-¿Esperas que nos creamos esas patrañas? _habló Tenko, acercándose de mala gana a la pelinegra, la cual mantenía aquella sonrisa en su rostro sin inmutarse_ ¡Intentabas matarle!
-Nos aferrábamos a una falsa esperanza. Princesa, usted no es ignorante de que las guerras empeoran y la gente sufre sus consecuencias. _habló, mirando a Tenko de reojo_ El espíritu a quien seguíamos, nuestra líder, finalmente ha desaparecido sin dejar rastro, indicando que su sucesor ha despertado totalmente. Le necesitamos, alteza. _se dirigió esta vez al pelimorado_ Le necesitamos para poner fin a la enemistad nuevamente. Una nueva era de paz es necesaria.
-... ¿Es así? _cuestionó Ouma, sin muchos ánimos de prolongar alguna conversación. Ni siquiera cuestionó sus razones o motivos, sus palabras resonaban en su cabeza como un insecto molesto buscando un agujero por el cual salir. Dicho sea de paso, su idea de paz era totalmente diferente de la de Celestia. Celestia solo buscaba una figura a la cual idolatrar después de que el nuevo héroe cesase las confrontas antes de que estallase una guerra tan grande y terrible como la Sacro-Satánica hace ya mucho tiempo. Por su parte, Kokichi solamente quería destruirlo todo y prevenir que un mundo sin sentido como aquel le causa de más problemas. Erradicar a toda la civilización era una idea de paz retorcida, pero con mejores resultados que una paz temporal. Por otro lado, no sabía exactamente qué debía hacer para lograr se objetivo, y Celestia era una perfecta fuente de información_
Sin decir una palabra más, Kokichi caminó hacia Celestia, ignorando los llamados de Tenko o Mikan, ni siquiera se dignó a mirar en dirección a su consejero, Kiyo, por su aprobación. Contrario a esto, el susodicho solamente terminó su trabajo y siguió los pasos del príncipe sin mentar palabra alguna. Claro, Kokichi estaba olvidando algo, lo recordó casi al instante, por lo que se detuvo a medio camino, cosa que confundió a Celestia. El pelimorado dirigió una mirada al pequeño Masaru, el cual no sabía siquiera qué pensar de todo lo que ocurría. ¿Debía llevarlo consigo? Sería la forma más sencilla de cuidar de él.
-... Masaru... Vamos... _le llamó con un tono vago, a lo que el susodicho reaccionó con un respingo, pero no pasó mucho antes de que corriese con él y se aferrase a su brazo temblando como si estuviese muriendo de frío_
-M-Masaru... _musitó Mikan, sorprendida de que el niño hubiese obedecido sin rechistar_
Lo cierto era que Kokichi era lo más cercano que Masaru tenía a una familia. Él y ___ habían sido un sustituto de su familia perdida, y aunque las cosas hubiesen tomado las peores tornas, eso era algo que no cambiaba para él. Si Kokichi se había detenido solo para esperar por él, era porque, muy en el fondo, a pesar de su cambio de actitud, se preocupaba por él. El pelimorado dio unas breves palmadas en su cabeza antes de continuar con su camino, el pequeño pelirrojo siguiendo sus pasos rápidamente.
-¿Se llevará al niño? _cuestionó Celestia, algo molesta y confundida de que le diese prioridad al niño antes que a seguir su supuesto objetivo_
-Métete en tus asuntos... Cualquiera que ose ponerle una mano encima pagará con su cabeza... Espero que la advertencia haya sido clara... _advirtió, Celestia frunció el ceño, pero lo dejó estar. No convenía hacerle enojar y ponerlo en su contra. Miró a Masaru momentáneamente, el niño era lo de menos. Si se había empecinado en llevarlo lo dejaría ser_
Celestia guió el camino, seguida de cerca por su destacamento de escoltas. No muy lejos pudieron avistado un resplandor extraño emerger del suelo, acortando distancia, pudieron apreciar un enorme círculo mágico en el piso. La pelinegra explicó rápidamente que se trataba de un círculo de teletransportación, con el cual se trasladarían rápidamente a su siguiente destino: Las ruinas donde yacía la antigua espada del héroe, la cual, ahora por derecho, pertenecía a Ouma. Primero debían comprobar que fuese totalmente digno del título que acarreaba extrayendo la espada del pedestal en las ruinas en el cual su predecesor lo había dejado.
El cambio súbito del entorno una vez todos pusieron sus pies en el área de aquel círculo sorprendió a quienes no estaban adaptados aún a ello. Se encontraban entre las paredes de las ruinas. El techo había sucumbido al tiempo hacía ya mucho tiempo, una niebla oscura cubría el suelo, impidiendo ver por dónde caminaban, por ello, bajo la orden de Celestia, varios de los "escoltas" ocuparon hechizos de luz para iluminar el camino. Los pasillos eran laberínticos y el aire frío daba malas vibras, pero sabían perfectamente que estaban solos en aquel lugar. Poco después una enorme puerta fue avistada y posteriormente abierta por los escoltas. Salieron al exterior de las ruinas, en frente se alzaban unas escaleras de piedra, presumiblemente hechas por la mano humana. Al ascender las mismas, un pedestal fue avistado en la parte más alta, y justo allí se hallaba la mentada espada. A simple vista no se veía como algo del otro mundo: una espada plateada en su totalidad, de mango enjoyado presumiendo rubíes esféricos y detalles semejantes a enredaderas finas en la empuñadura. La hoja parecía tener una inscripción en letras de algún idioma ya perdido que resplandecían en rojo vivo.
Así pues, Celestia se apartó e invitó al pelimorado a tomar la espada. El susodicho solamente siguió sus indicaciones sin siquiera dirigirle una mirada. Cualquiera esperaría un momento dramático, pero lo cierto es que la espada salió con suma sencillez, fue casi decepcionante.
-Que así sea... _musitó la pelinegra, viendo las inscripciones de la hoja de la espada desaparecer como prueba de que había aceptado a su nuevo dueño_ Ahora pues, alteza, ¿cuál será su curso de acción para poner fin a los conflictos? Nuestra organización está a su completa disposición.
-Lo único que tu grupo de inútiles debe hacer es cuidar de Masaru... Después de lo que han hecho en Siberly no me fío de aliados tan incompetentes. _alegó el de hebras moradas. Incluso estando de espaldas podía sentir la furia que emanaba la pelinegra, pues la verdad era innegable, sus súbditos la habían liado completamente en Siberly, no le sorprendía que Kokichi no se fiase de ellos en lo absoluto_
-Entendido... ¿Qué haremos con la bruja?
-No es relevante.
-¿La princesa de Mirya y compañía?
-Que hagan lo que les plazca.
-Bueno, entonces... _musitó, sintiéndose ligeramente confundida ante sus respuestas tan indiferentes y cortas_ ¿Dónde comenzará?
-... ¿Dónde...? _repitió la pregunta para sí mismo y se sumió en sus pensamientos. ¿A qué reino debería sentenciar primero? ¿Lumys, para saldar la deuda que dejó el odioso de Komaeda? Sería una buena opción y le sentaría de maravilla el cobrarse con intereses todo lo que había hecho... Pero tal vez podría pensar en un mejor comienzo.
Kokichi comenzó a indagar en sus propias memorias irremediablemente. Para su mal humor y desgracia, la mayor parte de sus experiencias recientes habían sido acompañadas por cierta peli___, lo cual hacía que su enojo hacia la humanidad en sí empeorase con cada recuerdo que cruzaba su mente, hasta que llegó a uno en concreto. Recordó aquella ocasión en la que ___ le había contado su experiencia sirviendo a una supuesta familia noble, de la cual tuvo la decencia de salvar a sus hijos y cuidarlos con esmero hasta dejarlos en manos de sus familiares... Y a cambio recibió amenazas, ofensas y maltrato... ¿No eran esos mocosos parientes cercanos de la familia real de ese reino? Teniendo en cuenta de dónde había llegado ___, solo un reino llegaba a su mente.
-... ¿Alteza? _llamó Celestia ante su silencio prolongado_
-... Mi primera parada será el reino de Blitz...
-¿Oh? ¿Por asuntos políticos, tal vez?
-Tengo asuntos pendientes con la familia real...
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Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55
Fanfiction[SEGUNDA PARTE] ____________________________ Después de haber escapado tras el incidente ocurrido en la capital real, ___ y Kokichi se vuelven fugitivos buscados por los grandes imperios con los cuales el reino, ahora en manos de otros, mantenía gue...