Narra Julia
Le enviaron un reporte disciplinario a Francisco y lo suspendieron el Lunes próximo. O al menos eso me contó un amigo suyo.
Tengo suerte de que no me haya amenazado con contárselo a toda la escuela. Pero sé que ahora viene lo peor, y me encuentro llorando a mares fuera del salón con Dani a mi lado frotando mi espalda.
–No le dirá, no lo dejaré– me dijo pasando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
–No puedes evitarlo, si no le dice en persona, lo hará por mensaje, llamada o por una nota en su casillero– solté limpiando mis lágrimas.
Mi amigo se mantuvo en silencio, estaba consciente de que tenía razón.
–Peque, confías en Miranda, ¿no?
Lo miré a los ojos un momento, antes de responderle.
–No se trata de confiar, sé que no se lo contará a nadie... pero no quiero que se aleje de mí porque crea que soy rara.
Él asintió, para luego responder.
–Sé que la quieres mucho, y que ha sido tu amiga desde hace ya tiempo... pero... si no te llega a aceptar por cómo eres... ¿cuál es el punto?– argumentó.
Sé que Dani tiene razón, pero sinceramente me preocupa la situación. Seguramente apenas comience el receso la interceptará saliendo del salón.
Quiero irme a casa.
–¿Juli?– me llamó la antes mencionada acercándose a donde nos encontrábamos sentados Dani y yo. Ni siquiera me atreví a alzar el rostro, sentí tanta vergüenza –¿Podemos hablar?
No quería hablar. No quiero hablar. Quiero estar sola, pero tengo aún menos ganas de perder una amistad como la suya, y si me iba a dar la oportunidad de dialogar, la tomaría.
Alcé la mirada, y sentí al instante cómo se calentaban mis mejillas. Ella me sonrió con compasión, y asentí.
Me puse de pie, y Daniel no nos siguió, ahora estaba por mi cuenta.
–Juli...– soltó y limpió una de mis lágrimas –yo nunca voy a juzgarte por cómo vives tu vida.
Su comentario me hizo detener mis sollozos al instante. La miré a los ojos, y mis lágrimas seguían recorriendo mis mejillas, pero ahora era más por alegría que por preocupación. No la interrumpí, permití que continúe, quiero escucharla. Haré de todo con tal de no perderla.
–Ese imbécil no tiene porqué asustarte con una amenaza sobre contarme algo privado de tu vida... yo no te voy a juzgar. Puedes confiar en mí, para cualquier cosa, nunca me burlaría de ti– agregó sonriente, contagiándome el gesto.
No pude retener más tiempo las ganas que tenía de abrazarla, y me abalancé sobre ella.
–Entiendo que tal vez hayas tenido vergüenza de contarme, supongo que por eso no lo hiciste– dijo respondiéndome el abrazo –. No te preocupes, sé que quizá no sea un tema que te guste tocar... pero de no ser el caso tengo demasiadas preguntas– agregó risueña, a lo que yo también reí.
Me separé de ella para finalmente hablar.
–Puedes hacerlas... tal vez no responda todas, pero puedes hacerlas– respondí sonriéndole.
–Okay– dijo riendo.
–¿Cómo están?– preguntó Daniel aproximándose –¿Todo bien? Las vi reír.
Miranda rió y yo le asentí a mi amigo con una sonrisa, para después abrazarlo.
–Te dije– comentó él, y un par de segundos después lo solté.
–¿Tú ya lo sabías entonces?– le preguntó curiosa Miri, a lo que Dani asintió –¿Y hablan de ello?
Daniel y yo nos miramos mutuamente para que luego él respondiera.
–De vez en cuando me responde dudas que me llegan a surgir.
El sonido de la campana que indicaba el cambio de clase, nos interrumpió.
–Bueno, yo tengo muchas dudas. ¿Te animarías a respondérmelas cuando estemos comiendo? ¿O prefieres no tocar el tema?– me preguntó mi amiga, y agradecí internamente tanto el que me diera mi espacio.
–Está bien, puedo responderlas– dije a lo que ella asintió.
–Creo que ya deberíamos ir a la siguiente clase– soltó Daniel.
No le dimos más vueltas al asunto y tomamos nuestras cosas para luego dirigirnos al salón. Las siguientes clases transcurrieron con normalidad, Francisco se mantuvo en la oficina del coordinador, y no tocamos el tema hasta llegada la hora del receso.
–Bien... ¿lista?– me preguntó Miranda colocando su bandeja sobre la mesa en la que nos encontrábamos esperándola Dani y yo. Se sentó sonriente y yo suspiré con una pequeña risa nerviosa.
–Sí– solté.
–Okay... esto... ¿cuándo o cómo inició?– me preguntó.
–Pues... mira tú conoces el tema de mis padres, y porqué vivo con mi tía– comencé a explicar, a lo que ella asintió ahora seria –. Fui con un psicólogo hace unos años, y él me dijo que era algo normal de ver en alguien con mi tipo de infancia.
–Oh, okay– respondió.
–Pero... aunque tuve la... digamos... atracción por esta forma de... bueno... vivir, desde los tal vez nueve o diez años... no la puse en práctica hasta tal vez... los catorce o quince.
–Okay– asintió y luego continuó –. En la clase pasada, durante el tiempo libre que tuvimos, estuve investigando del tema para tener algo de contexto– soltó.
–Ay, dios, qué vergüenza– susurré cubriendo mi rostro a lo que ambos soltaron una carcajada.
–Tranquila, dices que es normal, ¿no?– preguntó ella.
–Tirarse un pedo también es normal pero no por eso no da vergüenza el hacerlo– argumenté haciéndolos reír más.
–El punto es que... tengo entendido por lo que investigué... que esta gente tiene una mommy o un daddy, ¿no?
–No tengo ninguno– me adelanté a responder.
Dani me frunció el ceño sonriente.
–Mhm... no sé– comentó.
–Sebastián y Mateo no son mis daddies– solté conteniendo la risa.
–Ellos son a los que has estado visitando últimamente, ¿no?– me preguntó Miri.
–Sí, pero no son mis daddies– respondí
–Pero quieres– dijo Dani y Miranda rió a carcajadas.
–¡No es cierto!– me defendí.
–¿No es cierto?– me cuestionó el mismo.
Me mantuve callada tratando de contener la risa nerviosa.
–N-no– dije en un intento de sonar firme, y los tres terminamos riendo.
–Juli... ¿usas pañales?– me preguntó curiosa mi amiga una vez nos calmamos. Sentí que me tornaba más roja que un tomate –. Perdón, ¿no debí preguntar?– agregó tratando de hacer desaparecer una sonrisa burlona de su parte.
–No los uso...– solté –pero agradecería que ahí terminemos la conversación porque ahora sí me siento avergonzada– continué riendo, contagiándoles el gesto.
–Okay, está bien– finalizó mi amiga sonriente.
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Julia
Teen FictionEsta historia toca temas sensibles. La escribí porque no encontré una sola historia que toque el tema de los TCAs junto con el TBDL/ABDL. La historia no rotará alrededor de los trastornos alimenticios, solo será una pequeña característica que le dar...