Capítulo 38: Todo a su debido tiempo.

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aitana romero

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aitana romero

¿Alguien se acordaba de aquel evento al que fui con los chicos del barça? Sí, ese mismo en el que la dueña de la marca me dijo que algún día podría posar con Gavi. Vale, pues yo no me acordaba, y resulta que nos habían citado a ambos para esta misma tarde.

Era un poco irónico recordar que en ese momento yo no lo podía ni ver, y que ahora estábamos en esta situación. Ya sabéis, sin nombre.

Me hacía ilusión ir, porque sabía que iba a estar cómoda y que me lo iba a pasar genial. Aunque por otro lado, a decir verdad, estaba un poco nerviosa. Sabía que en cuanto se publicaran esas fotos las redes explotarían aún más si es que eso era posible. Nos habían visto juntos un par de veces, pero casi nunca solos, siempre con el equipo, aunque claro, eso no les impidió en ningún momento empezar a relacionarnos. Inclusive en el viaje a Sevilla, que fue la primera y última vez que nos lograron ver solos.

Tardamos un poco en llegar a la nave donde nos harían las fotos, ya que estaba a las afueras de Barcelona. Y, durante todo el camino, tuve a Gavi volviéndome loca con las canciones.

—¿Podrías dejar una canción de una vez? —dije mientras él cambiaba una y otra vez.

—Es que tienes muy mal gusto, estoy intentado buscar una que valga la pena.

—¡Pero si no dejas ninguna qué vas a saber! Y para tu información, eres tú el del mal gusto. ¿A quién no le gusta Rauw Alejandro?

—A mí. ¿Quién es? Por cierto —habló, yo lo miré con una expresión de horror.

—Mi novio —le contesté ocultando una risa.

—De hecho, no.

—De hecho, sí.

—Si tu novio soy yo, no mientas —habló. Menos mal que pude controlar el volante al escuchar sus palabras, porque si no, del vuelco que había dado mi corazón a escuchar eso probablemente hubiéramos hecho lo mismo.

—Qué creído te lo tienes.

—Factores —se encogió de hombros.

—Pero no, no eres mi novio —alcé las cejas mientras me concentraba un poco para aparcar.

—¿Por qué?

¿De verdad me estaba preguntando eso?

—Pues porque no me lo has pedido, digo yo —contesté rodando los ojos.

Nos bajamos del coche y no tardó en salir por su lado y acelerar el paso hasta llegar a mi, que ya había empezado a caminar.

—Ah, ¿hace falta que te lo pida? Yo creía que ya te lo había dejado bastante claro —dijo pegándose a mi espalda mientras caminábamos.

—Claro que hace falta que me lo pidas, no seas tonto.

—Vale, perdone princesa. Todo a su debido tiempo —añadió para luego separarse de mi al entrar a la nave.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora