aitana romero.
El resto del día lo pasamos en la piscina. Las chicas y yo intentábamos relajarnos tomando el sol o bebiendo algo el chiringuito, pero con lo revoltosos que eran los otros eso resultaba un poco imposible. No paraban quietos, y estaban todo el rato de aquí para allá haciéndonos rabiar, disfrutaban viendo cómo nos picábamos.
Gavi estuvo muy cariñoso toda la tarde, no se quiso despegar de mi en ningún momento. Por supuesto, no me quejé.
—Estoy empezando a tener un poco de frío —dijo Balde, que ya había salido hace rato del agua y estaba casi seco.
Miré al cielo y vi que poco a poco el sol estaba desapareciendo.
—Pues métete en el culo mío —rimó Ansu.
—Qué tonto eres —dije en carcajadas.
—¿Qué tal si subimos cada uno a su habitación a prepararse y nos vemos en un rato en recepción para ir a cenar? —ideó Mikky.
Todos aceptamos enseguida, así que nos despedimos para hacer lo que habíamos dicho.
En cuanto llegamos a la habitación me metí directamente en la ducha mientras que Gavi miraba el móvil. Una vez ya estuve dentro abriendo el agua no tardé en notar unos besos por mis hombros, sonreí ante el contacto.
—Qué cariñoso estás hoy —murmuré mientras el agua nos envolvía.
—Porque me estoy dando cuenta de lo mucho que te quiero —contestó.
—¿No lo sabías ya? —fingí estar ofendida.
—Pues claro que sí, no seas boba —me regañó con suavidad—. Estar aquí solo me hace pensar en todos los sitios del mundo que quiero recorrer contigo, y en las ganas de que esos momentos lleguen ya.
—Bueno, pero piensa en el ahora, que estamos rodeados de la gente que más queremos —dije girándome y mirándolo a los ojos.
—¿Con esos pesados? —rodó los ojos de broma.
No quisimos tardar mucho en la ducha porque sabíamos que los demás no tardarían en prepararse. Bueno, hablando de los chicos, Sira, Martina y Mikky seguramente estarían igual que yo en ese momento.
Opté por ponerme un vestido blanco, que ya contrastaba a la perfección con el poco moreno que había podido coger. Ya me costaba de por sí coger sol porque era más blanca que la leche, pero con los chicos a mi alrededor sin dejarme en paz y tirándome todo el rato al agua era todavía más difícil.
Me había quemado la cara, por lo que la tenía roja, así que solo me puse un poco de rímel y contorno para darle algo más de color a mi cara que no fuera totalmente rojo.
Ya era de noche y aunque hacía un poco de viento seguía haciendo calor, así que mientras que me asomé un rato al balcón de la habitación el pelo se me iba secando al natural.
Enseguida Sira mandó un mensaje avisando de que bajáramos ya para irnos. Lo hicimos todos a la vez y decidimos ir caminando para ver más de la isla de Pedri.
—Al final has cogido color y todo —comentó el canario pasándome el brazo por los hombros.
—Muy gracioso —entrecerré los ojos.
—Ya lo sé, lo mío es la comedia.
—Sí, porque desde luego que el fútbol... —mentí.
Pedri era probablemente uno de los mejores jugadores que había visto nunca.
—Gavi dile a tu novia que se calme —coreó Ansu al escuchar nuestra conversación.
—Mira a ver si te voy a calmar yo a ti —contestó el sevillano.
Sonreí por su respuesta y le saqué la lengua al moreno. Me la devolvió y en cuanto nos dimos cuenta llegamos a un restaurante cerca de la playa.
Pedimos bastante comida, quizá demasiada si no hubiera sido porque Ansu, Gavi y Balde tenían un estómago infinito.
Cuando terminamos de comer dimos un paseo cerca del restaurante, hasta que los chicos se cansaron y decidieron volver al hotel. Todos estábamos un poco agotados por el vuelo y por el calor que habíamos pasado, pero aún así Gavi y yo fuimos los únicos que nos quedamos dando un paseo por la playa. Era casi de noche y no había ni un alma, más que los pocos turistas que estaban centrados en sacarle fotos al mar y poco más. Así que nos permitimos darnos la mano y caminar por la orilla.
—Te quiero mucho, mi rubia —comentó acercándose a mi mejilla para dejarme un beso.
—Yo también te quiero, Gaviota —arrugué la nariz, ese gesto que tanto le gustaba a Gavi.
—Hacía tiempo que no me llamabas así.
—Claro, porque lo hacía para molestarte, igual que tú me llamabas Romero. Aunque bueno, lo sigues haciendo.
—Te llamo así porque me gusta, no solo para picarte.
—Si total, ya me he acostumbrado —me alcé de hombros..
Imitó mi gesto y unió nuestros labios en un movimiento rápido.
No tardamos en llegar al hotel y en irnos a dormir ya, estábamos un poco cansados y sobre todo muertos de sueño por la hora que era.
Al día siguiente teníamos planeado ver un poco de la isla, así que nos levantamos medianamente temprano para hacerlo.
Iríamos al norte y Pedri y Fer, que también había venido, nos habían dicho que por ahí fuera la estación que fuera siempre refrescaba, así que opté por ponerme unos vaqueros cortos blancos, un top y una de mis sudadera favoritas de Nude Project.
Gavi hizo más de lo mismo y un rato después nos encontramos con los demás en la recepción. Habíamos alquilado un coche familiar bastante grande para que cupiéramos todos, aunque aún así entrábamos justos.
Fue Pedri quien condujo hasta llegar al sitio donde desayunaríamos, y fue ahí donde todos nos enteramos de lo que comeríamos a esa hora de la mañana. El canario nos había contado que aunque no todo el mundo lo hacía, había algunos bares de aquí que tenían la costumbre de tener en la carta como desayuno cosas de todo menos normales, por lo que cuando nos pusieron en la mesa carne de cabra con patatas no me sorprendí demasiado.
Enseguida los chicos empezaron a devorar el plato, pero mis amigas y yo lo único que hacíamos era contenernos las ganas de vomitar. Yo era de esas pocas personas que era totalmente incapaz de comer algo al momento de despertarse, y menos aún si era eso.
—¿No comes? —preguntó Gavi.
—No puedo, además de que me niego —hice una mueca.
—¿No te gusta?
—Pues, supongo que sí, pero a las nueve de la mañana no me apetece mucho la verdad.
—Cuando salgamos de aquí vamos a buscar una dulcería, ¿vale?
Asentí como una niña pequeña y él dejó un beso de lo más cálido en mi mejilla, provocando que de mis labios saliera una sonrisa tierna.