aitana romero
—¿Más aún? —espetó Martina burlona ante la propuesta de Ansu de "intentar" animar la fiesta.
—¿No creéis que os estáis pasando? —añadió Sira.
—A Ansu nunca nada le parece suficiente. Parece mentira que no lo sepáis ya —comentó Balde mientras se ponía un chupito.
—Deja eso —respondió Ansu quitándoselo—. Vamos a jugar a verdad o reto, si no quieres contestar o hacer el reto: chupito. Pero ojo, que solo se puede beber un máximo de cinco veces, para que no me seáis aburridos —advirtió.
—No sabía que seguíamos siendo unos niñatos que juegan a estas cosas —me reí mientras negaba con la cabeza.
—Ni yo que eras una aguafiestas —entrecerró los ojos el moreno.
Hice una mueca sin hacerle demasiado caso y me senté al lado de Sira en el sofá. Ansu empezó a servir un par de chupitos a cada uno y luego se sentó mientras hacía una señal para que empezáramos a jugar. Levanté la vista hasta al frente mientras que Balde le preguntaba a Martina, y me encontré con los ojos del sevillano expectantes en mi.
Aparté la mirada mientras me mordía el labio inferior y trataba de pasar de él, lo que no era muy fácil cuando literalmente me estaba pinchando con la mirada.
—Aitana, ¿verdad o reto? —me propuso Ansu.
Lo miré con un poco de miedo. Este chico era capaz de todo.
—Verdad.
—¿Es verdad que Garnacho la tiene más pequeña que Gavi? —carcajeó.
Fruncí el ceño mientras la mayoría de los demás aguantaban la risa. Sira lo miraba mal y Martina más de lo mismo. ¿De verdad se atrevía a hablar de Alejandro ahora?
—¿Eres idiota?
—Responde o chupito, aunque bueno, si bebes creo que ya nos lo dejarías bastante claro. ¿No, Gavi? —comentó dándole un leve golpe en el brazo al último.
Dirigí mi mirada a este y él aguantó una risita cuando escuchó a Ansu. No me podía creer lo que veían mis ojos.
Agarré la bebida alcohólica del vaso que me había puesto mi amigo y me la bebí en dos segundos. Sentí el sabor amargo bajar por mi garganta e hice una mueca antes de abrir los ojos y mirar directamente a mi ex novio.
—Solo lo hago para que nadie se sienta ofendido con la respuesta.
—Toma zasca —se burló Martina, que estaba lo suficientemente cerca de Gavi como para que esté la mirara mal.
Rodó los ojos y volvió a clavar su mirada en mi como retándome. Yo no iba a caer en su juego, así que seguí a lo mío escuchando el juego.
Un par de rondas después, ya me había bebido los cinco chupitos, o sea que ya no podía beber más. Había elegido todo el rato verdad porque me daba mucho miedo de lo que pudieran decir si elegía reto, además de que ya estaba lo suficientemente borracha como para aceptar cualquier cosa que me
dijeran.