y decidí salir de allí para despejar la mente.
No se bien que pasó, solo se que salí corriendo y me quede abajo, esperando a que el partido termine, pero no espere mucho ya que el partido estaba siendo intenso y entraron en descanso.
Estaba un poco alejada del campo, pero tampoco mucho, vi como mis amigas corrieron hacia mí y detrás de ellas, estaba Draco con cara de preocupación.
Draco corrió más rápido y llego antes que ellas y me cogió de la cara.
—¡lo estas haciendo increíble! —exclamé, intentando mostrar la felicidad que sentía, aunque en mi cabeza solo rondaban dudas y miedos.
Draco no respondió de inmediato. Me abrazó con fuerza y me habló al oído:
—Gracias, cariño. Pero eso no es lo importante ahora. Sobre mi padre... sé que lo que te ha dicho puede afectarte. Quédate con todos mientras termino el partido, luego hablaré con él. No te pasará nada mientras esté aquí.
Antes de que pudiera responder, se giró y corrió hacia donde estaban sus compañeros. Mi curiosidad y temor se mezclaban: ¿qué trama Lucius? ¿Por qué interesarse tanto en mí?
Mis amigas, Artemisa y Daphne, se sentaron a mi lado con expresiones preocupadas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Artemisa, tomando mi mano.
—Solo quiere que coma el fin de semana en su casa —respondí, intentando sonar tranquila.
—¿Sabe que es tu suegro? —dijo Daphne, con voz entre asustada y confusa.
—¡No! Bueno... eso espero que vergüenza —musité, medio riéndome para disimular—.
—Vergüenza, más bien miedo. Lucius es... muy raro y recto. Además, ¿por qué te ha invitado si no? —opinó Artemisa.
Suspiré, repasando mentalmente lo ocurrido. Lucius había mencionado a mi tío Regulus, insinuando que había pasos que yo también debía seguir, aunque sin llegar a los últimos porque según él murió, pero no puede ser, mi tío me habla. Esa frase había sido suficiente para que mi estómago se retorciera.
—¿A dónde quiere llegar Lucius? —pregunté, más para mí misma que para ellas.
—Es hora de que sepas de tu tío —intervino una voz grave detrás de mí.
Me giré. Solo había una persona que hablara así: Severus Snape.
—Cuando tu padre pueda venir, te contaremos todo. Yo no soy la persona indicada, y vosotras tampoco —dijo, dirigiéndose a Artemisa y Daphne—. Solo te pido paciencia y precaución, Melian.
Antes de que pudiera replicar, se alejó con su paso característico, silencioso pero intimidante. Mi corazón latía tan rápido que sentía que cualquiera podría escucharlo.
Al fondo, el partido había terminado: Draco había atrapado la snitch. Un rugido de los espectadores llenó el estadio, pero yo apenas lo escuchaba. Me sentía atrapada entre el miedo, la curiosidad y la fascinación por lo que acababa de suceder.
Draco corrió hacia mí inmediatamente después del pitido final, con la adrenalina del partido mezclada con la preocupación que siempre me tenía. Me tomó la cara entre sus manos, sus ojos buscando los míos:
—Enhorabuena... —dije, pero mi voz sonaba apagada incluso para mí.
—Gracias, cariño —susurró, acercándose para susurrarme al oído—. Ahora voy a hablar con él. No te muevas de aquí, no quiero que nada te sorprenda.
Su beso en la nariz fue reconfortante, y lo vi alejarse, decidido a encarar a su padre. Un escalofrío recorrió mi espalda: ¿qué conversación tendría con Lucius? Sabía que no sería trivial.
Mientras Draco desaparecía entre los jugadores y el público, mis amigas me rodearon. Artemisa y Daphne intentaban interpretar la situación, pero solo conseguían intensificar mis dudas.
—Tiene que haber otra razón —dijo Daphne, con el ceño fruncido—. Lucius no actúa sin motivo.
—Sí —añadí—, habló de mi tío. Dijo que siguió pasos que quizá yo también debería, pero sin llegar a los últimos...
—No... puede... ser —murmuró Artemisa, con voz temblorosa.
Antes de que pudiera preguntar más, una nube negra apareció en el cielo. Los murmullos del público se apagaron al instante: todos sabíamos lo que eso significaba. Mortífagos.
—¡Vámonos, Melian! No puedes estar aquí —ordenó Eduard, cogiendo mi brazo y transportándome rápidamente a mi habitación.
—¿Cómo estás? —preguntó mientras me ayudaba a sentarme en la cama.
—Rayada... muy rayada —admití, apoyando la cabeza en su hombro.
—Es mejor que no venga nadie más —dijo, hechizando la puerta para que no pudieran abrirla—. Escúchame, Melian: mantén la mente fría y no dejes que esto te afecte.
—Lo sé... —susurré—. Voy a descubrir uno de mis pilares, algo que llevaba tiempo esperando. Pero ahora... no sé si estoy lista.
—Claro que lo estás —me consoló Eduard—. Siempre estás preparada para todo. Solo será otra verdad más en tu vida. Te afectará, sí, pero yo estaré aquí para lo que necesites.
Lo abracé con fuerza. Reímos un rato, pero luego el silencio me reclamó. Me acurruqué en él, sintiendo su calor, y cerré los ojos.
Mi mente, sin embargo, no dejaba de girar: Lucius Malfoy estaba observando. Mi tío Regulus guardaba secretos que me afectarían. Y Draco... Draco estaba enfrentándose a su padre, posiblemente en un juego mucho más peligroso de lo que imaginaba.
Sabía que, aunque estuviera rodeada de amigos y cariño, estaba entrando en un mundo donde cada decisión, cada gesto, tendría consecuencias.
Y yo no podía darme el lujo de fallar.
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𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
RomanceMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
