Narra Julia
Una vez papi me terminó de limpiar, me despojaron de la camisa de mi pijama, que fue hasta ese momento la única prenda que me cubría. Esta vez me bañaron tomándose turnos para limpiarme, y aunque no sea un proceso que me disguste del todo, es cierto que esta vez el aire fue distinto. Esta será mi última hora quedándome con ellos.
No me mal interpreten, estoy ansiosa por ver a mi tía, ya quiero que me recoja de la escuela y poderla abrazar finalmente, pero no sé qué ocurra a partir de ahora. ¿Volveré a quedarme con mis daddies alguna vez? Tal vez pueda hablar con ella para que me permita pasar los fines de semana con ellos.
Tengo suerte de lo abierta y confiable que es ella, sé que puedo hablar de este tema con naturalidad cuando está cerca, sé que no le incomoda ni me juzga. Aunque de igual forma no me gustaría dejarla sola los fines de semana, ni es como que no quiera pasar tiempo a su lado.
No sé qué hacer.
Antes de percatarme por mi cuenta, papi me indicó de una forma no verbal que ya habían finalizado. Se puso de pie y se inclinó para tomar una de las toallas en el baño, para luego extenderla y volver a su posición original, esperándome para salir de la bañera. Daddy tomó mis manos y me ayudó a comenzar a ponerme de pie, pero antes de salir por completo del agua, papi me envolvió en la toalla, con cuidado de no mojarla con el agua que seguía en la bañera. Toqué el frío suelo de azulejos un par de segundos, y luego fui levantada por daddy, quien aún envuelta, me colocó en su cintura.
Me llevaron hasta la cama en la que dormí los pasados días, y me sentaron al borde para luego inclinarse en mi dirección.
–¿Quieres usar tu pañal hoy, corazón?– me preguntó daddy con dulzura, haciéndome sonrojar ligeramente.
–Podemos decirle a tu tía que te lo pusimos para que luego ella te lo quite al llegar a tu casita– comentó papi sonriente.
–O cuando tengas otro accidente– agregó daddy.
Desvié la atención de la mirada que me dedicaban, no porque me sintiera incómoda hablando del tema con ellos, sino porque me daba vergüenza la sonrisa que me dirigían. Eran unas sonrisas calmadas. Protectoras.
Tengo sentimientos encontrados por esas sonrisas.
–No, gracias– respondí en voz baja, y con la mirada concentrada en el balanceo de mis pies al borde de la cama.
Suspiraron en un volumen casi inaudible, y hubo un silencio que no describiría como "incómodo", sino más bien "triste".
–Bebita– me llamó daddy, y esta vez no dudé un segundo en dirigirle la mirada.
–Daddy– solté en voz baja, recibiendo una segunda sonrisa por su parte, una igual a la anterior.
–Monita... siempre serás bienvenida en esta casa– me informó papi, integrándose.
Lo miré, para después saltar la mirada a su pareja. Les devolví la sonrisa, alegrándome de haber pasado estos últimos días con ellos.
–Gracias por cuidarme– les dije, y sentí casi al instante que en cualquier momento comenzaría a llorar. Supongo que lo notaron, pues acudieron a mí sin dudarlo un segundo.
–Aw, princesa, ven aquí– soltó daddy tomándome en brazos para abrazarme, gesto al que se unió pronto papi.
Nos mantuvimos un rato así, y yo me aferré al pecho de daddy como nunca antes.
Pasados unos minutos, yo ya me encontraba vestida, y papi estaba cepillando mi cabello mientras daddy se dispuso a empacar mis cosas. Yo estaba sentada, frente al tocador de la habitación, viendo el rostro concentrado de papi en el reflejo del espejo frente a mí. Tenía en mis manos a mi muñeca, pues Koda ya se encontraba en la maleta, y me distraje cepillando su cabellera con mis dedos.
–¿Quieres llevártela, bebé?– me preguntó papi, llamando mi atención –Sé que te dijimos que sería uno de tus juguetes para cuando vengas a visitarnos... pero te gustó mucho, y no quisiera quitártela hasta que nos visites– agregó.
Alcé la mirada de vuelta en su dirección, sonriéndole.
–Gracias, papi... pero no es necesario, vendré muy seguido... lo prometo– respondí para luego volver a concentrarme en la cabellera de la muñeca, ahora sonriente.
–¿De verdad?– preguntó el mismo nuevamente.
–Sí, papi– solté volviendo a balancear mis pies.
–Qué dramático eres, amor, seguro volverá el fin de semana– soltó daddy haciéndonos reír a ambos.
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Por primera vez, deseé que el trayecto a la escuela desde casa de mis daddies fuese más largo. Papi dijo que hablarían con mi tía para acordar cuándo podría volver a quedarme con ellos, cuánto tiempo y tal vez hasta qué tan seguido.
Me causa intriga y algo de preocupación el no saber qué sucederá ahora, pero estoy feliz de ser su little.
Al llegar a la entrada, antes de bajar del auto, me tomé un minuto para darle un fuerte abrazo a cada uno, gesto que me fue correspondido acompañado de algunos mimos y besos que me hicieron sonreír.
–Te amamos, bebita– soltó daddy mientras bajaba del auto. Papi por su parte me dirigió varios besos al aire, haciéndome reír.
–Yo también los amo– respondí, y finalmente, después de un corto "adiós" entré por la puerta al pasillo principal de la escuela.
Tal vez sienta que hoy será un día largo, ya sea por la emoción de ver a mi tía o por sobrepensar en mis daddies. Trataré de evadir el pensamiento, por el momento no será difícil con la extrañeza que siento de llevar una maleta a la escuela, pero no sé cómo me llegue a sentir más adelante.
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Julia
Teen FictionEsta historia toca temas sensibles. La escribí porque no encontré una sola historia que toque el tema de los TCAs junto con el TBDL/ABDL. La historia no rotará alrededor de los trastornos alimenticios, solo será una pequeña característica que le dar...