Capítulo 82: No quiero que te vayas.

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aitana romero

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aitana romero

Estuvimos un rato más en el jardín, hablando y comiendo tarta aunque la hora no nos acompañaba demasiado. Eran las dos de la mañana y nosotros acabábamos de empezar a recoger las cosas para irnos a dormir ya.

A pesar de que Belén insistió varias veces en que no la ayudara, no le hice ni caso y llevé los platos a la cocina. Luego me despedí de sus abuelos, de sus padres y por supuesto de Aurora. Y más tarde subimos a la habitación.

—¿Esto era un plan que tenías con mi hermana? —interrogó mirándome mientras me ponía el pijama.

—¿Con tu hermana? Con tu familia entera, cariño. Hasta tus abuelos lo sabían —sonreí.

—Me encanta lo bien que te llevas con ellos.

—Son los mejores —admití dulce.

—Hombre, ¿qué esperabas? Somos los Paéz Gavira —contestó egocéntrico.

—Ya estamos... —suspiré fingidamente.

Me acurruqué en la cama contra él cuando terminé de vestirme. Empezó a acariciarme la espalda con la yema de los dedos mientras repartía un par de besos por mi frente, así que no tardé en caer totalmente dormida sin ni siquiera darme cuenta.

Al día siguiente intentamos no levantarnos muy tarde porque en unas horas tendría que coger otro avión para volver a casa. Esa misma noche tenía una sesión de fotos y por eso no podía quedarme.

—¿Qué harás esta noche? —le pregunté a mi novio en la parte trasera del coche.

Su padre estaba conduciendo y su madre de copiloto, estábamos yendo al centro a desayunar todos juntos y a que me enseñaran un poco de Sevilla, ya que la última vez tampoco pude ver demasiado. Aurora ya nos esperaba allí así que íbamos Gavi y yo solos en la parte de detrás.

—Mis amigos se han empeñado en salir de fiesta —rodó un poco los ojos.

—¿No te apetece? —le pregunté al ver su expresión.

—Supongo que sí, son mis amigos, pero preferiría estar contigo en Barcelona. O aquí, donde sea, pero contigo —aclaró.

—Sabes que yo también, pero tengo trabajo hoy, no puedo quedarme —hice un puchero.

—No pasa nada, amor. Ya lo celebraremos cuando vuelvas y estemos todos allí.

Sin embargo no sonaba nada convencido. Sabía la poca ilusión que le hacía a Gavi su cumpleaños, pero verlo tan tristón por el mero hecho de no pasarlo con todos nosotros me ponía a mi igual.

—¿Puedo llamarte esta noche si me aburro mucho? —rió como un niño pequeño.

—Claro, si no te contesto es que sigo en la sesión de fotos así que no te preocupes por mi.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora