Narra Julia
Cuando volvió el chico pude sentir los pensamientos burlescos de mis daddies sobre mí. Buscando ignorarlos, le dediqué toda mi atención al castaño y a lo que diría a continuación.
–¿Qué tal? Me presento, mi nombre es Antonio y seré su mesero esta tarde– soltó haciéndome sonreír inconscientemente. Qué voz tan bonita –. ¿Están listos para ordenar?– agregó con una sonrisa, y mi daddy fue el primero en hablar.
–Sí, Antonio, yo quisiera pedirte...– dijo viendo de reojo su menú, como tratando de recordar su platillo –zucchini al pomodoro para mí, por favor, y una insalata caprese para la nena– agregó, y tengo la leve sospecha de que me provocó un sonrojo llamándome así frente a él.
El tal Antonio me miró rápidamente con una sonrisa.
–Muy bien, ¿y usted, señor?– soltó en dirección a mi papi.
–Yo quisiera una pizza margherita, por favor– respondió él.
–Perfecto, ¿y de beber?– volvió a preguntar, sorprendiéndome de no haber estado tomando nota de absolutamente nada. Debe tener una memoria impresionante.
–¿Quieres agua?– le preguntó mi papi a daddy.
–Dos vasos con agua, por favor– le indicó daddy a Antonio, y posteriormente daddy se dirigió a mí –¿Quieres algo de beber, corazón?– me preguntó seguido de una risa burlona.
–No– solté negando con la cabeza, tratando de evadir la atención que tenía Antonio sobre mí.
Papi sonrió, y daddy volvió a hablarme.
–¿Segura?– dijo tratando de retener su sonrisa.
–No tiene que ser agua, ¿quieres un jugo? ¿o tal vez un refresco?– sugirió Antonio con una sonrisa gentil, y si no me sonrojé es porque me palidecí al punto en el que dejó de llegar sangre a mi cerebro.
–No, muchas gracias– solté con una sonrisa, ocultando mis temblorosas manos detrás de la mesa entre él y yo.
–Tres vasos con agua, por favor– terminó respondiendo papi conteniendo su risa, apiadándose de mi sufrimiento.
–Entendido, ahora lo traigo– respondió el dichoso Antonio con una sonrisa para finalmente marcharse.
Di un suspiro hondo y dejé caer mi cabeza lentamente sobre la mesa, agotada, haciendo reír a mis daddies a tal punto en el que les llegó a costar respirar.
Pasando unos segundos, lograron calmarse y se turnaron para dejar un beso en mi cabeza, que se mantuvo aún sobre la mesa.
–Aquí tienen– soltó la voz bonita, haciéndome enderezarme casi al instante –. ¿Estás bien?– me preguntó con preocupación dejando el segundo vaso sobre la mesa.
Papi llegó al punto en el que tuvo que cubrir su rostro discretamente para retener su carcajada. Daddy por otra parte, se limitó a cubrir su boca, pero fue suficiente ya que creo (y espero, sinceramente) que logró disimular bastante bien con una sonrisa.
–Sí, sí... estoy bien– solté avergonzada, recibiendo una sonrisa tierna en respuesta mientras dejaba el tercer vaso, para volver a marcharse.
Esta vez no soltaron risas. Fueron carcajadas.
Papi me abrazó por la cintura para luego dejar un beso sobre mi cabeza. Daddy estuvo haciéndome cariños en las mejillas y yo me limité a resignarme. No moví un músculo, no me inmuté, me mantuve ahí en mi lugar con mi sonrisa de vergüenza, tratando de procesar aquella interacción.
–Mi niña hermosa– soltó daddy divertido.
Lo miré, pero no debí hacerlo, pues fue en ese momento que mi rostro comenzó a arder, informándome estar seguramente más roja que cualquier tomate.
–Aww, bebita– soltó papi justo antes de besar mi mejilla.
–Podría ver este tipo de interacciones suyas todo el día, todos los días– comentó daddy risueño.
–¡Daddy!– exclamé en voz baja como queja.
Comenzaba a estresarme. Ya no quiero que se rían, ya no quiero sentirme avergonzada. Sé que no fue su culpa, pero comenzaban a molestarme sus burlas.
–Lo sentimos, mi niña– respondió papi, pero mantenía su sonrisa burlesca.
–Ya no vamos a molestarte, ¿okay, bebé?– agregó daddy sonriente, rozando la punta de mi nariz.
Esta vez no sonreí.
Me crucé de brazos y desvié la mirada, ocasionando que cesaran sus risas por completo.
–Princesita...– me llamó papi con gentileza, en un tono tristón.
–Perdón, nena... no quisimos hacerte sentir mal– dijo daddy acariciando mi cabeza con dulzura.
–¿Podrías perdonarnos?– me preguntó papi, inclinándose para colocarse en mi campo visual –¿Algún día?– agregó haciendo un puchero, haciéndome reír finalmente.
Narra Sebastián
Una vez la nena nos disculpó, conversamos sobre algo que, sinceramente me dio bastante ternura. Al parecer mi niña creyó que "antipasti" hacía referencia a todo lo que no fuese pasta, sorpresa que le dio mi marido al explicarle que eran los platillos entrantes.
Mi princesa es adorable. Incluso enojada me dan ganas de mimarla, pero sé que está mal porque sería una manera de invalidar sus sentimientos. Me gustaría tenerla todo el día en mis brazos, aferrada a mi cuello o agarrada de mi camisa con su manita.
–¡Tío Sebas!– me llamó una voz conocida, y al instante alcé la mirada en dirección a mi marido, solo para confirmar que hubiese escuchado lo mismo que yo.
Su rostro de sorpresa me dio la impresión de que sí, y la carita de confusión de mi niña me lo terminó de confirmar.
Giré la mirada en dirección al origen de aquella vocecita, llevándome una grata sorpresa.
–¡Sofi!– exclamé abriendo mis brazos para recibirla con un abrazo, y ella no dudó en dármelo.
–Hola, chicos, ¿cómo están?– soltó Diego haciéndose presente.
–¡Hola, Diego! ¿Qué hacen aquí?– soltó mi marido con una sonrisa, mientras saludaba a nuestro amigo, quien no tardó en ver a mi princesa para cuando yo solté a la suya.
–¡Hola, nena! ¿Cómo estás?– le preguntó, y pronto los ojitos de Sofía se posaron sobre ella, causándole una enorme sonrisa.
Narra Mateo
Mi pobre princesa se veía tan agobiada, y no tardé en ayudarla.
–Nena, ¿recuerdas a nuestro amigo Diego?– le expliqué con dulzura, volviendo a colocarme a su lado.
Me miró como buscando mi protección, así que le sonreí e hice un pequeño cariño en su mejilla.
–Ella es Sofía, princesa– le expliqué mirando a mi sobrina (no será genética, pero la quiero como a una), quien se mantenía sonriente de pie, del otro lado de la mesa.
–Hola, Julia– dijo, y mi niña le sonrió finalmente.
–Hola– soltó en voz baja.
Supongo que tiene sentido que reaccione así, después de todo Sofi es una extraña para ella, y dudo que la nena haya hablado sobre el hecho de que seamos sus daddies con alguien fuera de su círculo.
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Julia
Teen FictionEsta historia toca temas sensibles. La escribí porque no encontré una sola historia que toque el tema de los TCAs junto con el TBDL/ABDL. La historia no rotará alrededor de los trastornos alimenticios, solo será una pequeña característica que le dar...