Capítulo 55: No digas nada.

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aitana romero

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aitana romero

No tardamos demasiado en volver a mi casa. Nacho se había calmado al notar que Gavi no se andaba con ninguna tontería, y aunque mi novio finalmente decidió pasar de él, el ambiente no era tan cómodo como antes.

Enseguida mis amigas lo amaron, normal, yo también lo hacía.

A Gavi también les cayó genial, así que congeniaron bastante bien y estuvimos hablando todos juntos.

Cuando volvimos a casa lo primero que hicimos fue ponernos el pijama y caer rendidos a la cama. Tampoco es que estuviéramos tan cansados, pero mañana el vuelo era temprano.

A la mañana siguiente me vestí con el primer chándal que encontré, uno que había dejado en Valencia y que así aprovechaba y me lo llevaba. Además de que me daba mucha pereza tener que volver a abrir la maleta.

Gavi también se puso un chándal. Me recogí el pelo y sin una gota de maquillaje en la cara fui a despedirme de mis padres. Aún estaban en su proceso de despertarse, así que no se enteraron demasiado cuando salí por la puerta. Le dejé un beso en la cabeza a mi hermana aún dormida y Gavi y yo pusimos rumbo al aeropuerto.

Horas después, volvíamos a estar en mis tierras. Cientos de periodistas esperándonos fuera del Prat.

—Primero visitáis la familia de Gavi y luego la de Aitana, ¿es posible que vayáis más en serio de lo que creemos?

—¿Por qué no desmentís de una vez qué tipo de relación tenéis?

Tratábamos de ignorarlos mientras caminábamos, pero cuando ya estábamos entrando al parking para montarnos en mi coche decidí dar media vuelta y acercarme un poco. Gavi frunció el ceño pero no tardó en llegar a mi y acompañarme a mi lado. Los periodistas me apuntaron con sus micrófonos y los camarógrafos con las cámaras y los focos. Directos a mi cara.

—Ya he desmentido varias veces que la única relación que podemos mantener Pablo y yo es de amistad, nada más que eso. Lo que pasa es que no habéis querido hacerme caso, estáis en vuestro derecho porque es vuestro trabajo, pero luego no me digáis que no contesto a nada; cuando para empezar, es mi vida privada y ni debería de hacerlo porque no le tengo que dar explicaciones a nadie de ella —sentencié.

—Qué mona, lo ha llamado Pablo —escuché decir a una. Rodé un poco los ojos por el hecho de que solo se hubiera quedado con eso.

Algunos de ellos me dieron la razón, no les quedaba de otra porque sabían que la tenía y no me lo podían negar. Yo no le tenía que dar explicaciones a nadie sobre qué tenía o dejaba de tener con Gavi, y menos a personas que solo querían saberlo para ganar dinero y publicidad. Estaba segura que cuando terminara mi carrera de Periodismo no iba a parecerme en lo absoluto a ellos, obviando el hecho de que mi rama era distinta.

Llegamos por fin a mi apartamento después de un rato conduciendo.

—Los has dejado callados —habló Gavi mientras yo entraba al baño.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora