Capítulo 83: ¿Has visto las fotos?

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aitana romero

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aitana romero

Afortunadamente durante la sesión de fotos se me pasó el tiempo volando, a pesar de que habíamos estado ahí dentro sacando las fotos y editándolas durante al menos cuatro horas. Por muy cansada que estuviera al fin y al cabo estaba haciendo lo que me gusta, así que perdía la noción del tiempo. Lo que era bueno porque solo quería llegar a casa.

Eran las doce de la noche, pero eso no había sido un impedimento para que Alejandro me esperara fuera de la nave para llevarme a casa de nuevo. Lo saludé con un abrazo como siempre, pero esta vez con más cuidado de que ningún periodista estuviera alrededor. Podría parecer muy exagerada, porque al final estábamos en una nave alejada del centro de Barcelona y nadie tenía ni idea de que estaba aquí, pero; había un motivo del por qué no quería que salieran las fotos, y es que no le había dicho a Gavi que Garnacho se había estado quedando en mi casa.

Sabía que si se enteraba le iba a molestar. No le caía especialmente bien mi mejor amigo.

Cuando estábamos en el parque, en Sevilla, me preguntó que si iba a estar sola durante el día que él pasara allí celebrando su cumpleaños o si Martina y Sira ya habían vuelto de sus vacaciones. Yo, que soy tonta y no pienso con cabeza le dije que sí, que estaría sola.

Pero claro que no.

No le mentí porque tuviera algo que ocultarle, sino porque sabía que le iba a molestar y que eso provocaría una discusión.

Traté de distraerme porque sabía que pensándolo una y otra vez no solucionaría nada. Me senté en mi cama mientras que Alejandro me daba las buenas noches con un beso en la cabeza y se iba a la habitación de invitados.

Entré a instagram con un poco de desinterés y vi varias historias de los amigos de Gavi en las que le felicitaban y subían algunas fotos de la fiesta en la que estaban.

Me di cuenta entonces de que tenía un par de mensajes de mi novio, fui dispuesta a contestarlos hasta que me llegaron unos más de Sira y Martina, que me avisaban de que mañana por la mañana llegarían a Barcelona. Hablamos un poco más y sin darme cuenta me quedé dormida sin contestarle a Gavi.

Al día siguiente mi mejor amigo tenía el avión para volver a Manchester por la mañana, así que me desperté temprano para despedirlo, y cuando ya se había ido decidí vestirme e ir a casa de Martina, que aunque se había mudado con Pedri, él en ese momento no estaba en casa.

—Se nota lo mucho que me habéis echado de menos —dije con sarcasmo cuando llegué a la sala de estar y estaban ambas ensimismadas en sus móviles.

Levantaron la vista y me miraron con cara de circunstancias. Y de repente, se acercaron a mí para abrazarme.

—¿Pero qué os pasa en la cara? Parece que habéis visto un muerto —me burlé.

—Tía, ¿has visto las fotos?

No tardé en caer; llevaba comiéndome la cabeza toda la noche por ese mismo tema, así que sabía perfectamente de lo que le estaba hablando.

—Han salido ya... —pronuncié a modo de pregunta, aunque más bien había sonado como una afirmación. Ya lo sabía.

—Sí —suspiró Martina—. Y no hablan nada bien de ti. Se están inventando que no te decides entre Gavi y Garnacho y que los estás usando a los dos. O algo así hemos leído por encima —explicó.

—¿Creéis que a Gavi le va a molestar? —quise saber sus opiniones.

—¿Por qué debería de hacerlo? Aunque le caiga mal él ya sabe que es tu mejor amigo, solo te está abrazando —contestó Sira.

—Esperad, ¿qué fotos habéis visto?

Martina giró la pantalla de su móvil y me enseñó las que nos habían sacado anoche después de la sesión de fotos: Caminando con su brazo alrededor de mi hombro mientras que entrábamos a mi portón. Vale, eso no era tan malo, pero le cogí el móvil a mi amiga y di unos cuantos toques en la pantalla hasta encontrar la foto del aeropuerto. Los dos abrazados y con las caras a centímetros de distancia, porque aunque solo hubieran sido dos segundos en los que daba la casualidad que nos habíamos mirado a la vez; pero era obvio que lo iban a sacar de contexto.

—Joder.

—Si se lo explicas no tendría por qué enfadarse —intentó convencer Martina.

—Ya lo sé, pero el problema no es ese, es que le dije que estaría sola al volver a Barcelona. Le mentí y ahora va a darse cuenta, va a ver las fotos de los dos entrando a mi casa, y después de ver lo del aeropuerto no le culpo si piensa lo que no es.

Me tiré al sofá exhausta del tema y ellas se dedicaron a apoyarme durante todo el día. Sabía que lo peor que podía hacer era mirar el móvil en ese momento, así que lo evité a toda costa. Martina y Sira me ayudaron distrayéndome. Salimos al centro comercial a ver algunas tiendas y luego almorzamos no muy lejos de allí, queríamos dar un paseo luego, pero al ver que ni siquiera ahí nos dejaban en paz los periodistas decidimos ir a mi casa a hacer algo más tranquilo.

Vimos una película pero sin mucho éxito, porque mi mente lo único que hacía era contar las horas que faltaban para que Gavi aterrizara de nuevo en Barcelona, que entre pitos y flautas ya quedaban solo un par de minutos según mis cálculos.

Le había respondido a los mensajes de anoche y le había dado los buenos días, pero no me había contestado a ninguno de los mensajes. Pensé en que quizá pudiera haberle pasado algo, pero al darme cuenta de que había subido historias hace un rato no me preocupé más de la cuenta.

La película terminó y las chicas se fueron, diciéndome que si necesitaba algo no dudara en llamarlas. Me fui a la ducha directa cuando me quedé sola y me puse unos pantalones cortos de deporte para dormir y una camisa de mi novio.

Ayer Gavi me había dicho que cuando llegara a aquí vendría a mi casa, así que quise quedarme esperándolo, a pesar de que eran las once y media de la noche y él no había llegado. Su vuelo había aterrizado a las ocho de la noche, supuestamente. Tampoco había respondido a ninguno de mis mensajes, pero no quise insistir.

Mi corazón se aceleró cuando escuché el timbre la puerta sonar. Me levanté y abrí la puerta con inseguridad. Tenía que calmarme, ni que fuera a matarme.

Pero tenía el presentimiento de que algo malo iba a pasar, y yo nunca me equivocaba con esas cosas.

Una sonrisa tonta se dibujó en mi cara al ver al sevillano en el otro lado del umbral.

—Hol...

No me dio tiempo a terminar la frase, porque impactó sus labios con los míos con furor. Me apretó de la cintura pegando mi cuerpo al suyo y nos movió torpemente por la casa.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora