Capítulo 5: El caballero errante

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-Señorita, ¿se encuentra bien? _escuchó una voz distante hablarle, sus sentidos estaban sin adormecidos y sentía un fuerte dolor en la parte posterior de su cabeza y una presión en el pecho que apenas le dejaba respirar_ Está despertando.

-Gracias al cielo, ___, nos has dado un buen susto. _habló la dueña de la posada, cuya voz pudo reconocer tras reaccionar al fin_

-¿Qué me pasó exactamente? _preguntó la peli___ una vez estuvo en sus cinco sentidos_

-Parece ser que pasaste mal y caíste por las escaleras. ¿En qué estabas pensando? _le reprendió la mayor_ Tienes suerte de que se joven tuviese buenos reflejos y lograse detenerte antes de que el daño fuese mayor.

-¿Y a quién debo mi agradecimiento? _preguntó esta vez al chico, queriendo saber su nombre, aunque tenía la vaga sensación de que le había visto antes a pesar de no conocerle_

El chico tenía un extravagante cabello blanco, de apariencia sedosa, aunque despeinados en su totalidad, casi asemeja te una blanca nube. Sus ojos eran de un gris claro. Vestía una larga bufanda carmesí, un brazalete negro en su brazo y una camisa sin mangas, sellada mediante costuras uniformes y notorias. Portaba además una faja en la cual yacía una brillante espada en su funda. Sus pantalones negros estaban ligeramente deshilachados en la parte baja y dejaba ver perfectamente sus botas de cuero negro. No podía decir que fuera un viajero cualquiera.

-Mi nombre es Nagito, señorita. Soy un humilde caballero errante.

-Un placer, joven Nagito, te debo mucho por la ayuda, no debí ser una molestia. Probablemente tenía la mente en otra parte. _agradecio, y luego emitió su sincera disculpa, aunque el albino negó con una sonrisa amable confirme le ayudaba a levantarse del suelo ofreciendo su mano como apoyo_

No pasó mucho para que ___ recordase los eventos previos a su llegada a la recepción. Es cierto, había alguien asechándoles, a ella y al príncipe cuya custodia y seguridad estaba en sus manos. Como si las deidades malignas hubiesen sido descubiertas en una peligrosa misión diabólica y diesen por terminado su tiempo, los dos maleantes entraron en la posada, fijando su mirada en la fémina de hebras ___, quien retrocedió casi por instinto. Nagito pudo notar que esos dos no se traían nada bueno entre manos, por lo que pidió a ambas mujeres que subieron las escaleras y esperase a que les avisase que era seguro bajar. Desenfundó su espada, apuntándola a los dos desconocidos, quienes rieron con burla al ver su valiente acción como un chiste. ___ subió rápidamente las escaleras, agradeciendo que el pelimorado se encontrase perfectamente bien. Luego escucharon ambos el sonido de objetos de madera ser destrozados, choques de hojas filosas, gritos de agonía y maldiciones ser exclamadas. La dueña permanecía muda del espanto.

-_-___, ¿qué está pasando?

-Los sujetos que nos acosaban están abajo... Y el joven Nagito les está dando pelea.

-¿Q-Quién es ese Nagito?

-Se llamó a sí mismo un caballero errante.

Ante la mención de esta terminología, Kokichi frunció su ceño levemente, cosa que ___ no dejó pasar por inadvertido. El pelimorado sabía muy bien las reglas de cada reino con respecto a los caballeros. Que un caballero no tuviese rey al cual servir solo podía significar que su rey había muerto o que había sido exiliado por cometer un crimen de máxima categoría. Normalmente la gente así es buscada para darle muerte sin importar el terreno donde se encuentre, pues con su nivel de habilidad y siendo un criminal podría bien causar desastres donde sea que fuera y muy pocos podrían hacer algo al respecto.

Nagito subió las escaleras poco después, con su sonrisa en el rostro y sin un solo rastro de herida o suciedad encima a pesar del desastre que había en la recepción. Había apaleado a los dos maleantes como si fueran un par de niños jugando a ser bandidos.

-Todo en orden, mis damas, ya no hay peligro. Los sujetos están totalmente atados y desarmados, pueden llamar al ejército para que les dé el castigo que se merecen. _aseguró el albino, a lo que la dueña le agradeció enormemente y bajó corriendo las escaleras para notificar a su esposo de los eventos_ ¿Es tu compañero, señorita? _preguntó viendo al pelimorado, quien apartó la mirada casi al instante, no queriendo meterse en una conversación con alguien de su clase_

-Así es, viajamos de un lado a otro, somos curanderos ambulantes.

-Oh, vaya. Se podría decir que no somos muy diferentes.

-Antes mencionaste que eras un caballero errante. ¿Has abandonado tu reino?

-He dejado mi puesto como cabecilla de la guardia real para dar caza a un personaje peligroso que ha atentado contra los reyes en la cumbre previa.

La cumbre: la reunión donde todos los reyes se reunían una vez cada año para hacer sus respectivas declaraciones y acuerdos. Las guerras surgían mediante simples charlas en este mundo, una sola palabra fuera de lugar esa suficiente para someter a reinos completos a guerras contra otros que bien antes pudieron ser grandes aliados. Alguien había atentado contra los reyes de los 14 reinos en la cumbre. Nagito personalmente había dicho a su rey que saldría en busca de tal personaje peligroso. Su rey había comprendido sus razones, su lealtad era sublime, por ello le dejo en posesión de un sello real en caso de que necesitase volver a su hogar.

-Mi padre nunca me dijo nada de ello... _musitó el pelimorado para sí mismo, aunque fue escuchado por el albino desigual modo_

-¿Su padre? ¿Es usted de la realeza acaso? _preguntó, exaltando a ambos adolescentes al verse descubiertos. ___ intentó poner una excusa, pero Nagito alzó su mano en señal de calma_ No se exalte, mi dama. No soy enemigo de los reyes y su descendencia. Yo abandone mi patria por lealtad a mi rey y no volveré hasta que mi némesis caiga bajo el filo de mi espada. Si debo asumir que su acompañante es parte de la realeza, me gustaría saber al menos el nombre de su reino.

-¿Y resultase que el reino del que proviene fuese enemigo de tu rey? No puedo permitir que le ponga la una mano encima. Como su sierva debo velar por su seguridad mientras el deber recaiga en mí.

-Como caballero errante no tengo potestad ni voluntad por la cual mediar alguna hostilidad hacia otros reinos, incluso si previamente fui partícipe de las guerras en contra de los mismos.

-E-En ese caso, ¿de qué reino provienes tú?

-Soy el antiguo paladín real del reino de Lumys, bajo la sagrada orden del rey Kamukura.

-¿Es uno de los reinos colindantes?

-Qué va, nuestra reino es uno de los más distantes de este lugar.

-E-Está bien, ___. Su reino no tiene nada que ver con el nuestro, son totalmente neutrales. Yo soy el príncipe Kokichi Ouma, heredero del trono del reino de Akreah.

-Akreah... ¿Qué ha ocurrido para que su príncipe se haya visto forzado a hacerse pasar por un curandero ambulante?

-El reino fue atacado. La princesa Tenko cree que un traidor facilitó la entrada del ejército enemigo la noche del festival. Actualmente no se sabe la situación de la familia real exceptuando por el príncipe que ha logrado salir con vida de la tragedia. _explicó la peli___, a lo que Nagito no evitó sorprenderse_

¿Un reino tan poderoso como Akreah cayó en solo una noche? ¿Exactamente cómo era aquello posible? En cualquier caso, cualquiera que fuese la causa del incidente, cualquier evento anormal como lo era aquel solo podía ser obra de cierto personaje a quien él daba caza. Conociendo el tipo de persona que era podría esperarse actos tan ruines como tirar abajo un reino entero.

-De todos modos, joven Nagito, ¿quién es esa persona a la que cazas con tanta insistencia como para abandonar tu reino?

-Una aberración que nunca debió salir de su sombría cueva: una bruja. La muy maldita irrumpió en la cumbre dando aviso a nuestros reyes de que el mundo sería arrasado y solo el colaborar con ella podría traer la paz a nosotros. Osó intentar pasar por deidad cuando solo es una alimaña de las sucias tierras de Verilye.

-¡¿U-Una bruja logró atravesar las barreras?! _exclamó el pelimorado con el terror plasmado en los ojos_

Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora