Capítulo 21: Espíritus nocturnos

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Esa misma tarde, la reina envió a gran parte de la guardia real con decretos dirigidos a todos los pueblos y ciudades del reino, y se anunció un discurso suyo para la mañana siguiente, el cual sería transmitido a cada ciudadano haciendo uso de sus fieles magos y druidas, pues su magia era útil para usos como aquel. Kokichi comenzaba a entender de qué forma en Siberly se filtraba tan rápido la información a las tropas, no en vano reconocía que, a pesar de que su reino fue superior al de la reina Sayaka, nunca pudieron abatirlos ni disminuir sus fuerzas con tácticas clásicas como emboscadas, infiltraciones o similares. La peliazul les invitó a tomar el té con ella tras haber finalizado sus orientaciones. Dicha hospitalidad hacía que los nervios dominasen a ambos adolescentes. ¿Realmente ella era una enemiga? Viéndola tal cual se comportaba, solo podían pensar que sus ministros eran el principal mal del reino y las guerras que ese mantenía con los demás eran obra suya, Sayaka parecía ser realmente pacífica y comprensiva, si no le daba importancia al hecho de que el príncipe de un reino vecino y enemigo se pasease por sus tierras e incluso le invitaba a tomar el té.

De Nagito no supieron más desde que se fue tras la bruja, en vano, además. Probablemente se habría perdido o habría hallado algo de su interés mientras corría por la ciudad. A ___ le comenzaba a preocupar también el estado de Fuyuhiko y Masaru, a quienes habían dejado solos por muy largo tiempo. A pesar de sus intentos por excusarse para salir del palacio, la reina Sayaka no lo permitió por algún motivo ajeno a la comprensión de ambos, príncipe y curandera. Esa noche, por tanto, tuvieron que permanecer en los terrenos del palacio. Kokichi estaba demasiado nervioso como para poder siquiera pensar en descansar, y ___ estaba en tal estado de histeria por la preocupación que lo que menos hacía era quedarse quieta en algún sitio de aquella habitación.

-¿P-Por qué crees que no nos deja marchar? _preguntó el pelimorado, viendo a su compañera caminar incesantemente de un sitio a otro_

-No lo sé, pero no me ayuda a relajarme. Me preocupan Nagito, Masaru y Fuyuhiko. ¿Y si les ha pasado algo? Nagito aún no ha vuelto...

-Él puede cuidarse por su cuenta... _musitó el chico, casi como si quisiera ocultar la burla que había en sus palabras. ¿Qué clase de persona, siendo notoriamente débil, se preocupa por un paladín, cuyo rango en sí ya hace suponer al mundo sus capacidades?_

-Pero nunca se sabe cuándo encontrarás a alguien que supera tus capacidades.

-Aún así, ¿en la capital real? ¿Qué es lo peor que puede pasarle? _cuestionó nuevamente, a lo que la peli___ cesó sus movimientos, mostrándose pensativa antes de responder_

-¿Y si encontró algo y se desvió cuando regresaba?

-¿Y a qué puedes estar refiriéndote con "algo"?

-Ya sabe... Los negocios ilícitos que tanto se rumoran... _musitó la fémina, a lo que el de hebras moradas le miró con una muy ligera sorpresa. Tenía sentido, pero aún así, ¿Nagito? ¿Metiéndose en problemas legales de otro reino? Dudaba mucho que quisiera comprometer la situación de su rey al arruinar su reputación de esa forma_

-Aunque Nagito sea un paladín y posea un sello real, ___, no creo que quiera causar un problema a nivel internacional tan a la ligera. Si por un casual la echa a perder, Lumys se verá forzado a recibir las denuncias de Siberly y entrarían en guerra. Lo último que quisiera sería eso, su reino sufrió bastantes bajas y daños en la última guerra territorial.

-¿Tanto así? ¿Y por qué Nagito dejaría su reino si tan malo es su estado actual?

-E-Eso es algo que no puedo decirte. Hay cosas que es mejor no saber ni tocar... Nunca sabes quién puede estar escuchando lo que dices.

-Tiene razón, perdone.

-A-Aunque sí creo que deberíamos intentar buscarlo de todos modos.

Sabiendo ya que ambos estaban por la labor de efectuar un plan de huida en plena noche, salieron de aquella amplia habitación sigilosamente. No había ni un solo guardia rondando los pasillos. Las velas de los candelabros hacía horas que habían sido apagadas y al parecer la posible servidumbre que en el palacio pudiera haber ya se encontraba descansando. Lentamente y en silencio, descendieron las escaleras hasta llegar al piso más bajo. Pudieron ver a través de los amplios ventanales pequeñas esferas luminosas que se movían con parsimonia en los jardines. Eran muy semejantes a las luciérnagas, pero estas solo eran bolas pequeñas de luz ligeramente azulada. Hicieron caso omiso de las esferas brillantes mientras se movían lentamente por el pasillo, cuidando de no hacer el más leve sonido, pero, llegados a la puerta principal, hallaron algo inesperado: una barrera. Una barrera, aparentemente transparente, que resplandecía por momentos, cubría la gran puerta. Aunque la reina Sayaka no quisiera recibir visitas inesperadas, no ayudaba en nada a aquellos dos, que querían dejar el palacio lo antes posible. Así pues, tomaron la resolución de ocupar la puerta trasera, que daba a la capilla del té de la reina y a su jardín trasero, donde los caballeros y soldados solían entrenar cada tarde o mañana.

Al no conocer la estructura del palacio tuvieron bastantes problemas para llegar, pero base de intentar un par de veces en cada pasillo, finalmente dieron con aquella puerta, la cual no tenía barrera alguna, pero conociendo a la reina y habiendo visto sus medidas para la entrada principal, no les extrañaría que hubiese algún mecanismo de defensa también en aquella puerta de madera con barras metálicas como refuerzo. ___ dijo a Kokichi que retrocediera mientras ella tomaba el aro de hierro negro que constituía una de las manijas de la puerta, y tiró de él. Una ráfaga de viento les azotó una vez la puerta estuvo abierta y ambos sintieron la sangre bajarle hasta los pies cuando admiraron lo que había tras aquella enorme puerta: Un oso, uno gigantesco y durmiente, de pelaje negro como la noche, grandes zarpas y lo que parecían ser marcas azules que asemejaban enredaderas y pequeñas lunas adornaban sus patas y la parte superior de su cabeza. Una línea semejante recorría todo su lomo y rodeaban su cuerpo como un cinturón. El oso movió su gran hocico, como si los hubiese olfateado, sin embargo, ___ cerró la puerta antes de que este despertase y les viera. Aún con el susto, ambos corrieron de vuelta a su habitación. Se plantearon mejor su decisión después de aquello, ya lo intentarían durante el día, tal vez habría mejor suerte.

Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora