Capítulo 98

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Narra Julia

Eduardo definitivamente no era como Miri lo describió. Pero no me importó en lo más mínimo, ella se veía muy feliz con él. Daniel, en cambio, no dudó en mostrar una sonrisa que disimuló con su amabilidad, pero que en realidad iba dirigida a Miranda de una manera burlona.

Pasamos un rato conversando todos en la mesa, y me sorprendió de una manera positiva lo bien que parecían llevarse mis daddies con las mamás de Dani, haciéndome intercambiar una mirada de complicidad con él. 


Narra Sebastián

Durante el baile, invité a mi esposo cual chico de bachillerato a bailar, recibiendo una dulce sonrisa de su parte que por alguna razón me puso nervioso, metiéndome más en el papel. Bailamos una canción lenta, y yo no podía borrar mi sonrisa de imbécil del rostro.

A unos metros de nosotros se encontraba mi princesa con su tía, teniendo su momento especial. Ella no paraba de reír, y Emma no parecía poder hacer desaparecer su sonrisa.

"Yellow" de Coldplay, sé de antemano que es una canción un poco larga, pero se sintieron como treinta efímeros segundos en el mismísimo cielo. Debo bailar con Mateo más seguido.


Narra Julia

Disfruté cada segundo con mi tía, y sabía que ella disfrutó cada segundo conmigo también. Pero sé que trabaja mucho, especialmente por estar tan lejos de su jefe y el cambio de horario que esto ocasiona. Me borró la sonrisa verla tomar su teléfono del bolsillo apenas terminó la canción.

–Princesa– soltó con una mirada de preocupación, como buscando disculparse.

–Está bien, tranquila– le respondí con una sonrisa gentil, recibiendo en respuesta un cariño en mi mejilla, justo antes de marcharse.

La vi alejarse de la pista, para luego tomar la perilla de la puerta de la entrada, y la ventana de esta me permitió observarla de pie afuera. Donde no parecía llegar el ruido. Mi tía trabaja demasiado, me gustaría que no fuera así. Más por su bien que como capricho mío, porque me preocupa el estrés que deba estar sintiendo.


Narra Mateo

No tardé en darme cuenta de que mi niña ahora se encontraba solita, y dirigiendo mi mirada al punto que ella observaba me pude percatar del porqué. Suspiré con ligera preocupación, y justo antes de encaminarme en su dirección a consolarla, mi marido me detuvo, ocasionando que dirija mi total atención a él, quien me señaló algo con la mirada. Ahora confundido, dirigí mi vista al punto que él señaló, encontrándome con Daniel, quien se aproximaba a ella.

Una vez la tuvo enfrente, pareció haberle dicho algo, pues ella no tardó en darse cuenta de su llegada, haciéndolo sonreír. Hablaron unos segundos de algo que yo no pude escuchar por el ruido a mi alrededor, y al escucharse que una nueva canción dio inicio, ellos intercambiaron una sonrisa enorme.

El siguiente movimiento del chico me hizo tragar saliva, sé que mi marido se rió en un tono burlón, pero no me importó. Daniel se inclinó dramáticamente para hacerla reír, y logrando su cometido, le extendió su mano la cual ella no tardó en tomar. Miré a mi esposo, negando ligeramente con mi cabeza, recibiendo un beso en mis labios de parte suyo.

–Sabes que no le hará daño– me dijo con tranquilidad, y dirigí la mirada nuevamente a ellos, quienes ya se encontraban más juntos de lo que me gustaría. Mi niña tenía sus bracitos en su cuello, tal como hace conmigo al abrazarme, y su amigo tenía sus manos en la cinturita de mi princesa. Creo que mi gesto hizo reír a Sebas –. Amor, relájate– soltó burlón.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora