El resto del camino junto a Draco se hizo lento. No por la distancia, sino por la tensión que todavía lo rodeaba como una nube espesa. Yo podía sentirla en la rigidez de sus hombros, en la forma en que apretaba la mandíbula, en los silencios que se volvían más pesados de lo normal.
Cuando por fin llegamos cerca de la entrada de la Sala Común, Draco se detuvo.
No me miró al principio; tenía la mirada clavada en el suelo, los dedos cerrándose y abriéndose a los lados del cuerpo, como si luchara consigo mismo.
—Melian... —murmuró, casi en un susurro áspero—. No me gusta cómo te mira.
Me quedé quieta.
—Draco...
—No es que no confíe en ti —interrumpió, con la voz tensa, herida—. Es que siento que... que no soy suficiente. Que cualquier cosa que haga él lo arruina. Y tú... tú eres lo más importante que tengo.
Ese quiebre.
Ese temblor tan sutil en su voz.
Eso me desarmó.
Di un paso hacia él, tomé su rostro entre mis manos y lo obligué a mirarme.
—Draco, mírame bien —susurré, sin apartar mis ojos de los suyos—. Eres suficiente. Para mí. Más que suficiente. No quiero que dudes de eso ni un segundo.
Su respiración tembló al exhalar.
—Es que te juro que cuando lo vi tan cerca de ti... —bajó la mirada, dolido— sentí que lo podía perder todo.
—No vas a perderme —respondí con suavidad—. No mientras tú me quieras.
Él levantó la vista despacio, como si necesitara asegurarse de que yo decía la verdad.
Y cuando la vio —cuando vio la certeza en mi mirada— algo dentro de él se aflojó.
Como si dejara caer un peso que llevaba días cargando.
Draco me abrazó de golpe.
Fuerte.
Como si me necesitara.
Como si se estuviera aferrando a mí para no hundirse.
—Lo siento —susurró contra mi cuello—. Soy un idiota a veces.
—Un idiota al que quiero —respondí, sonriendo contra su hombro.
Él se separó un poco, solo para mirarme de cerca. Su mano subió a mi mejilla, su pulgar rozó mi piel con una delicadeza que me encendió por dentro, y...
Me besó.
No un beso rápido o inseguro.
No.
Fue un beso lleno de necesidad, de alivio, de cariño profundo.
Una mezcla que solo él podía hacer sentir así.
Mis manos fueron a su nuca, su cuerpo se pegó al mío, su respiración se volvió más intensa.
Cuando se separó, tenía los ojos más cálidos que nunca.
—Quédate conmigo esta noche —pidió, sin rodeos.
Y yo solo asentí.
━━━━━━━━━━
La habitación de Draco estaba silenciosa, iluminada apenas por una lámpara tenue. Él me dejó entrar primero, cerró la puerta detrás de nosotros y, por un momento, se quedó observándome en silencio.
No había tensión.
No había dudas.
Solo... él y yo.
Se acercó despacio, como si saboreara cada paso.
Sus dedos rozaron mi brazo, luego mi cadera, luego mi rostro.
Me besó de nuevo, más suave esta vez, como si quisiera memorizarme.
Terminamos tumbados en su cama, envueltos en sus sábanas verdes oscuras, su brazo rodeando mi cintura, mis piernas entrelazadas con las suyas.
Draco respiraba contra mi cuello.
Yo podía sentir su pecho subir y bajar lentamente.
ESTÁS LEYENDO
𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
RomanceMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
