Capítulo 14

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Narra Julia

Avanzados ya unos pocos segundos de la película, hice mi primer comentario.

–No entiendo porqué dice "la historia de mi muerte" si no muere– solté.

–¡Nena! Ya me contaste el final– respondió Mateo burlón.

Sebastián se rió, pero a mí me dio más risa cuánto demostraba su amor por las palomitas.

Pronto comencé a analizar bien la escena, tanto él como Mateo están en buena forma... excelente, diría yo. Se ven genuinamente fuertes, y no les preocupa en lo más mínimo comer cosas como palomitas o hotcakes.

Miré mi recipiente, apenas las había tocado, pero mi análisis me convenció de que no habría problema si yo también comía. Aunque sea un poco.


Narra Sebastián

La pequeña genuinamente ama esta película, conoce cada diálogo. Cada línea. Por más insignificante que sea. Las canciones las conoce al derecho y al revés. Y no piensen que es una queja, es adorable. Todo el transcurso de la película he estado intercambiando miradas con Mateo, ambos estamos conmovidos por ella.

No le presté mucha atención a Rapunzel, ni siquiera a la, debo admitir... efectiva "arma mortal" de Flynn Rider. Toda mi atención se enfocó en Julia. Estuve pendiente de casa risa, suspiro e imitación que hacía.

Necesitamos a Julia en nuestra vida, y no por momentos. Daría todo por que viviera en esta casa. Vestirla, cambiarla, arrullarla, cargarla, peinarla... y presentarla a nuestros amigos como nuestra little.

La única manera de mejorar este momento, sería si tuviese su pañal y pijama puestos. Me gusta imaginarla llamándome "daddy". Despertar una madrugada con un "daddy, tuve una pesadilla", o "daddy, mojé mi pañal" o aunque sea un "daddy, buenas noches". Estoy desesperado.

La quiero conmigo.

La quiero con nosotros. Quiero abrazar a Mateo por las noches y que ella esté durmiendo entre los dos. Por la mañana hacer el desayuno y ver a mi novio bajar las escaleras con ella en brazos. Espiarlos mientras juegan con sus juguetes. Abrazarla.

Quiero abrazarla.

¿Será muy pronto para hacerlo? No quiero ahuyentarla.

–¡Me encantó! Le doy un diez– comentó Julia sacándome de mis pensamientos.

Miré la televisión, había terminado. Pasé toda la película fantaseando.

–¡¿Un diez?!– preguntó Mateo exagerando su gesto de asombro.

–Sip, diez– respondió ella para luego ponerse de pie.

–¿A dónde vas, enana?– le pregunté con curiosidad al verla tomar los tres cuencos vacíos que alguna vez tuvieron palomitas.

–Voy a lavarlos– confesó encaminándose a la cocina.

Me sorprendió su respuesta, pero por más tierno que sería verla jugar con el jabón y espuma, no permití que lo hiciera, y tomé los cuencos de sus manitas.

–No, linda, tú no lavarás nada– le respondí conmovido.


Narra Julia

Antes de que pudiera insistir, Sebastián ya estaba en camino a la cocina con ellos en mano. No sabía qué hacer, ¿debo insistir?

–Tú no trabajas en esta casa, pequeña– me dijo Mateo acariciando mi cabellera.

Lo miré con confusión, hicieron mucho por mí, supuse que era grosero que no ayude a limpiar.

–Pero, quiero ayudar– rogué.

–No te preocupes, nena, no nos molesta– respondió él sonriente.

Bajé la mirada, para luego volver a mirar hacia arriba, en su dirección.

–¿Seguro?– pregunté.

–Te lo prometo– dijo riendo –. Pero gracias aún así.

Miré en dirección a Sebastián, y de forma repentina tuve muchas ganas de orinar.

–¿Puedo usar su baño?– pregunté.

–Claro, pequeña, no preguntes, esta es tu casa– respondió Mateo.

–Gracias.

–Ven, te diré dónde está.

Seguí a Mateo escaleras arriba, atravesando un pasillo. Al llegar al final de este, él abrió una puerta, permitiéndome pasar, le agradecí de nuevo y él cerró la puerta con una sonrisa.

Bajé mis pantalones y oriné en el inodoro. Estando sentada me di cuenta de una leve marca que se había formado en mi estómago por culpa de mis jeans. Alcé mi camisa y quedé aún más sorprendida. ¿Cuándo engordé tanto?

Al terminar de ir al baño me limpié y subí mis bragas y mis pantalones, pero no salí de la habitación después de haberme lavado las manos. Miré enfrente mío, había un espejo gigantesco, uno que aproveché quitándome la camiseta para verme mejor.

Ahí sí me sorprendí.

Mierda.

¿Qué me ocurre? ¿En qué momento decidí comer tanto?

Recopilé recuerdos de mis comidas recientes, desde la bolsa de papas fritas, pasando por los hotcakes hasta llegar a las palomitas. María tenía razón, ¿por qué no le hice caso? ¡Incluso Daniel y Miranda no me respondieron cuando les pregunté si estaba gorda!

Giré frente al espejo, sin despegar la vista de mi reflejo. No pude retener más las lágrimas. Caí al suelo sollozando, llorando en el volumen más bajo posible.

No puedo seguir comiendo tanto.

No puedo seguir comiendo.

Pronto un rayo de esperanza llegó a mi cabeza, miré nuevamente el espejo, específicamente el reflejo que este tenía del inodoro.


Narra Mateo

Ayudé a mi novio a limpiar los platos sucios, y en el transcurso hablamos de lo linda que se había visto Julia viendo su película.

–Emma me envió un mensaje, ya está viniendo acá– soltó ligeramente triste.

Le regalé una sonrisa empática y un beso en la mejilla.

–Otro día la volveremos a ver, amor, tranquilo.

–Lo sé... tal vez solo me está haciendo daño fantasear– respondió riendo, a lo que yo también reí.

–Hablando de Julia, ya tardó mucho, iré a decirle que su tía ya viene para acá– comenté, pero me detuvo Sebas.

–Iré yo– respondió justo antes de desaparecer.

–Te vas con la bebita y me dejas lavando los platos, qué listo– bromeé.

–Ya vuelvo, no exageres– respondió risueño mientras se alejaba en dirección a las escaleras


Narra Sebastián

Subí las escaleras y crucé el pasillo hasta llegar a la puerta del baño, que no dudé en tocar suavemente.

–¿Linda?– llamé, y casi al instante y tomándome por sorpresa, la puerta de abrió mostrándome una princesa con el cabello ahora recogido en una coleta que, se podía notar, había hecho con prisa – ¿Nuevo look?– bromeé, ella abrió los ojos como platos y luego rió levemente. Parecía apenada, qué linda.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora