Capítulo 37

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Narra Julia

Puta madre, no podía parar de llorar. Qué estúpida, como si Mateo quisiera que lo llame así. Debió ser tan incómodo para él, y ahora no quiero verlo, ni a él ni a Sebastián. Han sido tan lindos conmigo, no puedo estar llegando a ese límite.

Al correr lejos, no supe a dónde dirigirme, pero bajé las escaleras porque sabía que primero me buscarían en mi habitación. Vi a Max confundido, pero esta vez no le rasqué la pancita, estaba muy enfocada en esconderme. Traté de pensar rápidamente, pero noté que estaba tardando demasiado, y por si fuera poco, ellos ni siquiera habían salido de la habitación en mi búsqueda.

Fue ahí cuando entendí. Entendí que probablemente este era el final. Ya no me verían de la misma forma de ahora en adelante. Ya no me cuidarían. Y sé que fue accidental lo que dije, pero aún así me arrepiento tanto.

Recordé la mirada de Sebastián, pues no me atreví a ver a los ojos a Mateo. Miraba fijamente a su esposo, y seguramente él también lo miraba de vuelta, como cuestionándose porqué dije semejante estupidez.

Seguí llorando, pues genuinamente no podía contenerme, por fortuna sí podía alejarme. Abracé a Max y dejé un corto beso en su cabeza para luego salir de aquella casa.

Corrí por el vecindario, tratando de limpiar en el proceso cada lágrima que salía por mis ojos. Finalmente, llegué a la entrada de la residencia después de un par de minutos, y salí aprovechando que la reja para los autos se encontraba abierta. Escuché que un guardia de seguridad me gritó algo, pero hice caso omiso y seguí corriendo. Seguí y seguí, hasta finalmente llegar a un parque y sentarme a llorar sobre una banca.

Estaba destrozada, ¿qué hago ahora? Fue ahí cuando caí en cuenta de que había dejado a Koda en aquella casa. Pasé mi mano por mi cabellera, frustrada.

Puta madre. Puta. Madre.

–¿Peque?– me llamó una voz familiar.

Alcé la mirada encontrándome con Dani, como caído del cielo. Me puse de pie y lo abracé enseguida, gesto que él replicó.

–¿Qué... qué haces aquí? ¿Qué pasó? ¿Estás bien?– me preguntó, pero yo no mostré el más mínimo interés por responder –¿Por qué lloras?

–Lo siento– solté, pues sentía que lo comenzaba a preocupar. Él me soltó y me tomó de las manos.

–Juli... respóndeme– me rogó.

Limpié mi rostro y finalmente comencé a hablar.

–Es que... estaba en casa de Sebastián y Mateo...– comencé a explicar.

–Ajá...– dijo él, invitándome a continuar.

–Y dije algo... algo que no debí decir, y creo que se enojaron, y me fui, y ya no sé qué hacer– solté volviendo a llorar.

Daniel me abrazó nuevamente, y me consoló un rato hasta que logré calmarme casi por completo.

–Por qué no vamos a mi casa, ¿mhm?– me sugirió sonriente, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, tal como Sebastián lo hace.

Hacía.

Volví a lagrimear un poco, pero asentí y él tomó mi mano para guiarme hasta su auto. Subí del lado del copiloto, y él condujo alrededor de cinco minutos hasta llegar a su casa.

Bajé del auto y entramos, dirigiéndonos a su habitación, donde nos sentamos sobre su cama.

–Okay... ahora sí, explícame– me pidió –. A detalle.

Bajé la mirada jugando con mis manos, hasta que finalmente hablé.

–Mateo me estaba enseñando a dibujar...– comencé a decir, mientras él asentía dándome a entender que estaba siguiendo la historia –y Sebastián le mostraba TikToks sobre comida.

–¿A él?

–Sí...– respondí.

–Okay, continúa.

–Pero yo me comenzaba a estresar porque una parte de mi dibujo no me salía, y traté de pedirle ayuda a Mateo, pero no me estaba haciendo caso...

–¿Y te enojaste y le dijiste algo malo?

–No, no... es que... mira, fue sin querer.

–¿Qué le dijiste?

Me mantuve en silencio antes de continuar.

–Lo estuve llamando por su nombre, y accidentalmente lo llamé papi, y eso obviamente seguro lo incomodó muchísimo, y los tres nos quedamos callados, y yo le estaba rogando que me perdone, y él trató de calmarme, pero yo no podía verlos a los ojos y me fui...

Nuevamente volví a llorar, y Daniel guardó silencio.

–¿Ellos saben lo de tus padres?– me preguntó confundiéndome, pero no dudé en asentir –Entonces, ¿cuál fue el problema, peque?

Lo miré con confusión, no entendía si se había perdido en alguna parte de la historia.

–Dices que fue un accidente, ¿no?

Bajé la mirada de nuevo, pero esta vez no sollocé, me mantuve pensativa.

Supongo que lo dije porque, de cierta forma, los veo hasta cierto punto como figuras paternas... pero eso no justifica el hecho de que los llame así. No estuvo bien, aunque haya sido un accidente, no estuvo bien.

–Creo que deberías llamarlos– me aconsejó Dani.

–No tengo mi teléfono– respondí buscando no dar más explicaciones de porqué no lo tengo.

–¿Conoces el número de alguno?

La verdad era que recordaba el número de Sebastián, no a la perfección, pero sé que no habría problema en tomarme un par de intentos llamándolo.

Pero no quería hacerlo, se me caería el rostro de la vergüenza.

–Deben estar preocupados porque te fuiste sin avisarles.

–No lo están– respondí.

–¿Cómo lo sabes?– me cuestionó.

–Porque cuando salí por la puerta, ni siquiera salieron de la habitación en mi búsqueda.

Ambos nos mantuvimos en silencio, pero Daniel se mostraba pensativo.

–Dices que ellos son muy lindos contigo, ¿no?– me preguntó y asentí –Recuerdo que me dijiste que te cuidan mucho, y que te dan mucho cariño. Creo que incluso una vez los comparaste con tu tía.

–Por favor... para– rogué, no quería sentirme peor de como que ya lo hacía.

–Mi punto es... que si te tratan así– comenzó a hablar nuevamente –. No será que... tal vez... ellos te vean... como a una little?– completó captando mi total atención.

–No digas eso– respondí limpiando mis lágrimas.

–¿Por qué? ¿Porque no estás lista para la verdad?– me preguntó sonriente.

–Porque no quiero ilusionarme– respondí desvaneciéndole la sonrisa.

Nuevamente hubo silencio, y lo mantuvimos hasta pasados unos diez segundos, cuando finalmente Dani me extendió su teléfono en la aplicación de llamadas.

–Al menos avísales que no te secuestraron cuando huiste– me pidió.

Lo miré, y luego miré su teléfono.

–Okay.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora