Al entrar en la habitación, al pasar por el umbral de la puerta, nuestras muñecas se volvieron a unir automáticamente. Me asusté y pegué un gritito cuando mi mano se lanzó, sin que yo pudiera evitarlo, hacia la de él.
Los dos miramos los brazaletes con recelo y, al levantar la mirada, nuestros ojos se encontraron. Sentí una chispa que saltaba desde mis ojos hacia los suyos por la rabia contenida, y bajé rápidamente la mirada para no mostrar debilidad.
—Vuestra primera tarea será que ordenéis vuestras cosas —dijo Severus—. Solo cuando hayáis concluido la tarea, los brazaletes se separarán.
Luego cerró la puerta de un golpe. Me alejé de él lo máximo que el brazalete permitía, básicamente un paso, mientras él me observaba en silencio. Estuvimos callados unos segundos que parecieron eternos.
—Venga, vamos a ordenar primero tus cosas —dijo Draco con un tono extraño, más calmado de lo habitual.
—No quiero hacer nada contigo —le respondí seca.
—Para separarnos tenemos que terminar esta tarea. Yo tampoco quiero estar pegado a ti todo el día. Cuando la terminemos, te juro que me alejaré hasta donde se nos permita —me dijo relajado.
—Está bien —contesté, resignada.
Al principio fue un desastre. No podía ordenar mis cosas con una sola mano, y él tampoco lograba mover su brazo hacia donde iba el mío. Tuvimos que coordinarnos, improvisando y chocando varias veces. A veces nos rozábamos por accidente y conteníamos la risa, otras veces la tensión nos dejaba rígidos y serios.
Con el tiempo, le fuimos pillando el truco. Ordenar su lado fue más fácil: tenía muchas menos cosas que yo, y aunque aún nos costaba un poco, ya no era un caos total. Admito que más de una vez contenía la risa, y él también se relajaba cuando me escuchaba reír.
Al colocar la última camiseta, nos miramos fijamente. Durante unos segundos, no pasó nada, pero de repente, los brazaletes se separaron. Dejé salir un suspiro de alivio, como si me hubieran quitado un peso enorme.
—Vale, tenemos que ir a clase —dije poniéndome seria de nuevo.
—¿Para qué? —preguntó él, divertido.
—Solo queda una, no te quejes —contesté, amargada.
—Vale, señorita empollona —dijo en tono burlón.
Rodé los ojos y salí de la habitación. Él me siguió inmediatamente. Al salir, sus amigos estaban cerca, así que Draco se unió a ellos, y yo me alejé un poco, sin querer saber cuál era el castigo exacto del brazalete.
-Que tal el castigo- Dijo Goyle.
-Es una mierda, quiero acabar- Respondió
Me llene de rabia, no sé porque me importó, pero pasó y aún así me quedé allí.
-Pero ¿Cuál el el castigo?- preguntó Goyle
El resopló y dijo - tengo que estar pegado a esta niñata, no podemos separarnos- Dijo muy egocéntrico.
No quería formar un espectáculo, asique me fui, sin importar lo que fuera a pasar. Pero a medida que avanzaba veía que no pasaba nada y me relaje, empecé a pensar que realmente solo querían asustarnos con lo de no alejarnos.
Luego vi a Harry a lo lejos, fui a por el, corrí para llegar antes y le grite para que me viera, había alumnos por todas partes, pero no tantos como para impedir que pasáramos.
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𝔹𝔸𝕁𝕆 𝔼𝕃 𝕄𝕀𝕊𝕄𝕆 ℍ𝔼ℂℍ𝕀ℤ𝕆 ||(+18) Draco Malfoy, Melian Y Mattheo Riddle
Любовные романыMelian es una chica de corazón fuerte y oscuro que no le abre a mucha gente, ella es muy guapa y poderosa y junto a Harry tienen un pasado desastroso. Mientras crecen, Draco un chico de la escuela, molesta mucho a Melian haciendo que no se lleven bi...
