Capítulo 48

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Narra Julia

Nuevamente, me tomé mi tiempo para reflexionar. Aparté la mirada de papi para ahora enfocarme en mi peluche, quien me miraba con la misma mirada con la que me ha observado todos estos años, como restándole importancia.

Sé que es un paso grande, y por su nerviosismo, estaba consciente de que ellos querían que lo tomase. Daddy acarició mi cabeza, pero esta vez no le dirigí mi mirada, estaba concentrada en Koda.

Desde hace tiempo me había llegado a la cabeza la curiosidad de usarlos. Pues, al igual que el chupete, nunca lo he hecho de forma consciente. Al principio lo que más me llamaba la atención fue el biberón, y con ese objetivo en mente "salí del clóset" con mi tía, quien no dudó en permitirme usarlo, pero sí me pidió que hablásemos con mi psicólogo de aquel entonces para que ella no se preocupara. Ese psicólogo no solo le dijo que era un comportamiento normal con la infancia que tuve, sino que nos dió un nombre, fue ahí cuando descubrí que era una little, y mi tía me comenzó a tratar con el cariño que recibo de ella actualmente.

Pero nunca. Jamás. Me atreví a pedirle usar pañales, pues recuerdo la incomodidad en la que la situación del biberón me metió. Claramente nunca quise repetirlo.

–Princesa...– comenzó a hablar daddy, provocando que ahora sí lo mire a los ojos –no queremos que te sientas presionada.

Le sonreí, pero pronto giré la cabeza, ahora mirando al fondo de la habitación. No quería hacer contacto visual cuando lo dijera. Jugué con mis manos nuevamente.

–No...– comencé a hablar, buscando decir "no lo he intentado nunca", pero supongo que tardé mucho en formular la siguiente palabra, pues daddy soltó un pequeño suspiro, y papi se inclinó para besar mi cabeza.

–Está bien, nena, tranquila– soltó papi acariciando mi mejilla, una vez volvió a su lugar.

–¡No! Es que...– exclamé sin pensar, y nuevamente como la fácil de avergonzar persona que soy, me quedé callada. Por fortuna, tuve la genial idea de cubrir mi rostro con Koda, de esta forma no pudieron hacer contacto visual.

–¿Sí quieres, bebita?– me preguntó daddy, quien se notaba por el tono de voz que utilizaba que tenía una sonrisa en el rostro.

–Hermosa, ¿quieres usarlos?– me preguntó ahora papi, con la misma sonrisa audiblemente notoria, pero este se tomó la molestia de acariciar mi cabellera.

Durante los pocos segundos que hubo de silencio mientras yo tomaba valor para responder, ellos se recostaron sobre la cama, a mis costados. Pronto caí en cuenta de que no necesitaba utilizar palabras para responder, y todo se volvió más fácil a partir de entonces.

Asentí finalmente, manteniendo mi rostro escondido detrás del oso de peluche. Y pronto, un nuevo ataque de besitos se dirigió a mi, en ese momento, indefensa persona.

–¡Papi! ¡Daddy! ¡Ya!– exclamé risueña, pero ni siquiera tomaron a consideración mis plegarias.

–¡Mi bebé!– exclamó daddy dejando un beso final en mi frente, para luego ocuparse haciéndome cosquillas.

–Los pediré ahora mismo– confesó papi risueño, sacando su teléfono de su bolsillo una vez terminó con los besitos.

Daddy dejó de lado las cosquillas y rió por su impaciencia. Yo sentí que mi rostro se volvía más rojo que un tomate.

–Deja que ella escoja los diseños– le pidió daddy a papi mientras el primero me abrazaba.

–¡Qué buena idea, amor!– exclamó papi y colocó su teléfono a una altura en la que los tres podíamos ver la pantalla –A ver, bebita...

–¡No!– exclamé para luego girarme y ocultarme en el pecho de daddy.

Él me abrazó, pero de igual forma ambos rieron a carcajadas por la escena. Debo admitir, que yo también solté una pequeña casi inaudible risa, pero mi vergüenza me mantuvo escondida en los brazos de daddy.

Lo único que pude ver en la pantalla fueron tres diseños extremadamente infantiles. Ahora sí estaba muriendo por la vergüenza, al recordarlos. Papi deslizó rápidamente su dedo por la pantalla, sin permitirme analizarlos bien, pero pude notar que el primero que tenía una especie de estampado de caballitos de carrusel en tonos pastel. El segundo solo logré notar que era rosado, y con estampado de tal vez sirenas o princesas, pero solo es una deducción, y el último diseño que vi fue de Winnie The Pooh.

–¿Te da vergüenza, nena?– me preguntó papi risueño, mientras daddy trataba de minimizar sus risas.

No respondí. Que ellos escojan los diseños, no planeaba salir de mi escondite hasta la próxima primavera.

–¿Te cuento un secreto, bebé?– soltó papi, e instintiva y de manera curiosa, bajé el nivel de mi agarre a daddy.

Deseosa por cambiar de tema, asentí sin atreverme a mirarlo. Papi se acercó por detrás a mi oido, a pesar de utilizar un tono de susurro con el que daddy perfectamente podría escuchar.

–¿Lista?– me preguntó justo antes de mirar a daddy con una sonrisa que él le devolvió en forma de una leve risa. Asentí nuevamente, para luego sacar ligeramente la cabeza de mi escondite y poderle ver el rostro aunque sea mínimamente –Mi bebita usará pañales– agregó ocasionando que vuelva instantáneamente al cuello de daddy mientras ellos dos se carcajeaban.

–Ya déjala en paz, amor– le rogó risueño mi daddy a mi papi.

–Ay– soltó papi limpiándose una lágrima del rostro, aún sonriente –. Es que es muy tierna– agregó volviendo a reír.

Miré a daddy rodar los ojos para luego verme con una sonrisa piadosa.

–¿Prefieres que papi y daddy los escojan, nena?– me preguntó, y no dudé en asentir. Él me abrazó con fuerza y papi besó mi cabeza por detrás.

–¿Me perdonas, bebita?– me pidió papi con una sonrisa de súplica.

Finalmente solté a daddy, ocasionando que él también me suelte, y un par de segundos después me removí sobre las almohadas para llegar con papi y abrazarlo.

–Sí, papi– solté escondiendo mi rostro ahora en su pecho, y él me respondió con un beso en la frente y aquellas características palmaditas en la espalda de su parte.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora