Capítulo 57: Prometo no hacerlo más.

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aitana romero

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aitana romero

Entré a casa un poco a cuestas mientras me aguantaba de Garnacho. Dejé las llaves tiradas en el mueble de la entrada de cualquier manera y traté de caminar por mi propia voluntad, pero mi amigo me agarró de nuevo al darme cuenta de que no podía.

No quería beber más, pero la angustia que llevaba encima por lo de Gavi me había llevado a beber unas cuantas copas más. Por suerte, Ale me había parado en cuanto se percató de que iba peor que una cuba. Si no, creo que me hubiera dado algo.

—Deberías darte una ducha para que se te baje un poco —escuché decir al tatuado.

—Lo único que quiero hacer es morirme —me tiré en el sofá con dramatismo.

—No digas eso, no seas boba.

Noté el sofá hundirse a mi lado, así que me acosté larga en este y apoyé mi cabeza en sus piernas. Tratando de descansar un poco y despejar mi mente, era justo lo que necesitaba en ese momento.

—¿Soy mala novia por ponerme celosa por eso?

—Creo que no. Si mi novia me dijera que va a salir con sus amigas y luego la viera con un tío, me daría motivos para desconfiar.

Debió de ver mi expresión de horror, porque enseguida frunció un poco el ceño, como buscando algo más que añadir para que no quedara tan bruto. A veces Garnacho se pasaba de sincero al decir las cosas, no tenía tapujo alguno.

—Es decir, dependiendo también de la pareja que tengas. Si confías en él, entonces no deberías de estar celosa, solo confundida por el hecho de que te haya dicho algo distinto —añadió.

—Ese es el problema, y es que no sé si confío en mi novio —murmuré con mala voz.

—¿Entonces qué haces con él? La confianza es el punto más importante para una relación, ¿adónde pensáis llegar sin ella?

—¿Me estás diciendo que quizá no deba de estar con él? —lo miré con el ceño fruncido.

—No lo sé, pequeña. Creo que es algo que deberías de considerar tú sola. Y sobre todo hablarlo con él.

Vale. Yo sabía que le atraía a Alejandro, era un poco obvio desde el primer día. Sin embargo, él de alguna manera siempre supo que acabaría con el sevillano. Me gustaba el hecho de que a pesar de ello me ayudara en mi relación con él y que no tratara romperla.

—¡Es que no entiendo porque me ha mentido!

—Quizá sabía que si te decía la verdad lo ibas a sobre pensar igual.

—No, claro que no. Tampoco soy así de tóxica, me da igual que tenga amigas, pero la cosa cambia cuando es justo la amiga que lleva detrás de él toda la vida y sobre todo cuando me miente.

Mi mejor amigo abrió la boca para decir algo justo en el momento en el que se escuchó la puerta de mi apartamento abrirse. Supe enseguida que se trataba de él. No tenía una copia de mis llaves como tal, pero una vez sí que le había dejado unas porque se había dejado la equipación en mi habitación y no tenía ninguna más en el momento. Yo estaba en la universidad así que pasó por ahí para que le diera una copia y desde entonces no se la había pedido.

Yo seguía acurrucada contra mi amigo, aún con la cabeza en sus piernas mientras él hacía varias caricias en mis mechones rubios. No paró ni siquiera cuando Gavi llegó al salón y abrió un poco los ojos al vernos.

—¿Hola? —dijo entonces.

—Hola —contestó Garnacho.

Todo se quedó en un silencio incómodo. Bastante, de hecho. Nadie decía nada, quizá era lo mejor.

Escuché un suspiro profundo por parte del jugador del Manchester y me hizo una seña para que me levantara.

—Creo que me voy ya —comentó.

—¿Ya? —hice un puchero, incorporándome sobre el sofá.

—Es lo mejor —susurró solo para que yo lo escuchara.

Asentí un poco con la cabeza y me puse de rodillas para rodear sus hombros con mis brazos, fundiendo su cuerpo y el mío en un abrazo con cariño. Aspiré un perfume masculino, que aunque me gustaba bastante no se podía comparar para nada con el de Gavi. En mi opinión olía muchísimo mejor.

Garnacho se levantó y le hizo un movimiento de cabeza al sevillano, despidiéndose de él y cerrando la puerta al cruzar el umbral.

Gavi me miró sin decir nada, lo miré yo también, esperando a que dijera algo. Sin embargo, no lo hizo, así que decidí dar yo el primer paso.

—¿No vas a decirme nada? —hablé.

—Lo has visto, ¿no? —casi ni sonaba como una pregunta.

—Ni siquiera pareces sorprendido.

—Porque no lo estoy.

—O sea, ¿sabías que me iba a enterar y aún así decidiste que era mejor mentirme?

—No ha sido así.

—Bueno, entonces explícame cómo ha sido.

—No quería que pensaras mal, por eso te he dicho que estaba con los chicos —se excusó.

—Pero joder, Gavi, ¿acaso tengo motivos para pensar mal?

Recé en todos los idiomas mil veces deseando en mi interior que la respuesta fuera que no. Mi corazón volvió a latir cuando negó con la cabeza como si fuera un cachorro mojado por la lluvia.

—¿Entonces por qué crees que sí? Creo que te he demostrado que puedes confiar en mi —hablé tratando de no sollozar.

Me dolía que no confiara en mi, cuando se suponía que sí lo hacía. Como había dicho antes Ale, era la clave de una relación.

—Encima ha sido con ella, con Carmen —volví a hablar.

—Por eso mismo no quería decírtelo.

—Pero es que ocultándome cosas no vamos a llegar a nada. Ni nosotros ni nuestra relación —suspiré derrotada—. Me da igual que salgas con ella, o con quien sea. Lleva siendo tu amiga desde pequeños, y ahora porque yo esté contigo eso no tiene que cambiar, solo te pido que sepas mantener distancias, porque si fuera por ella ya te habría comido la boca hace mucho tiempo.

Gavi sabía que tenía la razón, no podía negarme nada.

—Y sabes que lo hago.

—Sí, pero si me mientes es normal que desconfíe.

—Prometo no hacerlo más. Lo siento, amor.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora