Capítulo 34: Sangre de bruja

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Incluso si habían estado en pleno vuelo por horas, no habían tenido la oportunidad de avistar ni un solo poblado del reino que ahora cruzaban. Era algo raro, pues, si se suponía que hablaban de todo un reino, ¿cómo podía ser que no hubiese civilización alguna a la vista desde las alturas? La respuesta a aquello era, en realidad, sumamente sencilla. Los enanos, habitantes del reino, vivían en el interior de las altas montañas que se avistaban con frecuencia. Dentro de estas habían enormes cavidades en las cuales se construían los pueblos y ciudades. Vivir en el corazón de las montañas era lo que favorecía su principal actividad económica: la minería. Había laberínticos túneles excavados en cada relieve rocoso importante que daban entrada a los poblados, pero por obvias razones, no se detendrían a hacer algo de turismo. Era algo curioso el hecho de que Fuyuhiko pudiese saber en qué sitio hallar o no un pequeño poblado, pero después de revelar la razón era incluso un tanto gracioso. Había montañas peculiares en cuyas cimas emergían columnas de humo. A diferencia de los volcanes, no poseían magma ni un gran cráter en su punto más algo, del cual debería brotar el ardiente líquido espeso, sino que era uno blanquecino, casi grisáceo. Era algo antinatural, pero siendo lo bastante atento podrías figurar la razón.

Una repetición de los hechos al momento de ingresar al reino de hizo presente. Un horizonte rojizo delimitaba el paisaje, alertando de su pronta llegada a la frontera opuesta. No obstante, había anochecido, por lo cual, nuevamente, tendrían que acampar hasta que los rayos del sol dotase el paisaje de luz suficiente para avistar cualquier peligro. En ningún momento bajaron la guardia, habían incluso montado pequeños turnos para vigilar en caso de estar en terreno peligroso, pero era una noche tranquila a pesar de todo. Cierto albino miraba el firmamento nocturno con seriedad mientras se sumía en sus pensamientos. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo una noche tranquila? Hacía mucho que no se tomaba el tiempo para ver el cielo estrellado con detenimiento. Era en momentos como esos donde se permitía olvidar cualquier otra cosa que no fuese a sí mismo.

¿Cuánto tiempo hacía desde que dejó su reino? ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que comenzó con esta misión, que ahora sentía como una responsabilidad más para poder decir plenamente que su vida estaba completa? ¿Cuánto tiempo más seguiría dando casa sin descanso a esta bruja que consideraba su peor enemigo? Incluso con esas interrogantes, su expresión se suavizó considerablemente hasta dar paso a una melancólica. Ansiaba poder volver a casa, incluso si no había nadie esperándole allí, aún contaba con buena compañía para pasar el rato. Sus mejores amigos, sus aprendices, incluso su propio rey. Por instinto, si mirada viajó a su mano derecha, en la cual sostenía el sello real que le fue dado por el máximo soberano de su reino. Una oportunidad de volver a casa una vez todo acabase. Pero, ¿cuándo sería? ¿Cuando tendría por fin el descanso que deseaba una vez su tarea estuviese cumplida? Proporcionó un leve, a la par que afectivo, apretón al sello real mientras que a su mente regresaban viejos recuerdos.

(...)

Un pequeño Komaeda corría por los pasillos de su hogar en busca de su padre. Su progenitor se hallaba, en esos momentos, regresando de su larga y dura labor como paladín real. Recientemente había regresado de una de sus misioanes como tal, se encontraba en la puerta principal mientras daba indicaciones a las doncellas y mayordomos de la noble casa y les despedía una vez terminaba su plática con cada uno. Justamente terminaba su último diálogo cuando avistó a su hijo correr hacia él con una adorable sonrisa en su rostro.

-Ah, Nagito. Ven acá, hijo mío. _saludó mientras le recibía en sus brazos, haciendo reír al menor_ ¿Estuviste estudiando?

-Papá, ¿por qué debo saber todo esto? Son demasiados reinos y demasiadas razas...

-Escucha, Nagito. _inició el adulto mientras ambos caminaban por el amplio pasillo de la entrada principal_ Cada paladín de este reino tiene la obligación de estudiar tan duro como lo haces tú. Debemos estar preparados para proteger a la familia real a cualquier costo. Y, en el peor de los casos, si hubiese que enfrentar otra guerra, tendríamos la información justa del enemigo para poder proteger a nuestra gente. El paladín tiene el deber de resguardar a la familia real mientras el ejército batalla duramente en el frente. ¿Y si lograsen romper la barricada y quisieran atentar con la vida de la realeza? ¿Cómo sabrías de qué forma combatir para adquirir la ventaja, si no eres capaz de identificar a tu enemigo y hacerle frente de todas formas? No se trata de dar la vida por la realeza en la batalla. Se trata de batallar por tu vida y las suyas de forma eficiente, y salvarlas.

Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora