Capítulo 99

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Narra Julia

Poco después de despedirme de mis amigos, se marcharon. Dejándome a solas con mi tía, con quien me dispuse a terminar el pastel.

–¿Quién te llamó?– le pregunté tomando un sorbo del vaso con agua en frente mío.

–Era mi jefe otra vez– soltó rodando los ojos, haciéndome reír –. Pero da igual, me pidió algo que resolveré rápido, por ahora quiero descansar un poco.

–¿Quieres dormir?– le sugerí.

–Cuando lleguen tus daddies me iré a dormir– sentenció, haciéndome sonrojar un poco. Creo que todavía no estoy acostumbrada a que los llame así, y eso parecía divertirla.

Poco después alguien tocó el timbre, causándome una sonrisa enorme.

–¿Quién será?– preguntó mi tía en un tono burlón para luego ponerse de pie.

–¡Yo abro, yo abro!– exclamé sin perder el tiempo, corriendo en dirección a la entrada, haciéndola reír.


Narra Mateo

Escuchar a la nena detrás de la puerta me robó el corazón. Me enterneció su emoción por abrir, y más aún su carita de felicidad al vernos.

–¡PRINCESITA!– exclamó mi marido para luego tomarla en brazos y llenarle el rostro de cortos besitos, haciéndola reír.

Una vez cesó, me acerqué sonriente a su cabecita para besarla con gentileza.

–Feliz cumpleaños, nenita hermosa– solté rozando la punta de su naricita con mi dedo índice.

Pronto se acercó Emma con la mochila de la nena, y no tardé en tomarla para colocarla sobre mi hombro.

–¿Qué tal, chicos?– soltó sonriente y nos turnamos para saludarla con un beso en su mejilla.

–Hola, Emma– respondí devolviéndole la sonrisa.

–¿Se divirtieron?– le preguntó mi esposo sonriente para luego dirigirle la mirada a la princesita en sus brazos.

–Mucho– respondió la nena casi al unísono con su tía.

Emma nos extendió su osito y no dudé en tomarlo, nos despedimos y nos dirigimos de vuelta al auto, escuchando la puerta de la entrada cerrarse detrás nuestro.


Narra Julia

Daddy me dejó sentada en el asiento trasero central, me puso el cinturón y dejó un beso en mi frente justo antes de cerrar la puerta. Papi se colocó en el asiento del conductor, y él en el de copiloto, una vez cerradas las puertas no tardamos en comenzar a avanzar.

–NUNCA podrás adivinar tus regalos, bebé– soltó papi con una exagerada emoción, haciéndome reír.

Espera... ¿regalos?

–¿Son dos?– les pregunté con una sonrisa de emoción.

–Así es, nena– respondió el mismo con orgullo.

–Tres, en realidad– soltó daddy, haciéndome emocionarme aún más.

–Es verdad, son tres– corrigió papi.


Narra Sebastián

Pude ver a través del espejo retrovisor a mi nena cubrirse su boquita con sus manos, balanceando sus piecitos con emoción.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora