Capítulo 29: Su pasado

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Había anochecido hacía ya algún tiempo, a lo lejos no se percibía sonido alguno. La conmoción del día había cesado misteriosamente, pues tanto guardias como rufianes estaban al asecho, esperando la primera reacción por parte del bando opuesto para lanzarse a la acción en contra. En el palacio había un silencio sepulcral. Nagito había estado debatiendo ciertos asuntos con Leon respecto a la situación actual, mientras tanto, ___ de encontraba observando al de hebras moradas dormir plácidamente después de mucho tiempo en tensión. No podía evitar reír cada vez que le veía removerse cual niño pequeño entre las sábanas y hacer pucheros mientras dormía. Su cabello revuelto le daba un aspecto adorable. Más de una vez tuvo que volver a cubrirle con las sábanas dado que solía apartarlas rebeldemente. Le costaba demasiado creer que en un futuro, él sería el rey de todo un reino viéndole en ese estado.

-Y con ustedes, el rey más adorable de la historia de la humanidad... _se burló en susurros, aunque no con mala intención. Kokichi pareció reaccionar extrañamente a sus palabras y en su rostro apareció otro puchero, como quien se quejaba de su comentario. Nuevamente, ___ rió por lo bajo_

Su mirada se dirigió a la amplia ventana de cristal, con cortinas como adorno, el cielo estrellado y las pequeñas nubes pasajeras daban la sensación de una noche como cualquier otra, una tranquila y en la que nadie debe albergar preocupación alguna, aunque era todo lo contrario. Pensar en aquellas cosas le hacía recordar los días en los que pasaba el tiempo mirando el cielo a través de los barrotes metálicos de la celda de subasta en la que siempre estuvo de pequeña, mucho antes de ser comprada por aquella familia de nobles. Siempre se preguntó cómo había llegado a semejante lugar, el por qué de qué sus padres le dejasen a tal suerte o incluso por qué existían los esclavos, para empezar. Eran los recuerdos más pacíficos que conservaba de su niñez, aunque esta no fue nunca la más agradable.

(...)

Comenzando a recordar, primeramente, su aspecto tan lamentable. Sus cabellos descuidados y maltratados por los constantes tirones al cometer un error cuando era forzada a trabajar junto a otros niños que sufrirían el mismo destino que ella. Tenía rasguños y magulladuras visible en sus brazos y piernas, su escasa ropa estaba hecha jirones y totalmente sucia. En un inicio, se suponía que eran una camisa y pantalón blancos de tela de mala calidad, la cual se rompía con los constantes maltratos. Tanto tiempo descalza le había dañado los pies y tenía las uñas de estos rotas, algo doloroso al tener que caminar hacia la plataforma de subastas en mal estado, donde la madera, vieja y rápida, crujía bajo sus pies y las astillas que emergían con el desgaste de las tablas se incrustaban en su piel sin piedad.

Poseía unos ojos apagados y carentes de la vitalidad característica de un niño de su edad, su cuerpo endeble era sumamente delgado, lo mismo que su rostro, pálido y cubierto de suciedad, un par de ojeras marcadas teñían sus párpados inferiores y más de una vez tenía que apartar los mechones de cabello maltratado y disparejo que entorpecían su visión. Las brisas nocturnas le producían escalofríos ante la carencia de ropa que cubriese todo su cuerpo, pero solo podía hacerse un ovillo mientras se arrimaba a una de las esquinas de la celda mientras continuaba apreciando los astros celestes resplandecer en el firmamento nocturno. La tos o los sollozos de sus semejantes eran lo único que interrumpía el repetido sonido emitido por los grillos en la lejanía.

-¿Por qué estoy aquí? _se preguntaba a sí misma en endebles susurros_ ¿Mis padres me abandonaron?

Aquellas eran preguntas que nunca tenían respuesta para ella. Abrazó sus piernas con sus delgados brazos y ocultó su rostro tras su rodillas confirme cerraba los ojos. ¿Por qué? ¿Qué había hecho mal? ¿Dónde estaban sus padres? ¿Por qué le habían dejado correr con esa suerte? Con aquellas preguntas en mente, una vez más, se quedó dormida, llena de angustia al no saber si viviría para ver el sol salir en la mañana. El sonido de alguien patear los barrotes de metal y gritar improperios le despertó. Inmediatamente alzó su cabeza. Alguien estaba allí, una pareja de nobles miraba con desagrado su cuerpo delgado y frágil a la par que un sujeto vestido elegantemente le gritaba, entre insultos, que saliese de la celda. Le tomó unos instantes darse cuenta siquiera de que habían abierto su celda, por lo que, como pudo, gateó hasta salir de esta. Los nobles retrocedieron unos pasos una vez el sujeto que antes le gritaba le agarró del cabello y le lanzó con brusquedad ante los que suponía que eran sus probables compradores.

Breaking the mold [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora