—Melian, quiero contarte algo importante —dijo Draco, con un tono extraño, como si le pesara cada palabra.
—Sabes que estoy aquí para escucharte y apoyarte —respondí despacio, intentando que se sintiera seguro.
Draco respiró hondo antes de hablar.
—Sé que ese chico era mortífago porque... —vaciló; pude notar cómo el tema le rozaba heridas profundas— porque mis padres también lo son.
Lo dijo de golpe, como si quisiera arrancarse la verdad del pecho.
No me sorprendió. Quizá siempre lo intuí, aunque nunca me lo hubiera permitido pensar claramente. Aun así, me levanté, me acerqué y me senté frente a él, pasando mis piernas por encima de las suyas para quedar más cerca. Lo abracé con fuerza, sin decir nada.
El silencio cálido era lo único que necesitaba. Él lo entendió.
—Gracias, Mel —susurró cuando me separé. Le sonreí.
—Mientras tú no lo seas, no tengo nada de qué preocuparme —dije tras una breve pausa—. Deberíamos volver ya, mañana hay clases... y hoy ya nos las hemos saltado todas.
—Vale... vamos —asintió, recuperando un poco la calma.
Caminamos de vuelta hablando de tonterías de la infancia: cómo nos habíamos portado fatal con algunos niños, nuestras caídas absurdas, los líos inútiles. Reímos tanto que me dolían las mejillas. Había echado de menos eso.
Al llegar a la habitación, entramos sin hacer ruido. Nos metimos en nuestras camas y, antes de dormirnos, intercambiamos un suave:
—Buenas noches, Mel.
—Buenas noches, Draco.
⸻
AL DÍA SIGUIENTE
Me levanté, me lavé los dientes, la cara, me peiné y me vestí. Draco ya había adoptado la costumbre de arreglarse conmigo; cuando llegaba el momento de vestirnos, él salía y yo me quedaba dentro. Era más rápido así, y los dos lavabos ayudaban bastante a la hora de peinarnos y limpiarnos.
Fuimos a clase. Yo intentaba atender, mientras Draco hacía el payaso o molestaba a algún alumno. Lo regañaron varias veces, pero como no podían echarlo sin quitarme también a mí, al final dejó de hacerse el gracioso.
En las siguientes clases incluso atendió. Le ayudé con lo que no entendía por estar distraído, aunque realmente no era malo en nada. Fue un día productivo y sorprendentemente divertido.
Cuando terminaron las clases, fuimos a la enfermería para la última revisión antes de que me quitaran la venda. Madame Pomfrey me observó el brazo detenidamente.
—Perfecta —dictaminó—. No tendrás que volver.
Salimos casi corriendo. Detestaba esa venda que picaba sin parar.
Subimos a la habitación. Le avisé a Draco que iba a ducharme y que, si quería, podía invitar a alguien para no aburrirse. Pero negó con la cabeza.
—No, quiero estar tranquilo un rato —dijo, como si necesitara silencio para ordenar pensamientos.
Yo me metí en la ducha, puse música con el aparato que me regalaron mis primos y estuve un buen rato cantando y bailando. Cuando salí, me puse unos joggers y una camiseta fina pegada al cuerpo, cómoda y calentita.
Las canciones seguían sonando, y escuché a Draco tararear por fuera. Salí con el pelo mojado, le tomé las manos y nos pusimos a cantar, saltar y reír a mitad de la habitación. Me sentí libre. Me sentí yo.
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𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
RomanceMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
