Capítulo 44: Desaparecidos

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Habían pasado horas desde el incidente en el cual ___ había dejado el hostal por algún motivo desconocido. Las aguas se habían calmado y el lugar estaba en silencio. El sol se hundía en el horizonte, avisando la próxima llegada de la luna al firmamento. La gente iba y venía en la calle frontal y la cadera charlaba felizmente con sus cocineras. Nagito, Fuyuhiko y Mikan se encontraban con el pequeño Masaru, hablando de trivialidades. Absolutamente nadie sospechaba de que había ya dos integrantes menos en aquel pequeño grupo. Hifumi se encontraba roncando y tendido a pata suelta en una cama de las tantas habitaciones del hostal hasta que algo entró por la ventana y le despertó, haciéndole gritar exageradamente, lo cual acabó con la paz en el hostal. Incluso algunas personas que andaban por la callejuela se detuvieron para enterarse de qué estaba ocurriendo. Después de llamar la atención innecesariamente y verse con una casera y un grupo de adolescentes preocupados, Hifumi advirtió al fin aquello que le había despertado. Había un halcón mensajero reposando sobre la pequeña mesa de madera contigua a la cama. Sin más, agarró la nota de la pata del ave y la leyó rápidamente por si debía enviar respuesta alguna.

Rápidamente salió de la habitación, aún con la nota en la mano, corrió a llamar a cierto pelimorado a su puerta. Una vez delante de la misma, se dispuso a recuperar el aliento, a pesar de no haber corrido mucho ya se encontraba sudando a mares. Llamó a la puerta un par de veces, pero no obtuvo respuesta. Iba a llamar una tercera cuando el pequeño Masaru apareció, mirándole raro, como el raro que le parecía.

-¿Busca al príncipe? _inquirió, mirando fijamente al chico obeso_

-Así es, pequeño Masaru. Ha llegado un mensaje de su excelencia, el Paladín real, quien está a cargo de dirigir la caravana de escolta al príncipe Ouma. Aparentemente regresaban de una excursión cuando el mensaje llegó a sus manos y han cambiado su rumbo, llegarán antes de lo previsto, probablemente esta noche.

-¿Nos iremos ya? ¡Al fin! ¡Iré a avisar al señor Nagito! _se alegró el pequeño pelirrojo y salió corriendo ni bien terminó sus exclamaciones de felicidad_

-Estos niños, siempre corriendo sin reparar en cuánta energía invierten... Bien, ahora... _musitó, llamando a la puerta una vez más, pero no hubo respuesta, ni un sonido proveniente del interior siquiera_ Esto es extraño...

Aún así, Hifumi continuó intentando obtener respuesta, recurriendo ahora a llamados además de toques. El pequeño Masaru regresó con Nagito, más bien jalando a este de la mano mientras le pedía que se apresurase.

-Bueno, bueno, Masaru, no hay necesidad de correr. ¿No te digo? El señor Yamada sigue aquí. _rió Nagito, siendo soltado al fin. Masaru estaba por decir algo, pero los toques insistentes de Hifumi y sus llamados cargados de preocupación le detuvieron en seco_ ¿Ocurre algo, señor Yamada?

-Esto es preocupante. Llevo ya un buen rato llamando y tocando la puerta, pero el príncipe no responde. Ni siquiera yo tendría el sueño tan pesado, si es que es el caso que esté descansando.

-¿Es así? ¿No cree que tal vez esté en otra parte del hostal?

-Es posible. Vine con tantas prisas que no lo pensé ni por un segundo.

Pero ni aunque buscaron entre los tres, dieron con el de hebras moradas. Nadie le había visto en toda la tarde y nadie le vio salir siquiera del hostal, sabiendo que lo tenía prohibido, dudaba que se atreviera a hacerlo. Kyoko se despertó tras todo el jaleo que abundaba en el hostal, los pasos apresurados y llamados cargados de preocupación resonaban por todos los pasillos mientras buscaban por el príncipe. Disimuladamente, se arrimó a la puerta, mirando fijamente el pomo de la misma antes de que este comenzase a girar por su cuenta y la.puertsnquedsse entreabierta. El pequeño animal blanco asomó su cabeza lo mínimo posible, avistando a la gente correr de un lado a otro. ¿El príncipe había desaparecido? Y justo cuando ___ no se encontraba con ellos... Aunque pensándolo bien, ¿dónde se había metido? No era normal que se tardase tanto en volver, incluso si estaba enojada, y con todo el derecho a estarlo.

No podía ser... ¿Verdad?

Es decir, es algo ilógico. La única idea que le cruzaba por la cabeza, era, por mucho, improbable. Inmediatamente miró la bolsa de cuero que reposaba en el suelo junto a la cama. Todas sus cosas estaban ahí, ¿a dónde iría sin ellas? Era imposible, ¿verdad que sí? Pero para su desgracia, lo era, y lo sabía. Alarmada y preocupada en partes iguales, Kyoko corrió hasta la ventana, subiéndose a esta y buscando rápidamente la forma de bajar siendo que la habitación estaba en un segundo piso. Afortunadamente avistó una carrera acercarse entre la multitud de gente que caminaba la callejuela, por lo que esperaría su oportunidad para saltar sobre las bolsas que el rústico transporte llevaba.

Pero no siquiera con las prisas que pudiese tener Kyoko o lo mucho que les buscasen sus compañeros y la casera, tanto en el hostal como en sus alrededores. Ninguno de ellos daría con las dos personas extraviadas. Hacía ya muchas horas que ambos habían tomado distancias del pequeño pueblo, tomando un camino alterno a aquel que la caravana utilizaría para llegar aquella misma noche.

Kokichi y ___ se encontraban caminando parsimoniosamente por una pequeña senda, solamente delimitada por el césped silvestre que crecía sin control ni medida alguna. Algunos estanques pequeños aquí y allá pintaban el vasto prado, pareciendo agujeros negros al reflejar el cielo nocturno. Habían acatado la idea más absurda de todas: escaparse. Totalmente solos y sin absolutamente nada de equipaje. ¿Exactamente cuán lejos creían que iban a llegar en semejante estado? Bueno, eso ahora no importaba, no es como si de la nada fuesen a cambiar de parecer. No después de haber llegado tan lejos. Cómo los idiotas enamorados que eran, el solo tenerse el uno al otro por ahora aparentaba ser suficiente. El pequeño poblado ya estaba muy lejos como para poder verlo una última vez, siendo solamente una especie de mancha luminosa que se difuminada en la distancia, mezclándose con el resplandor de la luna. Así es, solo eran ellos dos. Dos adolescentes caminando solos en la oscuridad de la noche. Nada más...

Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora