aitana romero
Pongo un pie en tierras catalanas. Mi corazón bombea con rapidez, sabiendo que parte de el se quedó en Valencia, junto con mis padres y mi hermana pequeña.
Había nacido en Barcelona, pero sin duda Campolivar fue durante una gran parte del tiempo mi verdadero hogar.
Decidí respirar hondo y olvidar el hecho de que había dejado a mi familia y a mis amigos en otra comunidad. Al menos, tenía aquí a Martina, mi mejor amiga de toda la vida. No dudé en llamarla en cuanto salí del ajetreo de la estación de tren.
Dos tonos y ya había contestado.
—¡Hola maca! —me saludó en catalán.
—Martu, acabo de llegar a Barcelona, ¿por dónde andas?
—¿Por dónde andas tú?
—Plaça Catalunya —le contesté mientras me paraba a un lado de la calle para no irrumpir el paso.
—¿Qué dices? ¿Y qué haces ahí?
—No lo sé ni yo, se me ha olvidado como funcionaba el metro por aquí —me reí.
—Qué raro —se burló—. En cinco minutos te recojo y vamos a ver tu nuevo piso.
Colgamos y me puse a ver instagram mientras esperaba a Martina. En ello, me pararon un par de chicas para sacarse fotos conmigo y para que les firmara algún papel, sabían que venía a Barcelona porque lo había dicho por mis redes sociales, me dedicaba a ello.
Justo en cinco minutos, pude distinguir el coche de mi mejor amiga entre todo el tráfico del centro de cataluña, caminé rápido para no interrumpir y me subí en el vehículo.
—Cuanto te he echado de menos, la meva nena —habló.
—Yo a ti más —sonreí cuando aprovechó un semáforo para achucharme.
—Antes de que nos perdamos... ¿Por dónde era el piso? —rió.
—Distrito del Ensanche —dije mirando el mapa en la pantalla, casi estábamos, afortunadamente había conseguido un piso bastante céntrico.
—Joder, mira el Camp Nou, vives a menos de quince minutos —dijo impresionada mientras miraba por la ventana.
—Ni que fuera a venir alguna vez —reí.
—Nunca se sabe —se alzó de hombros.
¿Dónde tienes guardada la bola de cristal, Martu?
Me reí y continuamos el camino cantando las canciones que ponía la radio, bueno, o las pocas que se podían escuchar. Llegamos a mi apartamento y abrí la puerta, encontrándome con el salón que se juntaba con la cocina, en donde había una isla preciosa en el centro.
También había un pasillo con un baño y otras dos habitaciones, donde en la principal había de nuevo otro cuarto de baño.
Era bastante grande y más que suficiente para mí sola.