Capítulo 100: Han pasado cuatro años.

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aitana romero

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aitana romero

Miré a Sira una última vez y saqué los pies del agua para ponerme de pie.

—¡Sirita! Tu novio te está buscando —exclamó Ansu.

Parecía que iba a decir algo más, así que cuando se calló de repente entendí que era porque ya me había visto. Ni siquiera quería comprobarlo, solo quería salir de ahí.

Empecé a caminar acelerando el paso cada vez más, pero antes de que me diera tiempo de llegar a la toalla para coger mis cosas e irme, escuché aquel acento canario que tanto había querido, y que por supuesto seguía queriendo.

—¿Aitana?

Suspiré y cerré los ojos antes de pensármelo dos veces.

Comprendí que no podía seguir huyendo, que tenía que afrontar el pasado porque ya no era una niña de 18 años. Seguramente no estuviera del todo preparada para hacerlo, pero jamás lo estaría, y si no lo intentaba nunca tampoco lo sabría con certeza, y me negaba a quedarme con la duda.

Igualmente en algún momento tendría que hacerlo, tarde o temprano me tocaría. Era algo a lo que no le había dado muchas vueltas antes, pero lo más probable es que me tocara hacerles más de una entrevista y prefería hacerlo con el tema zanjado.

Giré mi cuerpo sin moverme demasiado y les di la cara aún estando a un par de metros de distancia.

Me fijé primero en Gavi, cómo no...

No sabía si era por el tiempo que llevaba sin verle, pero ahora parecía un poco más alto que antes, y eso que ya me sacaba un par de centímetros. Se había dejado un poco de perilla y aunque no le quedaba nada mal yo estaba acostumbrada a su carita de bebé, de la cual se notaba cada vez más su ausencia. Al fin y al cabo ya teníamos 22 años.

Luego me fijé en Ansu, que en lo único que había cambiado era su color de pelo. Se había rapado un poco más y se había decolorado, lo que le quedaba especialmente bien para ser certeros. Seguía manteniendo su apariencia joven y despreocupado, aunque ahora estuviera más serio que nunca mientras me miraba.

Por último, Pedri, el que llegué a considerar mi mejor amigo antes de que decidiera no estar para mi en mis peores momentos aunque lo prometiera. Se había dejado crecer un poco de barba y ahora tenía un aspecto más varonil, tenía mucho más músculo que de normal y no podía negar que estaba guapísimo.

Martina y Pedri eran una pareja de guapos.

Me mordí el labio por dentro buscando algo que decir. Pero no podía, lo único que necesitaba hacer era abrazarles por fin.

Pero claro, no a todos. Solo a Ansu y a Pedri. Por muchos años que pasasen, por muchos lo siento o por muchos audios que Gavi me enviara, no sabía si alguna vez sería capaz de perdonarle. No quería adelantarme a los acontecimientos porque ya más de una vez la vida me ha dejado más que claro que las cosas no son así, que lo que menos me espero es lo que termina pasando.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora