Cañitulo 33. Un nuevo susurro

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El día después de la fiesta y de la tensión acumulada por la pelea amaneció con una calma extraña. Me desperté más temprano de lo habitual, y aunque la cama parecía acogedora, no podía dejar de pensar en todo lo que había ocurrido la noche anterior. La música, las risas, los susurros de los invitados... y el instante en que todo se tornó serio, cuando las cosas entre Draco y Mattheo casi se descontrolan. Había sido un momento intenso y, aunque todo terminó sin mayores consecuencias, mi mente no dejaba de repasar cada gesto, cada palabra que se había cruzado.

Al bajar a la sala común, me encontré con Harry y Hermione ya desayunando. Sus miradas se cruzaron conmigo y pude notar una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Melian —dijo Harry, con su característico tono directo—, ¿estás bien? Ayer fue bastante... intenso, ¿no?

Asentí con una sonrisa, aunque no del todo convincente. —Sí, estoy bien. Solo sigo pensando en lo que pasó... en cómo todo se salió de control tan rápido.

Hermione, como siempre la más analítica, se inclinó hacia mí mientras tomaba un sorbo de su té. —No fue solo una pelea, Melian. También fue un reflejo de lo que llevamos dentro todos nosotros. Tú manejaste todo de forma increíble. Muchos habrían perdido la calma, pero tú mantuviste la cabeza fría. —Me sonrió—. Y además... tú sabes, no cualquiera tiene el talento que tienes para resolver estas situaciones y mantener la autoridad sin levantar la voz.

Sentí que un calor subía por mi pecho. No era que buscara elogios, pero escuchar a Hermione decir eso me hacía darme cuenta de que mis esfuerzos eran reconocidos.

—Gracias, Hermione... —susurré—. A veces no sé si hago suficiente.

—Melian, no seas tan dura contigo misma. De verdad, eres muy buena en todo lo que haces. Nunca olvides eso —dijo Harry, dándome una palmada ligera en el hombro—. Incluso en momentos en los que todo parece caótico, tú tienes una forma de mantener el equilibrio que no muchos poseen.

—Por cierto, ¿han oído algo más sobre ese nuevo chico que llegó? —intervino Hermione de pronto—. Mattheo, ¿verdad? Parece un chico bastante raro.

—Sí —asentí, aunque con cierta cautela—. Lo he visto pasar algunas veces en los pasillos. Parece reservado, he hablado con él unas cuantas veces y como visteis ayer Draco no lo quiere cerca de mí, después de anoche no lo volví a ver.

Harry arqueó una ceja, intrigado. —Sí... hay algo raro en él. No solo por cómo se viste, sino por la forma en la que actuó ayer. Me recuerda a... bueno, a alguien que prefiere que las cosas no se vean.

Mientras hablábamos, un leve susurro pareció rozar mi oído, tan suave que por un instante creí haber imaginado. Una voz grave, apenas audible, que me hizo estremecer:

"Prepárate...". "Melian... no vayas sola."

Me quedé helada, y Harry y Hermione notaron mi reacción. Pero no dije nada; mi tío Regulus me vuelve a hablar. Apenas un segundo después, el susurro desapareció, dejándome con una sensación extraña, como si me hubiera observado desde las sombras.

—¿Melian? —preguntó Hermione, frunciendo el ceño—. ¿Estás bien?

Asentí rápidamente, forzando una sonrisa. —Sí... solo estaba pensando. Ayer fue un día largo, ya saben, la fiesta y todo lo demás...

Harry me miró con preocupación, pero no insistió. —Está bien. Pero recuerda, Melian, si algo raro pasa, no dudes en decírnoslo. Estamos aquí para ti.

Después del desayuno, tuvimos clase con Severus. Como siempre, su presencia imponía y me mantenía alerta. La lección se centró en pociones avanzadas, y aunque al principio parecía rutinaria, no podía dejar de sentir que todo tenía un trasfondo más profundo. Severus pasaba por los pasillos observando cada movimiento, y me sorprendió cómo, a pesar de su estricta vigilancia, me dio una mirada que parecía decir: "Buen trabajo, no lo olvides".

La clase terminó y, mientras recogía mis cosas, reflexioné sobre cómo, a veces, incluso en los momentos más cotidianos, uno puede aprender más de sí mismo. Mis habilidades, mi rapidez de pensamiento y la manera en que me mantenía firme en medio del caos no eran casualidad; formaban parte de quién era y de todo lo que mi familia y el pasado me habían enseñado, aunque ahora me pareciera un camino lleno de incógnitas y peligros.

Más tarde, en la sala común, me senté junto a Harry y Hermione de nuevo. Hablábamos sobre Mattheo y lo extraño de su llegada, mientras yo no podía dejar de sentir que el susurro seguía resonando en mi mente.

"Prepárate...", repetía sin cesar en mi cabeza, con un eco que parecía crecer cada vez que pensaba en la cena que tendría con Lucius Malfoy. Todo encajaba demasiado bien para ser casualidad: la fiesta, la pelea, la presencia de Mattheo, y ahora ese aviso. Algo estaba por suceder, y aunque no podía ver claramente qué, sabía que sería importante.

Hermione estaba señalando un libro de hechizos antiguos, y Harry revisaba sus apuntes, pero yo no podía concentrarme del todo. Cada sonido, cada sombra, cada rincón de la sala me recordaba que no estaba sola.

Finalmente, la tarde avanzó sin mayores incidentes, pero el presagio seguía allí, oculto entre los murmullos de los amigos, entre las paredes de Hogwarts y en el aire que me rodeaba. No podía compartirlo, no aún, pero algo me decía que debía prepararme. No sabía cómo ni por qué, pero la voz de mi tío, Regulus, había vuelto a aparecer, y con ella, la certeza de que nada sería tan sencillo como parecía.

El día terminó con una sensación de calma aparente, pero mi mente no descansaba. Sabía que la noche traería más preguntas que respuestas, y que cada instante contaría. Mientras me acomodaba para dormir, recordé la fiesta, la pelea, las risas, y el momento en que todo cambió. Todo parecía un hilo fino que unía la felicidad con la amenaza latente, y aunque me doliera admitirlo, estaba lista para enfrentar lo que viniera... aunque la voz de Regulus aún flotara en mis pensamientos, silenciosa pero insistente, como un recordatorio de que lo desconocido estaba mucho más cerca de lo que imaginaba.

𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora