Narra Julia
No mentiré, apenas los vi entrar de nuevo al cuarto rompí en llanto. Papi se acercó primero a mí, y acarició mi cabeza confundido, luego daddy llegó, colocándose al lado de mi papi tomando mi mano. Ambos estaban de mi lado izquierdo, por lo que me incliné ligeramente sobre la camilla para verlos bien. Pronto Joaquín se acercó, colocándose a mi lado derecho, pero esta vez no se sentó en aquella silla de oficina, se mantuvo de pie, aún regalándome aquella tranquilizadora sonrisa.
–Nena...– me llamó Joaquín, ocasionando que me devuelva a mi posición original en la camilla, pues de esta forma podría verlo tanto a él como a mis daddies –¿quieres comenzar diciéndoles cómo te sientes... y que luego yo les diga las palabras que da miedo decir?– me sugirió.
Limpié mis lágrimas tratando de parar mis sollozos, y posé la mirada ahora sobre mis daddies. Se veían tan confundidos, con miedo. Yo no quiero ser una carga para ellos.
No estoy lista. No quería decirlo en voz alta, y mucho menos quería decírselo a ellos. Pero no porque no confiara en mis daddies, sino porque no quiero ser un problema.
Yo solo quería adelgazar y ya.
Miré de nuevo a Joaquín para finalmente asentirle, tragar saliva, y dirigirme a papi y a daddy.
–¿Qué pasó, bebé?– me preguntó papi con preocupación.
–¿Por qué te desmayaste?– agregó daddy haciéndome cariños en la mano.
Miré brevemente a Joaquín, quien me dirigió una mirada de compasión, y luego posé la mirada en dirección a la pared frente a mí. Cerré los ojos para armarme de valor, y finalmente hablé.
–¿No se enojarán?– les pregunté con temor. No quería recibir un castigo después de esto, pero sabía que existía la posibilidad por haber roto dos reglas.
Narra Mateo
Sebastián me había comentado fuera de la habitación, mientras terminábamos de llenar el formulario, que tal vez había sido una reacción alérgica a la comida del restaurante al que fuimos. Y cuando la princesa nos preguntó si nos enojaríamos, mis sospechas aumentaron.
Miramos a Joaquín del otro lado de la camilla, quien negó con la cabeza haciéndonos saber que no se trataba de algo para enojarse con ella. Entonces, ¿qué fue?
–Lo prometemos, monita– le respondió Sebastián.
La nena se tomó un momento para inhalar y exhalar profundamente, y posteriormente habló.
–¿Recuerdan... a la niña de mi escuela?– nos preguntó insegura.
–¿La que te hizo la cosa mala, bebita?– le pregunté, pues no quería ser muy específico con Joaquín en frente.
La nena asintió, y nuevamente comenzó a sollozar.
–¿Qué te hizo?– le preguntó mi esposo con dulzura, buscando calmarla.
–Es que...– comenzó a pronunciar, tomándose breves pausas en el proceso –ella...– se tomó un momento para tallar sus ojitos y continuar –Yo una vez... estaba comiendo con mis amigos... con Dani y con Miranda...
–Okay...– solté, haciéndole saber que seguíamos su historia.
–Y... y ellos comían algo... no recuerdo qué era, pero era algo saludable– soltó haciéndonos sonreír por su comentario tan tierno –... y yo no... yo estaba comiendo...– inhaló sus moquitos y continuó –... yo estaba comiendo unas papitas– agregó tallándose nuevamente un ojito.
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Julia
Teen FictionEsta historia toca temas sensibles. La escribí porque no encontré una sola historia que toque el tema de los TCAs junto con el TBDL/ABDL. La historia no rotará alrededor de los trastornos alimenticios, solo será una pequeña característica que le dar...