Capítulo 19

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Narra Mateo

–Emma me comentó de un concierto al que irá Julia mañana– me dijo mi novio desde su asiento frente a la mesa del comedor.

Hoy hubo comida china para cenar temprano, pues tanto Sebastián como yo estuvimos muy ocupados con el trabajo como para cocinar. Afortunadamente esto no es cotidiano, solo quisimos adelantar algunos pendientes por ver, para tener libre el mayor tiempo posible para pasar con Julia cuando esta llegue.

–¿Te dijo de qué cantante?– le pregunté con curiosidad, desconocía el gusto musical de la pequeña.

–Creo que Imagine Dragons– respondió él, restándole importancia.

No me mal-entiendan, no soy fanático del grupo, pero disfruto de escuchar clásicos como Believer, o Natural. Me limité a asentir sin darle muchas vueltas al asunto, aún reflexionaba sobre un tema de la empresa que se mantenía sin resolver.

–Creo que guardaré en el refrigerador lo demás– comentó mi novio extrayéndome de mis pensamientos, poniéndose de pie para dirigirse con su envase de comida en mano a la cocina.

–¿Puedes guardar lo mío también? Es demasiado– le pedí, y él lo tomó regalándome una sonrisa.

Me puse de pie y me dirigí a la cocina unos segundos después, encontrándomelo guardando la comida sobrante en el refrigerador. Me acerqué y lo abracé por la espalda, manteniéndome en la posición hasta que él se giró para abrazarme de frente.

–Te amo– me susurró, y no pude evitar sonreír.

–Yo también, amor– respondí para luego dejar plantado un beso en sus labios.

–¿A qué hora llegarán?– me cuestionó después de un pequeño silencio que, lejos de ser incómodo, fue reconfortante, pues seguimos abrazados.

–Dijo Emma que a las siete– respondí.

Logré ver detrás de mi pareja el reloj colgado en una pared de la cocina, y me tomé un par de segundos para leerlo.

–Falta media hora– solté, haciéndolo sonreír.

–Me bañaré rápido– respondió justo antes de soltarme y dirigirse a las escaleras.

Me hubiera ofrecido a acompañarlo, pero yo ya me había bañado hace poco, además, si Julia llega temprano nadie podrá abrirle. Así que me senté en la sala de estar dispuesto a ver Instagram un rato en mi celular.

–Amor, ¿le diste de cenar a Max?– me preguntó Sebastián desde el segundo piso, y sin pensarlo dos veces me puse de pie, agradeciéndole habérmelo recordado.

Max es un golden retriever que tenemos, tiene poco más de dos años y fue castrado hace poco, por lo que buscamos que se mueva lo menos posible para que se recupere rápidamente.

Me dirigí a la cocina, tomé una taza de su mezcla de croquetas con fruta y verduras, y su plato para vaciarlo todo en él. Posteriormente me dirigí a la habitación en la que lo tenemos encerrado por ahora y abrí la puerta, permitiéndome verlo dormir. El veterinario dice que para mañana ya podrá salir con normalidad, lo cual me alegra puesto que me ha dado lástima no haber podido jugar con él últimamente. De igual forma le caerá bien que venga Julia, alguien más para jugar siempre será bienvenido para él.

–Hola, Max– lo saludé con un cariño en su cabeza.

Max no dudó ni un segundo en ponerse de pie para lamerme y mover la cola. Me coloqué a su altura y dejé su plato sobre el suelo, enfrente suyo, permitiéndole comer. No parecía tener mucha hambre, supongo porque le estoy dando de cenar más temprano por la pronta llegada de Julia. Tal vez le den miedo los perros, o quizás no, pero planeamos mantener a Max en secreto hasta mañana, pues si ella se emociona y lo quiere conocer, lo podría estresar ahora que debe estar en reposo. Después de todo es una niña, querrá jugar con él, y él no debería hacerlo por el momento.

Decidí finalmente salir y dejar a Max comer con calma, cerré la puerta con llave y la colgué al lado de la entrada a la casa. Estaba a punto de subir escaleras arriba para ir con mi novio, cuando escuché el timbre sonar.

Emocionado ahora, me dirigí a la entrada y tomé la perrilla de la puerta para halarla y encontrarme con Emma y Julia, ambas sonrientes saludándome.

–Hola, princesa– saludé primero la nena, para luego dirigirme a Emma –. Hola, Emma, ¿lista para el vuelo?

–Sí, espero poder conciliar el sueño– dijo risueña –. Lamento haber llegado un poco más temprano, creí que habría más tráfico– se excusó.

–Oh, no te preocupes, no es molestia– respondí permitiendo que Julia entre a la casa.

–Muchas gracias por el favor, Mateo... gracias a ti y a Sebas– comentó sonriente.

–No es nada, nos divertiremos mucho, ¿verdad que sí?– solté mirando a Julia con una sonrisa.

La pequeña sonrió y asintió. Y sin decir una palabra logró que se me derrita el corazón.

–Bueno, pues hasta luego– dijo Emma despidiéndose de mí –. Adiós, peque– agregó dándole un abrazo de despedida a Julia, el cual ella respondió –. No desobedezcas, no les mientas y no te portes mal, ¿okay?

–¿Cómo va a portarse mal? Si es una princesa– comenté defendiéndola.

–Bueno, estás advertida, ¿okay?– repitió.

–Sí, tía– susurró ella para luego soltar a Emma –. Adiós.

–Adiós, chicos– dijo Emma mientras se dirigía de vuelta a su auto.

–Hasta el martes– respondí despidiéndome con mi mano.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora