Capítulo 20: La orden de la reina

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El silencio embargó aquel pasillo oscuro como una noche sin estrellas. Nadie decía una sola palabra, como si la tensión hubiese ahogado cada pensamiento que pudo haber llegado a sus mentes en un abrir y cerrar de ojos. La risa de la de ropas oscuras sacó de su trance de silencio a los tres restantes, captando su total atención. Pronto, la susodicha retomó la palabra al saber de sobra que nadie aparte de sí misma diría algo.

-En cualquier caso, he de retirarme. Yo, que ahora asoy una existencia que viaja con el tiempo mismo, no puedo permanecer demasiado tiempo aquí.

-E-Espera, todavía necesito que respondas algunas de mis dudas. _se apresuró a decir la reina, consternada por sus palabras anteriores_

-He de disculparme entonces, mi tiempo en esta dimensión ha terminado. Volveremos a vernos... _musitó, su sonrisa estática en su rostro, aunque tanto ___ como Kokichi jurarían que miraba su dirección a pesar de solo poder apreciar la mitad inferior de su rostro_

Las plumas que descansaban en el suelo pronto comenzaron a levitar, moviéndose violentamente de un lado a otro mientras que una buena cantidad de las mismas rodeaban a la chica de ropajes azabache, formando así un remolino a su alrededor, el cual, al dispersarse, mostró un lugar vacío donde antes estuvo aquella bruja. La oscuridad que cubría el pasillo desapareció en un parpadeo y las plumas comenzaron a desintegrarse hasta desaparecer. Los tres presentes fueron sacados de su momentánea estupefacción al escuchar los pasos apresurados de las tropas reales, que emergieron al final del pasillo. Magos iban al frente de las mismas.

-¡Alteza! ¡Se encuentra bien? _se apresuró a preguntar uno de los soldados_

-Estoy en perfecto estado. ¿Qué les ha traído a montar semejante alboroto en los pasillos del palacio?

-Los magos nos han guiado, la presencia de la bruja parecía ser más fuerte en el palacio que en la ciudad, pero no hemos dado con ella. _explicó el mismo sujeto, la mirada de muchos reparó en la peli___, a quien permanecieron mirando unos instantes en silencio antes de apuntar sus armas hacia ella_ ¡¿Es esa?! ¡Apresadla! _ordenó, magos y soldados se preparaban para atacar. Pero antes de que la fémina siquiera pudiese manifestar su pánico al ser el blanco de tantos ataques, la reina alzó su mano en señal de cese al fuego, confundiendo a sus tropas_

-La bruja ya no se encuentra en el palacio. Hemos tenido la oportunidad de apreciarla con nuestros propios ojos. _aclaró la reina, las exclamaciones de sorpresa no se hicieron esperar_ Por otro lado, debo pedir que, ahora que el peligro ya no se encuentra amenazándonos, den la orden a los druidas de retirar la barrera. Ya no la necesitamos.

-¿Está segura, majestad?

-Absolutamente. Por otro lado, me gustaría hablar con los ministros. ¿Dónde se encuentran ahora?

-Los ministros se hallab reunidos en la sala de estrategias ahora mismo. El capitán de la guardia real les acompaña y sus fieles aprendices custodian la sala ante el peligro.

La reina no dijo una palabra más y comenzó a caminar, poniendo como destino de su trayectoria la sala de estrategias, la cual se encontraba en el ala derecha del palacio. Al no tener idea de qué hacer o decir, Kokichi y ___ solo siguieron los pasos de la reina. La mirada seria y determinada que poseía la de hebras azules era un claro indicio de que había tomado una resolución de la cual no se desprendería hasta llevarla a cabo. Los ministros discutían descaradamente entre risas y mofas acerca de la situación de la capital real. Teniendo ellos el control, habían hecho hasta lo imposible por incitar los males sobre la reina: desde sus opositores hasta los jueces de la santa tierra de Kartho, los cuales tenían bajo custodia la capital dadas las acciones ilícitas que allí se permitían, aparentemente. Brindaban con copas plateadas repletas de vino mientras reían animadamente, escena que asqueaba profundamente al líder de la guardia real y sus aprendices, pero no podían sino observar aquella función tan aborrecible. La reina abrió la puerta de par en par una vez estuvo ante esta, causando tanta sorpresa en los ministros que algunos incluso dejaron caer sus copas, derramando sus contenidos sobre la gran mesa redonda central de la sala, el suelo o sobre ellos mismos.

-¿Qué significa este espectáculo tan desagradable, señores?

-A-A-A-Alteza _musitó uno de ellos. Inmediatamente todos corrieron a posicionarse ante la de hebras azules, lanzándose al suelo para mostrar sus respetos después de ser vistos en una situación tan vergonzosa_

-Le rogamos que nos disculpe...

-No hay perdón para los traidores. _dijo con seriedad la reina, a lo que sus ministros le miraron espantados_

-¿A-A qué se refiere, majestad? ¿Traidores? ¿N-Nosotros? _cuestionó. Su mirada pronto reparó en los dos acompañantes de la reina, a quienes no evitaron mirar con algo de sorpresa_ ¿Y estos don nadie quiénes son?

-Muestra tus respetos al príncipe de Akreah y a su subordinada, los cuales mostraron tener más valores de lo que alguno de ustedes pudo haber adquirido a lo largo de su vida.

-¿A-Akreah? Creía que la familia real y sus esbirros fueron erradicados... _musitó uno de los ministros, recibiendo una mirada de espanto de sus compañeros y posteriormente cubriendo su boca con su mano al mentar semejantes palabras. Kokichi frunció el ceño ante aquella frase, casi sospechando que aquellos cerdos despreciables tuvieron algo que ver con el ataque a la capital real de su reino_

-¿Disculpa? _preguntó, ligeramente molesto, mientras lanzaba puñales con la mirada a aquel sujeto, que pronto comenzó a negar sin cesar moviendo su gorda cabeza de un lado a otro_

-Leon _llamó la reina. El líder de la guardia real retiró el casco que, a juego con su brillante armadura plateada, cubría su rostro, revelando una cabellera roja como el fuego, ligeramente despeinada, ojos azul grisáceo y un rostro de tez ligeramente bronceada, pero conservando cierta palidez. El sujeto se acercó a la de hebras azules y mostró sus respetos, arrodillándose solo con una de sus rodillas tocando la roja alfombra del suelo_ Da la orden. Apresad a estos traidores y ordena un interrogatorio. No dejes que se guarden ni una sola palabra.

-Como ordene, majestad. _dijo él en respuesta. Acto seguido hizo varias señas a sus aprendices, quienes corrieron fuera de la sala para cumplir con su petición de esparcir entre las tropas la orden de apresar a sus ministros. Sus bienes serían confiscados y sus hogares registrados hasta el último centímetro. Ese mismo día la reina pretendía marcar el fin de la miseria de su gente. Aquel era el primer paso_

Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora