aitana romero
Gavi repartía besos húmedos a lo largo de mi cuello mientras de mi boca salían suspiros de placer. Entonces sonó el timbre de mi apartamento, y Garnacho apareció en mi mente enseguida.
—Ha llegado Garnacho —anuncié separándome de Gavi.
—¿Vas a dejarme con las ganas otra vez? —preguntó entonces.
—Es que, chico, eres muy oportuno.
Me levanté del sofá y me dirigí hacia la puerta, encontrándome detrás de ella al jugador del Manchester.
—Hola guapa —me sonrió.
Lo rodeé con mis brazos en cuanto pude. En estos últimos meses se había vuelto mi mejor amigo, a pesar de la distancia, hablábamos cada de segundo del día y nos lo contábamos todo. Bueno, casi todo, lo de Gavi aún no lo sabía, pero tenía pensado decírselo esa misma tarde.
—Ven, pasa. Está Gavi.
Dirigí mi vista hacia él para ver su reacción, que constó de una expresión bastante fría. No había dejado ver nada. A pesar de eso sabía que Gavi y él no es que se llevaran demasiado bien, pero por suerte podían convivir en una misma habitación un par de minutos juntos. Y si no, ya me encargaría yo de que aprendieran a hacerlo.
—Bueno, creo que no os hace falta que os presente, ¿no? —hablé al llegar al salón.
Los dos negaron con la cabeza con una expresión bastante similar.
—Voy a cambiarme, ¿vale? Ahora vuelvo.
Miré a mi novio para darle una mirada de que se estuviera callado. Lo conocía como si lo hubiera parido, sabía que cualquier tontería podría salir de su boca en cualquier momento.
No quise tardar demasiado en vestirme, así que me puse unos leggings negros, un top blanco térmico y una chaqueta larga del mismo color que los pantalones. Añadí también una bufanda rosa para darle un poco de vida al oufit. Me puse un poco de rímel y bajé las escaleras.
Mi mejor amigo estaba sentado en el sofá mirando su móvil con desinterés, sin embargo, busqué al sevillano con la mirada y no lo encontré por ninguna parte.
—¿Y Gavi?
—Se acaba de ir —contestó Ale.
Fruncí un poco el ceño, ¿por qué no me había dicho nada? Cogí el móvil para escribirte y vi que me había dejado un mensaje.
"Me he ido a dar una vuelta"
"¿Y por qué no te has despedido?"
"No te quería quitar tiempo"
"Vale, Pablo"
Esperaba que se notara que estaba molesta, quería que lo supiera. Eso era producto de sus celos, estaba segura. Pero tampoco podía reclamarle nada, yo también era celosa.