Capítulo 97

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Narra Julia

Ayer fue nuestro último día de clases. Y mi generación estaba especialmente feliz por ello.

En todo el día no hubieron lecturas, repasos de temas, tareas que entregar... fue más bien un espacio de convivencia para que toda la generación pudiese conversar. Los maestros nos permitieron reunirnos en un solo salón, y nosotros mismos nos dividimos para sentarnos con nuestros amigos.

Alguien puso música, y no tenía idea de quién había sido pero creí que fue alguien del grupo de amigos del imbécil de Francisco, pues suelen ser quienes toman la iniciativa para estas cosas. O al menos eso creí hasta escuchar el inicio de "Let it go", de Frozen, que pronto fue quitada para reproducir Drake, si mal no recuerdo. Escuché algunas risas y burlas por ello, pero no les di importancia.

–¿A qué hora llegarán mañana?– nos preguntó abiertamente Dani.

–Tal vez a eso de las cuatro de la tarde... es a las cinco el evento, ¿cierto?– respondió Miranda.

Asentí sonriente en respuesta. Me emocionaba la entrega de diplomas.

–Sí, y el baile a las ocho– agregó mi amigo.

–¿Vendrá Eduardo?– le pregunté a mi amiga, pues sigue causándome intriga la idea de conocerlo.

–Sí, pero más tarde– respondió rápidamente para luego beber agua de la botella en su mano –... como a las cinco.

–Necesito ver una foto suya– soltó Dani risueño, mientras le prestaba atención a sus uñas. Miri rió en respuesta.

–Ya te dije que no es fotogénico– soltó ella evadiendo la mirada con una sonrisa.

–Ajá, claro– respondió él en un tono burlón, haciéndome reír –. Seguro es horrendo.

–No es horrendo– lo defendió enseguida mi amiga, y parecía estar a punto de argumentar algo, pero se quedó callada, provocándonos risas tanto a ella misma como a mí.

–¿Ajá...?– soltó Dani, como invitándola a dar su argumento.

–Cállate, Daniel– respondió ella frustrada, conteniendo una sonrisa para luego dirigir su mirada a su teléfono.

–Cuando lo vea me reiré, y tú sabrás el porqué– sentenció.

–¡Que no es horrendo, Dani!– exclamó haciéndolo carcajear.

Nos tomamos unos segundos para reír, y finalmente pudimos retomar la conversación, ahora por mi lado.

–¿Y tú Dani?– le pregunté –¿Quién será la afortunada?

–Ajá, claro– soltó Miranda risueña, recibiendo un ligero golpe de mi amigo, que ahora se encontraba sonriente y con una mirada reflexiva.

–Peque... es que no hay ninguna lo suficientemente digna– sentenció, haciéndonos estallar a carcajadas a ambas por el tono en su voz –. Hijas de puta– agregó risueño.

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Hoy es sábado, mi último día con diecisiete años. Son las 3:17 pm y estoy eligiendo aún el peinado indicado para las fotos de mi graduación.

–¿Qué tal una media coleta, princesa?– me sugirió mi tía, viendo desde mi cama cómo me observaba a mí misma con frustración a través de mi espejo.

–Muy simple– solté frunciendo el ceño.

–¿Quieres ir a una peluquería? Porque si prefieres eso, tendríamos que irnos ahora para llegar a tiempo a tu escuela– me sugirió.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora