aitana romero
Me miré al espejo una última vez, o mejor dicho, por décimo cuarta vez desde que habían terminado de maquillarme y peinarme.
Me habían dejado el pelo largo y con mi color natural, así que simplemente me habían hecho un par de ondas naturales a lo largo de los mechones rubios. De maquillaje me hicieron algo bastante natural, lo suficiente como para deslumbrar delante de la cámara. Otra cosa no, pero mi ego estaba en su sitio.
De ropa llevaba unos vaqueros largos un poco sueltos y una camisa de botones blanca de estilo satén, lo que afortunadamente le daba un toque más formal.
Me pusieron un par de accesorios dorados y me dieron un par de retoques antes de pronunciar aquellas palabras que tantas ganas había tenido de oír.
—Más que lista. Lorena te espera en el túnel —me indicó la maquilladora. Había sido un sol.
Le agradecí casi que mil veces por todo lo que me había soportado esta tarde, me había empezado preguntando un poco sobre mi vida y le había contado hasta cómo había terminado estudiando periodismo deportivo. Lo que es gracioso, porque aunque insistió en que le dijera quién era el futbolista del que me había enamorado evité decir el nombre de Gavi a toda costa. La gente nunca supo que estuvimos juntos, y ahora, aunque poco a poco me esté demostrando su cambio y yo a él el mío, todavía nos queda camino para recorrer y no estoy segura de querer hacerlo oficial tan pronto.
Lo que rápido empieza rápido acaba, dicen.
Un rato después ya estuve al lado de Lorena, que en cuanto me vio ensanchó su sonrisa. Pude ver una pizca de orgullo en sus ojos, lo entendía, al fin y al cabo ella tenía gran mérito de que estuviera ahí.
—¿Estás lista? Quedan quince minutos.
—Hombre, lista lista no estoy, pero lo tengo que hacer igualmente. Tengo muchas ganas —contesté.
Sabía que Gavi ya estaba allí. Solo con la idea de tenerlo a un par de metros de distancia me aceleraba el corazón de una manera inimaginable. Gracias a eso a veces me sentía como si tuviera dieciocho años otra vez.
Jugué con mis dedos en mi regazo, intentando calmarme un poco y obligándome a pensar que no era para tanto, o eso intentaba. Cada segundo que pasaba sentía que mis tripas rugían más y más, y vaya, que de hambre no era. Solo esperaba que se me pasaran estos nervios de una vez y pudiera disfrutar de mi debut, y también sobre todo del de Gavi, que no se me podía olvidar que era su primer mundial.
—Aitana, entra. Muchísima suerte, guapa.
Levanté la cabeza hacia Lorena, y unos segundos más tarde estuve envuelta entre sus brazos mientras me repetía de nuevo todas las veces que había hecho esto, solo que ahora tenía más valor. Lo tenía claro, no hacía falta que me lo dijera dos veces.
Me pusieron el pinganillo, me dieron el micrófono y también todos aquellos artilugios extraños que ni siquiera durante toda mi carrera supe qué eran. Pero bueno, el caso es que estaba aquí.
Me centré en la cámara y en la pantalla que tenía al lado para empezar a comunicar, traté de evadirme de todo mi alrededor para que me fuera más fácil hablar con naturalidad, siempre lo hacía así.
Suena mal decir que fue una chorrada, pero es que comparado con todos los nervios que tenía, terminó siendo genial y sencillo. Lo dije todo con tanta naturalidad y fluidez que hasta a mi misma me sorprendió, incluso a Lorena también, que me conocía perfectamente en estas situaciones.
Cuando apartaron la cámara de mi y me empezaron a quitar toda la parafernalia, fue cuando los jugadores de la selección española empezaron a entrar. Mis ojos no tardaron demasiado en conectar con el sevillano, que me miró con una sonrisa inmensa, probablemente llena de orgullo. Lo conocía demasiado bien para saber que seguramente me hubiera visto a través de alguna pantalla.
Ni yo misma lo lograba asimilar todavía, así que aunque me costó, intenté concentrarme en el partido, el cual por cierto, como no pudo ser menos, terminamos ganando. Primero fue un gol de Laporte en el minuto quince con asistencia de Gavi, lo que me emocionó mil, aunque me emocionó más aún cuando en uno de los minutos añadidos Ferran le hizo un pase casi perfecto a Gavi y este adentró el balón en la portería de Livaković. Segundos más tarde se besó el escudo e hizo una "A" con las manos. ¿Necesitaba chillar? Sí ¿Tenía que mantenerme en mi lugar y disimular? También. Pero no me corté un pelo en sonreírle cuando me miró para ver mi reacción.
A los minutos de haber terminado el partido, con siete goles a favor de nuestro país, fuimos a las zonas de las entrevistas y la prensa en general. Allí ya había algunos jugadores tanto de Costa Rica como de España, esperando para ser entrevistados por mis compañeros y por mi, por supuesto.
Se me rompió el corazón tener que entrevistar a la selección de Costa Rica. España era mi país y mi selección, y estaba más que orgullosa de que hubieran ganado, pero ver el hilo de voz con el que me contestaban los jugadores rivales me hacía querer parar la entrevista ahí mismo y abrazarlos.
Afortunadamente luego me tocaron Ferran y Pedri, con los que obviamente me llevaba genial, así que no tuvimos ningún tipo de problema ni inconveniente. De hecho, me hacían sentir cómoda cada vez que me miraban con ese orgullo en sus ojos. Sabía que se alegraban por mi, y eso era lo mejor de todo.
Cuando pensé que ya había terminado, me sorprendió ver que Gavi se dirigía hacia mi y empezaban a colocarles aquellos artilugios. ¿Lo iba a entrevistar? Eso no estaba en los planes.
—¿Tengo que entrevistar a Gavi? —le susurré a Lorena aprovechando que aún estaban preparando a Gavi.
—¿No me dijiste que habíais arreglado las cosas?
—Sí sí, no es por eso, es que no me lo esperaba.
—Es que en principio había rechazado cualquier tipo de conversación con los medios, sabes lo poco que le gustan las cámaras y hablar en público, pero al final ha decidido que sí a última hora.
Reprimí una sonrisa cuando terminó de explicármelo.