aitana romero
Me levanté de la cama más feliz de lo normal desde que había llegado a Qatar. Hoy era por fin el primer partido de la selección, y yo estaba que no me lo creía. Me parecía casi imposible que después de tanto esfuerzo y trabajo estuviera logrando uno de mis sueños por fin. En ese momento sabía que todo lo malo por lo que había pasado había valido la
pena, y que sin duda, aunque no lo repetiría dos veces, ya no me importaba todo aquel dolor que algún día pude llegar a sentir.Porque ahora estaba aquí, y me sentía una persona totalmente renovada y con por fin sentimientos plenos.
Me di una ducha y luego me puse unos vaqueros cortos y la camisa de la selección, en un rato bajaría a desayunar y más tarde iría de camino al estadio y a las oficinas para empezar a prepararlo todo. El partido comenzaba a las ocho de la noche, pero había que tenerlo todo listo antes de las seis.
Estaba tan contenta y pensando en lo mío, que no me di cuenta de que me había dejado el móvil en la habitación, así que volví para atrás y lo cogí. Lo revisé mientras estaba en el ascensor, y vi que me había llegado un mensaje de Gavi que la verdad parecía un testamento. Así que me lo guardé en el bolsillo para leerlo luego.
No tenía demasiada hambre por los nervios, pero sabía que cuando pasara un rato y estuviera ya más tranquila me arrepentiría de no haber comido nada. Cogí un sándwich, un jugo de melocotón y salí a la terraza a sentarme en el sitio de siempre para desayunar. Solía hacerlo porque casi todos los días estaba aquí cuando los chicos terminaban de entrenar, así que cuando pasaban por mi lado se sentaban y nos quedábamos charlando un rato. Hoy no sería así porque la mayoría estarían descansando, entrenando por su cuenta o haciéndose las típicas sesiones de fisioterapia o pruebas médicas antes de cada partido, pero me conformaba con la idea de desayunar tranquila con las vistas al jardín.
Cuando ya me había zampado casi la mitad del desayuno, recordé el mensaje de Gavi, así que desbloqueé el móvil y entré a nuestro chat dispuesta a leerlo.
Últimamente no habíamos parado de hablar, durante día y noche. En parte me sentía culpable, porque cada vez que lo veía tenía ojeras hasta el suelo porque nos habíamos pasado la noche hablando y luego se tenía que levantar temprano para entrenar. Era una mierda, y aunque no quería hacerle eso y quería que descansara y que estuviera bien, él insistía en que lo hacía por gusto propio. Sabía que estaba intentando arreglar lo nuestro de verdad, así que aunque no fuera tan fácil, lo valoraba igual.
Empecé a leer y se me abrieron un poco los ojos al ver la largura del mensaje. Pero igualmente continué.
"Para nadie es un secreto que no se me dan bien las palabras, que me pongo nervioso y no me sé expresar. Así que espero, que aunque no escuches mi voz decir esto, sepas que he invertido casi una semana entera intentando escribir esto de la mejor manera posible para que no te queden dudas de nada.
Todavía me acuerdo la primera noche que pisé tu apartamento. Habías ido por primera vez al ver el partido y justo lo ganamos (seguramente por mérito tuyo; nos diste suerte), cuando terminó, todos los chicos querían irse de fiesta, pero tú empezabas la universidad al día siguiente y yo tenía molestias en la rodilla. Me terminaste llevando a La Masía en tu coche para que no fuera caminando, y aunque supuestamente no te soportara, no había cosa que disfrutara más en ese momento que escucharte tararear las canciones de Rauw Alejandro mientras conducías concentrada en lo tuyo. Estaba tan cómodo ahí, contigo a mi lado, que fingí que había perdido las llaves solo para quedarme un rato más contigo. Lo que no me imaginaba era que fueras capaz de llevarme a tu casa con tal de no dejarme solo. Entré a tu habitación después de ti y mi vista se fijó directamente en el escritorio, que estaba lleno de papeles, subrayadores, un Ipad y un ordenador. Empezaste a recogerlo un poco mientras que yo miraba las diapositivas del Ipad, en la cual decía algo sobre periodismo deportivo.
Quizá fue el poco alcohol que llevaba en mi organismo, o las ganas que tenía de sentirte cerca durante el resto de mi vida, pero lo primero que vino a mi mente fuiste tú trabajando para el barça. Te pregunté si ibas a estudiar eso para saber si seguirme haciendo ilusiones o no, y cuando me lo negaste fingí la desilusión que se me vino encima, porque se suponía que no te soportaba.
También recuerdo todas las veces que paseábamos por las calles más alejadas del centro posible y te parabas en cada floristería que había, mirando con un brillo en los ojos a las violetas. Es por eso que cada vez que estabas con exámenes, llegaba a tu casa con un ramo de esas flores, tus favoritas. Para animarte aunque no lo necesitaras porque eres capaz de todo sin ayuda de nadie. Tampoco se me olvidan todas las tardes que pase en tu casa distrayéndote de la universidad, intentando que dejaras de comerte la cabeza por todos los exámenes y ayudándote a olvidarte de todo ese caos durante unas horas.
Y lo siento, lo siento por solo recordar esas cosas de tu carrera. Lo siento por solo haber permanecido durante tu primer año y haberme perdido todos los siguientes. Ojalá te hubiera visto crecer, aprender y madurar, pero al final eso era algo que los dos teníamos que hacer y por separado.
Lo siento por no haber estado en tu primer día de segundo año, o en el último. Lo siento por no haber estado el día que empezaste las prácticas, cuando te contrataron por primera vez o el día de tu graduación.
Y sé que todos estos "lo siento" no sirven de nada porque no lo puedo cambiar, pero mientras sepas lo arrepentido que estoy supongo que me vale.
Te pediré perdón toda la vida, por todo, o al menos por casi todo, porque si hay algo de lo que no deba arrepentirme es de haberte conocido y de haber creído en ti siempre, porque yo siempre confié en que estudiaras lo que estudiaras lo ibas a sacar adelante como todo.
Así que hoy, en un día tan importante para ti como es tu primera entrevista oficial en un mundial, puedo decir por fin que estoy a tu lado. Sonriendo mientras te imagino entrevistando a mis propios rivales aunque no me haga especial gracia.
Lo siento, tenía que decirlo.
Muchísima suerte hoy aunque no la vayas a necesitar.
Te quiero, Romero".