Capítulo 16

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Narra Julia

Esa noche me desvelé trabajando, no tienen idea de la cantidad de pendientes que tiene Francisco. Anoche solo alcancé a completar unos siete, pues también tenía mis propias tareas. Estaba tan estresada. Furiosa. Pero mi enojo se convirtió en llanto al ver su último mensaje llegar.

Imbécil hdp: Julia más te vale que los hagas bien

No respondí, al menos no con palabras, tuve que tragarme mi orgullo y enviarle los que ya había hecho hasta ahora.

–¿Linda? ¿Estás bien?– llamó mi tía del otro lado de la puerta, al instante sequé mis lágrimas y respondí pocos segundos después.

–Sí, tía... es que estaba viendo El Rey León– respondí, ella suspiró.

–Ya es casi la una, duerme– respondió para luego permitirme escuchar sus pisadas alejándose de la puerta.

Un poco más tranquila ahora, miré el reloj digital sobre mi mesa de noche, 12:47 am. Suspiré, y puse mis libros y laptop sobre la misma mesa, despejando mi cama para poder conciliar el sueño. No tenía insomnio ni mucho menos, estaba cansada en verdad, pero la preocupación y el estrés vagaban por mi cabeza sin rumbo fijo, permitiéndome dormir hasta pasadas las tres de la mañana.

Esta mañana me costó levantarme, y debo admitir que tal vez no fui muy amable con mi tía al desayunar, pues la falta de sueño me había afectado.

Una vez subí al auto y ella comenzó a conducir, me contó algo que me tomó por sorpresa.

–Pequeña, te tengo una noticia que no sé si te agrade– confesó, y dirigí toda mi atención en dirección suya.

–¿Qué pasó?– pregunté ahora más preocupada que molesta.

Ella me miró un par de segundos para luego volver a fijar la vista en la carretera.

–Mi jefe me llamó anoche, hubo una emergencia y tendré que irme de viaje unos días– soltó, ahora yo estaba menos preocupada –. Sé que es muy repentino, pero iré al aeropuerto esta noche– agregó.

–¿Tan urgente es?– le pregunté confusa, a lo que asintió en un suspiro.

–Te incentivaría a que vengas, pero te aburrirás mucho, estaré todo el día, todos los días en una oficina. Claro, si quieres venir, no hay problema, pero no te lo recomiendo, corazón.

La miré intrigada, ni siquiera sé cuándo volverá.

–¿Cuándo vuelves?– le pregunté.

–Hoy es Viernes...– dijo para ella misma y continuó –vuelvo el Martes, si mal no recuerdo. Cuando vea el boleto te mandaré un mensaje– agregó haciéndome reflexionar –. Tienes hasta que te recoja de la escuela para decidir si vendrás... si no vienes, te quedarás en casa de Mateo y Sebastián hasta que vuelva, ya los llamé.

No me tomó mucho tiempo decidir. Si el viaje sería tan aburrido y tedioso, sé que no lo disfrutaré. En cambio, en casa de Sebas y Mateo podremos ver películas y jugar. Además, no me perderé el concierto al que iría con Miranda ni aunque me pagasen.

–Me quiero quedar– solté haciéndola sonreír.

–Lo sabía... no perderás ninguna oportunidad de interacción con tus futuros daddies– respondió haciéndome sonrojar.

–¡Tía!– respondí reteniendo mi sonrisa. No quería hacerme falsas ilusiones.

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Una vez comenzaron las clases, la maestra de la primera solicitó nuestros trabajos para calificarlos. Pasaron antes de Francisco un par de compañeras, pero al llegar su turno este se puso de pie y se dirigió al escritorio como si nada. Mientras, yo traté de no fulminarlo con la mirada, pues solo lo haría ver obvio.

Cuando la maestra revisó su trabajo, lo felicitó, pues él no solía sacar "A" muy seguido.

–Francisco sacó una A– comentó Daniel a mi izquierda.

–A mí también me sorprendió– respondió Miranda mientras se limaba las uñas, restándole importancia.

No comenté sobre el asunto, en realidad, me estresé tanto que cambié de tema.

–¿Lista para mañana?– le pregunté a mi amiga, quien me respondió instantáneamente con una sonrisa.

–¡Dios! Estoy tan emocionada– confesó mientras Dani rodaba los ojos, ocasionándome una risa.

–Julia– me llamó la maestra interrumpiendo nuestra conversación, y sin pensarlo dos veces me puse de pie para acercarme a ella con mi libreta en mano.

Una vez llegué a su escritorio le extendí mi cuaderno, el cual ella no dudó en tomar. Se puso los lentes y lo analizó, corrigiendo un par de errores gramaticales. Luego se quitó los lentes para mantenerlos en su mano derecha y mirarme con el ceño fruncido. No pronunció una palabra.

–¿Qué pasó?– le pregunté confundida, mientras me mantenía la mirada.

–Francisco, ¿puedes venir con tu cuaderno?– soltó, provocando que mi corazón lata frenéticamente.

Miré detrás mío, Miranda estaba conteniendo la risa mientras que Daniel me hizo una seña con la mano, como preguntándome si le había pasado la tarea. No respondí, pero miré a Francisco, quien me dirigió una mirada que trataba de contener el enojo.

Al llegar el dichoso Francisco al escritorio de la maestra, esta le extendió la mano, y él dudó un poco antes de entregarle su libreta. Una vez ella tuvo las dos en mano, buscó "su trabajo" en la suya y al encontrarlo lo comparó con el mío.

–Es la misma información, mismos errores, casi las mismas palabras– soltó con decepción, y un par de amigos de Francisco soltaron una carcajada.

–Acompáñenme– dijo ella poniéndose de pie, y yo no pude retener más las lágrimas.

–Puta madre– susurró mi compañero al verme.

–Julia...– dijo compasiva la maestra, pero yo seguía sollozando. Pronto sentí unos brazos alrededor de mí, permitiendo que mi cabeza descanse sobre el pecho de quien, juraba, era Dani –Tranquila, en verdad ni siquiera necesito sacarlos del salón para comprender el asunto– agregó para dirigirle después una mirada de decepción a Francisco. Para ese momento yo ya le había agradecido a mi amigo por el consuelo, y me había separado de sus brazos –. Sé perfectamente quién de los dos hizo el trabajo, y quien le copió al otro.

Francisco trató de defenderse, pero no logró argumentar nada sólido.

–Te obligó a pasárselo, ¿no? Por eso lloras– me preguntó ella, y Dani me miró con ternura, para luego susurrarle de lejos algo a él que no logré escuchar.

Miré asustada a Francisco antes de responder, ¿qué podía hacer para ese entonces? La respuesta ya era muy obvia, así que me limité a asentir y limpiar mis lágrimas.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora