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Seokmin no comprendía el estilo de Joshua, Joshua parecía una caricatura andante, de hecho, tuvo que detenerse y preguntarle si alguna vez se había puesto un suéter alrededor de los hombros con una camisa de color claro debajo, Joshua le dijo que no y eso ayudó a Seokmin a seguir con sus compras.

Vestirse diferente quizás lo haría ser diferente, no lo sabía, su cabeza estaba repleta de eso desde que habló con Joshua sobre las compras, de pronto fue consciente de su forma de vestir y de lo poco que solía importarle. Quizás si se veía mejor entonces... ¿entonces que? ¿seria mejor? ¿le gustaría a las personas? Sus pensamientos se abarrotaban mientras que llevaba de nuevo su collar a los labios.

De pronto no le gustaba del todo como se veía.

Mingyu siempre se veía bien.

Trató de convencerse de que en realidad no solía pensar mucho en eso, quizás solo desde que habló con Joshua acerca de que era guapo aquella noche en el departamento. Era un pensamiento furtivo que ahora latía porque... porque nada.

Miró las bolsas de compras. Era ridículo. Estaba siendo ridículo de nuevo.

—No me gusta la leche de almendras.— Joshua se quejó dejando frente a Seokmin su café, estaban en las sillas altas de una cafetería. —¿venir a este lugar no te recuerda al trabajo? Yo estaría cansado de esto.

—Está bien, no me molesta.— Se encogió en hombros quitándose el collar de la boca. —Siempre y cuando no sea yo quien tenga que preparar el café.

Joshua asintió.

—¿somos demasiado viejos como para entrar a ese lugar?— Joshua apuntó con el dedo y Seokmin giró.

Sonrió de oreja a oreja.

—Si, pero eso lo hace mejor porque será más fácil. Vamos.

Seokmin quería ganarle al montón de mocosos que lo estaba retando. El lugar era claramente infantil, tenía juegos demasiado interesantes y otros demasiado pequeños para él y Joshua, pero era agradable, ni siquiera vio el nombre del lugar y solo se guio por las luces y colores neones alrededor, Joshua era malo en todos los juegos, Seokmin era bueno en todos.

Aun así Joshua fingía que la victoria era de ambos y les presumía a los niños lo bueno que eran en cada uno de ellos.

De pronto su cabeza estaba llena de las risas de los niños y las quejas, de la música debajo, de los colores, de los sonidos de las maquinas y los juegos. De la risa de Joshua.

Le agradaba la risa de Joshua, y le agradaba Joshua. Y quizás era porque Joshua había visto la pequeña tristeza en Seokmin. El gesto amable lo hizo sonreír.


Breathe [Seoksoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora